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Así han sido las primeras horas de Rodrigo Rato entre rejas

Tras un exhaustivo proceso de registro, la vida del expresidente de Bankia comenzará a regirse por el riguroso sistema de horarios y normas de las prisiones españolas

Rodrigo Rato entra en la cárcel de Soto del Real / VÍDEO: ATLASFoto: atlas | Vídeo: ULY MARTIN
Óscar López-Fonseca

El expresidente de Caja Madrid y Bankia, Rodrigo Rato, ha pasado sus primeras horas en prisión en el módulo de ingreso, donde son recluidos aquellos internos que acaban de entrar y donde permanecen no más de un día habitualmente. Allí, tras hacerle una reseña de las huellas dactilares y tomarle las fotografías para su ficha personal, se han anotado sus datos en el libro de ingresos y se le ha abierto el expediente personal en el que constarán todos los datos relativos a su situación procesal y penitenciaria. También se le ha asignado el Número de Identificación Sistemático (NIS), compuesto de diez dígitos y que le identificará durante su estancia en prisión. Inmediatamente después, se le hizo un cacheo y se le registró el equipaje para retirarle aquellos objetos cuya tenencia esté prohibida en la cárcel. También se le hizo un primer reconocimiento médico.

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Durante el día de hoy y los siguientes, Rato será entrevistado por un trabajador social, un educador, un jurista y un psicólogo, quienes valorarán su situación y decidirán, entre otras cosas, qué clasificación penitenciaria se le asigna y en qué módulo es finalmente recluido. Todas las fuentes penitenciarias consultadas aseguran que será clasificado en segundo grado penitenciario o régimen ordinario. Algunas, además, auguran que su destino puede ser el módulo 10 o de respeto. En este se encuentran habitualmente presos penados de edad avanzada y otros que tienen destino de trabajo en la propia cárcel como la biblioteca o la cocina. En él, el régimen de vida es menos rígido que en otros, pero los presos están obligados a cumplir a rajatabla unas estrictas normas de conducta y a compartir las tareas de limpieza. Además, si hay algún problema de convivencia entre ellos, una comisión formada por los propios internos se encarga de mediar para solventarlo.

En cualquier módulo, un estricto horario regirá su día a día: cuándo debe despertarse, comer —este jueves había lentejas con cerdo, cinta de lomo con patatas y fruta— salir al patio o regresar a celda. También tendrá limitados sus contactos con el exterior. Podrá tener comunicación con "familiares acreditados y amigos previamente autorizados" en los locutorios de la prisión dos veces a la semana durante 20 minutos o acumularlos en una sola de 40 durante el fin de semana. En estas visitas podrán participar hasta cuatro personas al mismo tiempo.

Además, como hasta que no cumpla una cuarta parte de su condena no podrá disfrutar de permisos, tendrá derecho a "comunicaciones familiares" al menos una vez al mes, con una duración de entre una y tres horas. Y una vez cada treinta días podrá mantener "comunicaciones íntimas" con su pareja. Podrá hacer una máximo de diez llamadas telefónicas a la semana de cinco minutos cada una a números previamente autorizados por Prisiones y que deberá pagar él con cargo a su peculio (cuenta penitenciaria con un límite de gasto que su familia debe recargar). Respecto a los paquetes, podrá recibir dos al mes. En lo que no tendrá límite es para enviar y recibir cartas, tanto con personas del exterior como con internos de otros centros. Los sellos deberá comprarlos en el economato de la cárcel.

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Sobre la firma

Óscar López-Fonseca
Redactor especializado en temas del Ministerio del Interior y Tribunales. En sus ratos libres escribe en El Viajero y en Gastro. Llegó a EL PAÍS en marzo de 2017 tras una trayectoria profesional de más de 30 años en Ya, OTR/Press, Época, El Confidencial, Público y Vozpópuli. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.

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