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Una respuesta a los retos del futuro

Educación, cohesión, liderazgo... las empresas ofrecen soluciones a los desafíos que plantea la tecnología y recuerdan que el país ha avanzado de manera sustancial en estas últimas cuatro décadas

La innovación está transformando el sistema productivo, con avances casi instantáneos y mejoras de competitividad para las que antes se necesitaban décadas. Pero la revolución digital también trae incertidumbres y desafíos. Millones de empleos están desapareciendo y los nuevos puestos de la era digital no encuentran candidatos por un sistema educativo que no está preparado para formar a los nuevos profesionales.

Directivos de las mayores empresas del Ibex, analistas, expertos en economía internacional y responsables políticos debatieron en Madrid el pasado jueves sobre estos y otros desafíos. Estaban convocados por el Foro Tendencias España 2019, organizado por EL PAÍS y la consultora Kreab, y patrocinado por Ferrovial y Telefónica. El acto contó con la presencia del Rey Felipe VI.

“Todo lo que es susceptible de automatizarse se automatizará, sí o sí, porque no se trata de una elección, sino de un proceso imparable”. Así de contundente se mostró la presidenta de HP España y Portugal, Helena Herrero, que avisó de que el 80% de los consejeros delegados de grandes empresas no sabe cómo abordar la transformación digital. Y la situación de las pymes es aún más preocupante, porque la mayoría vive aún hoy de espaldas a la digitalización, incluso del comercio online.

José María Álvarez-Pallete, presidente ejecutivo de Telefónica, se mostró convencido de estar ante “una era de auténtica disrupción tecnológica como no se ha vivido nunca en la historia, en una evolución exponencial que lo está cambiando todo”. Hoy, los datos asumen el papel relevante que hasta ahora tenían las materias primas como el petróleo. El tráfico de datos por las redes de Telefónica crece un 50% al año. “¿Hay algún sector que se enfrente año tras año a un aumento de la demanda así?”, se preguntó Pallete.

El empleo no se crea por generación espontánea, lo crean las empresas”, señaló Imaz.

El presidente de la multinacional cree que esta revolución imparable se acelerará en los próximos años con la llegada del Internet de las Cosas, la red 5G, y la inteligencia artificial, que supondrán un salto cualitativo para la economía, pero que al mismo tiempo generan preguntas. “¿Qué código moral debe tener un coche con conducción autónoma para evitar un accidente? ¿Cómo se le aplica el código civil a las máquinas inteligentes?” Álvarez-Pallete volvió a reivindicar un “marco universal de valores” o una “Constitución digital” que dé respuesta a ese nuevo universo. El responsable de Telefónica cree que la economía española ha hecho los deberes debido a la crisis. Habló de una “inercia” suficiente de prosperidad para abordar los cambios que se avecinan. No obstante, Pallete insistió en la importancia de meter en el análisis la cohesión social a través de la educación, para que esta revolución no deje a nadie atrás, y se fomente el emprendimiento y la innovación, pero sin perder de vista el aspecto humano. “No podemos dejar a nadie atrás. Es la hora de la tecnología, pero también del humanismo. No solo debemos formar ingenieros o físicos. También debemos formar abogados digitales, economistas digitales y filósofos digitales”, apuntó.

La formación había sido uno de los ejes sobre los que giró la intervención del escritor y columnista de EL PAÍS Moisés Naím. Abordó sin ambages el déficit de calidad de la Universidad española; y planteó su mejora como una necesidad irrenunciable si el país quiere superar los retos futuros. Sobre la capacidad de adelantar las tendencias que están al caer, Naím ironizó al decir que es fácil anticiparlas, pero que lo realmente difícil es darse cuenta a la velocidad a la que llegarán. Como ejemplo puso el cambio climático, que “está ocurriendo a una velocidad muy superior a la que se había anticipado”.

Le acompañaba en la mesa de debate el exdirigente socialista y actual director de la Kreab Research Unit, Eduardo Madina, que sintetizó en tres conceptos las mutaciones más trascendentales a las que las sociedades contemporáneas están haciendo frente: globalización, transformación tecnológica y cambio climático.

Frente a las voces catastrofistas y los críticos con la historia reciente de España, Madina destacó los grandes avances en los últimos 40 años. “Somos uno de los países que tienen mejor imagen fuera, y peor imagen de nosotros mismos. Podemos dar de nuevo una sorpresa en las próximas décadas. Si queremos, podemos”, dijo. En este aspecto coincidió el discurso de Madina con el de otro expolítico vasco, Josu Jon Imaz. El ahora consejero delegado de Repsol cree que España debe enfrentarse al futuro con optimismo, y dejar atrás “el autoflagelo, la mala concepción que tenemos de nosotros mismos”, y que no es compartida desde fuera, donde se considera a España un “país fiable”.

No obstante, Imaz ve preciso que las instituciones apoyen la educación para lograr “un país competitivo que garantice que el ascensor social funcione”, y que los jóvenes “tengan las mismas oportunidades que tuvieron sus padres”. “De la crisis ha salido una generación muy tocada”, según el directivo de la petrolera, por lo que es preciso darle oportunidades de empleo que estén acordes con su formación. “Pero el empleo no se crea por generación espontánea. Lo crean las empresas y las empresas las crean los empresarios”, dijo Imaz, que reivindicó su papel social. “Aquí apoyamos a los emprendedores hasta que se convierten en empresarios”, apuntó. Y reivindicó la necesidad de “potenciar” la fortaleza en España de la industria, que genera salarios altos comparados con otros sectores.

Rafael del Pino, presidente de Ferrovial, también pidió huir del derrotismo. “Han sido 40 años increíbles. En el 78 nadie pensó que íbamos a estar donde estábamos, partiendo de una economía cerrada y con empresas domésticas. En estas cuatro décadas, la renta per cápita ha crecido un 80% y eso se ha conseguido porque el Gobierno y el mundo de la economía han caminado juntos”. El ejecutivo apostó por crear un marco de estabilidad y crecimiento, potenciando la educación para “atraer capital y talento y retener el que tenemos o, que si se marcha, que regrese con más talento”. Del Pino recordó que tras varias generaciones extraordinarias de ingenieros, el talento diferencial ha cambiado de signo y debemos volver a ser capaces de que la universidad produzca los mejores graduados.

Por su parte, Ángeles Santamaría, consejera delegada de Iberdrola España, recordó que hay que transitar “hacia un modelo basado en energías limpias y más redes de transporte y distribución”, pero sin perder de vista que hay “un cliente empoderado, mejor informado, que demanda servicios adaptados”.

José Ignacio Goirigolzarri, presidente de Bankia, no dudó en señalar que la desigualdad en España está relacionada con el desempleo y reclamó ser “realistas” con la empleabilidad. Recordó que un tercio de los jóvenes de entre 24 y 34 años no tiene educación secundaria superior y el 20% entra en la clasificación de nini (ni estudia ni trabaja). Es necesario dotar de habilidades a este segmento de la población para incorporarlo al mercado de trabajo, ya que lo contrario sería “letal” para la economía española, continuó Goirigolzarri.

El presidente de Bankia recalcó el impacto que tendrá la digitalización en la estructura del empleo y llamó a reflexionar no solo sobre los puestos de trabajo que la tecnología va a destruir, sino sobre las posibilidades que generará. “Tenemos un desequilibrio de actividades extraordinario. Ese es el principal reto que tienen la economía y la sociedad españolas para los próximos años”, concluyó.

La jornada que habían inaugurado Manuel Polanco, presidente de PRISA, y Charlotte Erkhammar, consejera delegada global de Kreab, contó con las palabras finales de la ministra de Economía, Nadia Calviño. Esta, que ha desarrollado gran parte de su carrera en la Comisión Europea, insistió en que muchos de los cambios a que se enfrenta la sociedad suponen un reto pero, al mismo tiempo, son oportunidades susceptibles de ser utilizadas. Como la evolución demográfica, que presenta retos pero también es “un nicho de oportunidades” en el ámbito laboral y en las innovaciones tecnológicas. Igual que el cambio climático, que, insistió la ministra, “exige actuar, pero puede ser también un catalizador para la transición energética y para el impulso de sectores de alto valor añadido”.

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