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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

¿Han dejado de desendeudarse los hogares españoles?

El apalancamiento de las familias está lejos de los precrisis, pero repunta y eso no es buena noticia

El proceso de desendeudamiento de los hogares, conforme a la información recogida en las Cuentas Financieras publicadas por el Banco de España, continuó en 2017, aunque a un ritmo más relajado que en años anteriores. Así, el valor nominal de su deuda descendió un 1%, la tasa más baja desde 2010. Esta ralentización es el reflejo del deterioro sufrido por el excedente financiero generado por dicho sector. Según las Cuentas no Financieras que elabora el INE, los hogares presentaron una necesidad de financiación —es decir, su ahorro fue insuficiente para financiar su inversión— por primera vez desde 2008, fruto de una caída intensa del ahorro y de un crecimiento acusado de su inversión, fundamentalmente en vivienda.

Sin embargo, según las Cuentas Financieras, cuyos resultados suelen diferir de los contenidos en la publicación del INE debido a algunas diferencias en la clasificación sectorial de ciertos hogares, las familias en 2017 aún generaron un excedente financiero positivo pero muy inferior al registrado en años anteriores. En cualquier caso, está claro que, como mínimo, tuvo lugar un descenso importante de dicho excedente, reduciéndose por tanto el volumen de recursos con los que cuentan los hogares para amortizar su deuda.

De hecho, el volumen de la deuda destinada a financiar el consumo aumentó. Aunque su crecimiento no es algo reciente: esta deuda empezó a crecer en 2014, y al final de 2017 era un 60% superior al mínimo de 2013, aunque todavía se encontraba por debajo del máximo alcanzado antes de la crisis. Lo que ocurre es que el volumen de este tipo de deuda es muy pequeño en comparación con la destinada a la adquisición de vivienda, que es donde se concentra el proceso de desendeudamiento de los hogares. Aunque la adquisición de viviendas crece, y con ella el crédito nuevo destinado a su financiación, la amortización del stock de deuda acumulada aún es superior al crédito nuevo, de modo que el proceso de desendeudamiento continúa.

Desaceleración en el empleo

Los resultados de afiliación a la Seguridad Social y de desempleo registrado de abril apuntan a una desaceleración en el ritmo de crecimiento del empleo, intensificando así la tendencia observada el mes anterior. Esta desaceleración, que afectó de forma generalizada a todos los sectores económicos, procedió de los afiliados con contrato temporal, que en términos desestacionalizados sufrieron incluso un descenso. Se suma este resultado al de los indicadores PMI, tanto de manufacturas como de servicios, que en abril también registraron un retroceso por segundo mes consecutivo. Los primeros indicadores de que disponemos apuntan, por tanto, a que la economía inicia el segundo trimestre con una tendencia de ralentización.

Pero si el ahorro se mantiene en niveles tan reducidos, y la adquisición de viviendas sigue creciendo, en poco tiempo la deuda nominal de los hogares volverá a incrementarse, quizás este año o el próximo. Con ello, la corrección de uno de los desequilibrios más importantes que generó nuestra economía podría estar llegando a su fin. Lo que debemos plantearnos es si este proceso ha finalizado demasiado pronto, o si por el contrario el volumen de deuda se encuentra ya en niveles sostenibles.

Para analizar esta cuestión debemos tener en cuenta, en primer lugar, que en relación con la renta disponible bruta (RDB) de los hogares, el endeudamiento va a seguir reduciéndose. Además, la caída de los tipos de interés ha sido tan extraordinaria, que la carga financiera de la deuda —es decir, el pago de los intereses más la amortización— supone ahora un porcentaje de la RDB inferior incluso al que suponía en 2000, antes de que las familias españolas iniciaran su intenso proceso de endeudamiento. De hecho, los intereses pagados por estas en 2017 ascendieron a menos de 5.000 millones de euros, menos de la mitad de lo pagado en el año 2000, pese a que la deuda nominal es ahora muy superior a la que había entonces. Téngase en cuenta que en 2008 se pagaron 40.000 millones por este concepto.

Es cierto que los tipos de interés comenzarán a ascender en breve, pero ahora mismo es inimaginable que, a medio plazo, vuelvan a alcanzar niveles cercanos a los observados en el pasado. Por tanto, puede decirse que el nivel actual de endeudamiento de los hogares es sostenible, en el sentido de que no es esperable que a lo largo de los próximos años sea fuente de tensiones que puedan generar, como ocurrió durante la crisis, una espiral de ajuste del consumo, y por tanto de la actividad económica y del empleo.

Cuestión aparte es si, pese a ser sostenible, es conveniente que los hogares comiencen ya a presentar déficit financiero y a endeudarse, cuando el volumen total de deuda externa de nuestra economía es uno de los más elevados del mundo. En este sentido, lo deseable sería que este sector contribuyera con un saldo financiero positivo al desendeudamiento del conjunto de la economía.

María Jesús Fernández es economista sénior de Funcas. 

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