China: un riesgo latente
El esperado frenazo del gigante asiático no ha ocurrido; pero los problemas estructurales persisten
El yuan chino se cambia a 6,30 frente al dólar, lo que supone un nivel cercano al que llevó a su devaluación en agosto de 2015. Aquella decisión se interpretó como el reconocimiento por parte de las autoridades de que los esfuerzos por dirigir la economía hacia el sector servicios y de reducir la dependencia del sector exterior no estaban generando los resultados esperados. Es más, a tenor de la reacción de los mercados financieros mundiales, el veredicto de éstos fue que estábamos a las puertas de una crisis económica en China (con un claro efecto contagio al resto del mundo vía varios canales). Ahora, casi tres años después, y habiendo recuperado el yuan todo lo perdido (casi un 15% de su valor), se puede afirmar que no sólo no se ha producido la recesión, sino que ni siquiera hemos asistido a una desaceleración. En 2015, el PIB de China creció un 6,9%. Los últimos datos que se han conocido, correspondientes al primer trimestre de este año, arrojan un avance del 6,8% interanual.
Con todo, China sigue siendo uno de los focos de preocupación. En primer lugar, porque se encuentra inmersa en un conflicto comercial con EE UU. A finales de enero, Donald Trump anunció la imposición de aranceles sobre las importaciones de placas solares y lavadoras; a finales de febrero, las de acero y aluminio. Tras esto, se han sucedido las amenazas sobre aranceles a más productos, lo que supone un claro riesgo para el PIB chino; porque, aunque la transformación del modelo productivo continúa, sigue siendo el mayor exportador del mundo. En segundo lugar, porque China es uno de los países con mayores ratios de deuda: el endeudamiento privado alcanza un saldo equivalente al 250% del PIB. El FMI (en su informe sobre estabilidad financiera, GFSR en inglés) advertía del peligro que suponen los altos niveles deuda de las empresas chinas, gran parte de la misma concentrada en la 'banca en la sombra'. El éxito de las autoridades chinas en el control de esta vulnerabilidad financiera será clave para evitar que se produzca el tan temido aterrizaje brusco de China. Y en tercer lugar, porque estamos asistiendo a una caída del precio de la vivienda. De momento es de escasa cuantía, pero cuando se observa la revalorización acumulada (+250%) en los últimos 10 años y se compara con otros episodios similares en otras economías se generan señales de advertencia. En resumen, el riesgo de que China se desacelerara bruscamente no se ha producido. Ni siquiera la devaluación ha tenido un efecto duradero y el yuan ha conseguido recuperarse. Sin embargo, a pesar de las mejoras de algunas de sus debilidades, China no dejará de ser uno de esos focos de riesgo que los economistas y gestores de carteras miramos casi a diario.
David Cano y Nereida González son profesores de Afi, Escuela de Finanzas.
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