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Columna
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Venta de activos improductivos

La reducción de la morosidad bancaria, en su sentido más amplio que incorpora a los activos improductivos procedentes de la adjudicación en impago, continúa siendo una de las principales prioridades en la banca europea en general, y especialmente en el caso español, que en ese aspecto se halla algo peor que la media europea, pese a los esfuerzos de reducción llevados a cabo hasta la fecha.

De hecho, en el mapa de riesgos bancarios para 2018, recientemente publicado por el Banco Central Europeo (BCE), el elevado nivel de los activos improductivos, junto a la compresión de márgenes en un contexto de tipos de interés ultra-bajos, aparecen como los dos principales riesgos al que se enfrenta el sistema bancario europeo. Esa preocupación por los activos improductivos en Europa, su lenta reducción, y su heterogeneidad entre países, es lo que ha llevado a las autoridades económicas (Eurogrupo), reguladoras (Autoridad Bancaria Europea, EBA) y supervisoras (BCE), a impulsar medidas de diversa índole para acelerar la reducción de activos improductivos, culminando con unas Guías de Actuación, elaboradas conjuntamente por el BCE y la EBA, incrementando la presión supervisora al respecto.

En el caso español, a la evolución de ese tipo de activos bien podría aplicársele el dicho de “botella medio vacía o medio llena”. Es cierto que los activos improductivos se han reducido sustancialmente desde los máximos alcanzados en 2013, cuando los 192.000 millones de dudosos representaban una tasa de morosidad contable del 13,8%, que se elevaba al 18,5% de activos improductivos totales si se incluían también los adjudicados. En los cuatro años transcurridos desde entonces se ha reducido en algo más de 100.000 millones la suma de ambos componentes, lo que indica el importante esfuerzo de saneamiento realizado (“botella medio llena”), pero ello es óbice para reconocer que el elevado volumen de activos improductivos que todavía permanece en los balances bancarios (en torno al 8% de mora contable, que se eleva a 11%-12% si se añaden los adjudicados) sigue constituyendo un lastre para su rentabilidad.

Es en dicha consideración donde cobran cuerpo las diferentes propuestas europeas de favorecer un mayor desarrollo de mercados secundarios de activos improductivos (dudosos, fallidos o adjudicados), de tal manera que los mismos permitan dar salida a dichos activos de los balances bancarios con una mayor celeridad de lo que se consigue con una estrategia basada simplemente en mejorar las recuperaciones por parte de los deudores.

De hecho, ya en el pasado año la venta de activos improductivos ha representado un importante factor de aceleración de su reducción, especialmente de la mano de las operaciones de venta de adjudicados llevadas a cabo por los dos grandes bancos, y que ha permitido que sólo en dicho año se hayan vendido más activos que en la suma de todos los años transcurridos tras el pico de morosidad. La senda abierta por dichas entidades, y la propia presión por parte de los supervisores, sin duda actuará como acicate para que otras entidades sigan un camino similar en los próximos meses.

(*) Profesores de AFI- Escuela de Finanzas

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