Sto aterriza con el auge inmobiliario
El grupo alemán, líder en recubrimientos de fachadas, busca en España compensar la contracción del mercado germano
El 14 de junio de 2017, un incendio en un edificio residencial en Londres mató a 71 personas, según los cálculos de la policía. A la dimensión de la tragedia contribuyó la acelerada extensión del fuego por los recientemente instalados recubrimientos de la fachada de la torre Grenfell, de poliestireno y aluminio, que provocaron que, en pocos minutos, la mayor parte del edificio estuviese en llamas. Para José Almagro, director general en España del grupo alemán Sto, uno de los mayores fabricantes del mundo de recubrimientos de fachadas, el impacto del desastre fue inmediato. “Nunca antes habíamos recibido tantas llamadas”, relata. “Muchos de nuestros clientes vieron aquello por televisión y se preocuparon. Tuvimos que tranquilizarles: un desastre de este tipo nunca sucede por algo en concreto, sino por muchas cosas a la vez, y, aparte, una reforma como la que se hizo en Londres jamás podría ocurrir bajo la normativa española”.
El que los clientes estén tranquilos sobre la seguridad de la reforma de sus viviendas es importante para el grupo alemán, que cimenta parte de su crecimiento en España. Este ronda, según Almagro, el 20% anual. Una cifra por encima de la del conjunto del grupo, que en los nueve primeros meses de 2017 incrementó su facturación un 4,1% para cerrar septiembre en 981 millones de euros. España y América Latina son piezas esenciales de una estrategia que intenta romper la dependencia de la corporación —que recibe su nombre de la familia Stotmeister, que gestiona la firma desde 1936— del mercado germano, que aún representa alrededor del 45% de sus ingresos.
Las perspectivas son buenas. Según la consultora Grand View Research, el mercado de aislamientos externos puede ascender a 111.100 millones de dólares para 2025 gracias a las necesidades de mejorar la eficiencia energética de viviendas y oficinas. Pero no es la única línea de negocio de Sto, que también fabrica morteros —el negocio original de la compañía— pinturas, aislamientos acústicos, hormigón para usos especializados y pavimentos. En los últimos años, la firma ha adquirido el fabricante alemán de pavimentos Ströher y la noruega Hesselberg Bygg, especializada en recubrimientos para suelos.
Sin embargo, el último informe anual de la compañía reconoce que el crecimiento internacional no ha sido suficiente para compensar la caída del mercado alemán y las turbulencias políticas en países como Turquía. El pasado ejercicio, el grupo sufrió una caída de sus beneficios, que pasaron de 81,6 millones de euros a 68,1 (antes de impuestos). Y aunque en 2017 las cifras parecen haberse recuperado, en verano la empresa dio despidió a 53 personas, de las que 28 trabajaban en su sede de Stühlingen, en la frontera entre Alemania y Suiza.
Planificación para crecer
“El grupo se ha hecho muy grande y diversificado en países y culturas y en ocasiones el crecimiento se descontrola, sin dejar mucho tiempo a la reflexión”, considera Almagro. “Ahora ha llegado un momento de hacer balance. Este grupo tiene una cosa muy buena: es exquisitamente preciso y planifica muy a rajatabla. Si hay beneficios, tienen que ser los que están pensados de antemano. Ahora que la crisis está acabando la empresa quiere colocarse para lo que está por venir”.
España es parte de ese posicionamiento, aunque según Almagro “aún somos una filial pequeña”. El recalentamiento del mercado inmobiliario, gracias a la rehabilitación (los registradores estiman que solo una de cada 10 viviendas vendidas en 2017 será nueva) da esperanzas al grupo de continuar su potente ritmo de crecimiento. “En España no se hace lo suficiente para mejorar el aislamiento térmico de las viviendas. Por ejemplo, en el norte de Europa está prohibido que las calderas y las campanas extractoras de la cocina compartan una salida de gases, algo que pasa en muchas casas españolas. Y mientras siga existiendo la rejilla, no se pueden hacer casas herméticas, donde el calor no se pueda fugar por las rendijas”.
Pero puede no ser bastante. “Nosotros nos enfocamos en la vertiente más premium del sector de la construcción; estamos orientados hacia los profesionales”, explica Almagro. “Hacemos un abanico de productos que solo los profesionales muy especializados sabrán diferenciar de los de nuestra competencia. Y en España, aunque partíamos de un punto muy bajo, los estándares no han mejorado al nivel en el que tenían que estar”.
En ese sentido, Almagro ve dos desafíos en el mercado español: la formación de los profesionales y los sistemas de pago a proveedores. En lo que respecta al primero, “España es muy rico en cuanto a personas, pero hay problemas en lo que se refiere a los estudios no universitarios, las antiguas maestrías. Muchas empresas salen quejándose de que no hay pintores buenos, pero nadie se pregunta si se han preocupado de que los haya”. A ejemplo de su país de origen, la filial ibérica de Sto hace hincapié en la formación profesional dual. “Tenemos acuerdos con escuelas universitarias. Pero es aún algo minoritario, de nada sirve si no lo hacemos todos”. En lo segundo, Almagro recuerda que “fuera de España los pagarés no se usan como aquí”, lo que, según él, tiene un efecto en la productividad.
El énfasis en la calidad del producto obliga a la compañía a tener constantemente un ojo puesto en la innovación; en 2016, la empresa invirtió 14,3 millones de euros (un 1,2% de la facturación) en I+D. “Con una mano vendemos nuestro producto estrella, la línea de sistemas de aislamientos térmicos por el exterior (SATE), y por con la otra abrimos espacio para nuestras nuevas líneas de negocio”. Entre las innovaciones que la empresa está sacando al mercado, Almagro hace especial referencia a una: “Se habla mucho del aislamiento térmico, pero poco de la absorción acústica”, relata. “A mucha gente le pasa: van a un restaurante y no pueden escuchar al que está hablando dos sillas más allá. Nosotros estamos comercializando placas y morteros acústicos que cumplen con el código técnico y reducen la reverberación”.
Historia
1936. Wilhelm Stotmeister se hace con una fábrica de cemento y cal en Stühlingen, en el estado alemán de Baden-Württemberg.
1962. La empresa empieza a comercializar sus productos bajo la marca Sto, una adaptación del apellido familiar.
1966. Entrada del grupo en el mercado de los aislamientos con la comercialización del primer sistema compuesto de protección térmica.
1972. Apertura de la primera filial del grupo, en Suiza.
1992. Salida a Bolsa. En 2013 Sto pasaría a ser una sociedad comanditaria por acciones, una forma jurídica habitual entre las firmas familiares alemanas.
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