_
_
_
_
OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Europa le va ganando el año a EE UU

Todos los países de la eurozona crecen, y los del Este lo hacen a ritmos espectaculares

Xavier Vidal-Folch
 Jean Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, en una conferencia de prensa.
Jean Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, en una conferencia de prensa.AURORE BELOT (AFP)

Hace un año la incertidumbre política atenazaba a Europa, sintetizó el presidente del BCE, Mario Draghi, a este diario; los populismos iban a ganarlo todo; la recuperación económica parecía anémica; la UE vivía una "crisis existencial", describió Jean-Claude Juncker.

Más información
Arreglemos el tejado de Europa mientras brilla el sol
Berlín rechaza las reformas del euro que proponen Macron y Juncker
Bruselas impulsa su propio Fondo Monetario para apuntalar el euro

Hoy la incertidumbre política es inferior a la de EE UU; los populismos han sido derrotados, aunque resistan e influyan demasiado; el pulso de la coyuntura no solo no es anémico sino que "ya no usamos la palabra recuperación, sino expansión económica", como se jacta en afirmar Draghi; así que "el viento vuelve a henchir las velas de Europa", y hay que "aprovecharlo", insta Juncker.

Quizá el dato más significativo de este cambio —que, naturalmente, nadie reconoce, por miedo a ser tildado de optimista— es que la eurozona le está ganando la partida del crecimiento a EE UU, aunque este viejo rival vaya de momento como un tren.

¿Cuál es el punto de partida? Antes de la Gran Recesión, en 2004, la UE (a los hoy 28) aventajaba a EE UU en el escenario mundial, en casi tres puntos: suponía el 31,4% de la economía global, frente al 28,1% de la economía norteamericana; al salir de la misma, en 2014, se encontraron casi emparejadas: UE, 23,8% del PIB mundial; EE UU, 22,2%. (The EU in the world, edición 2016).

Ilustra mucho recordar que los europeos seguían albergando, pese a la crisis, la primera economía del mundo. No los norteamericanos, contra lo que aún muchos creen.

Y que estos achicaron la distancia, saliendo mucho antes del agujero: gracias a la más veloz reacción de su banco central, la Reserva Federal; a la movilización de su presupuesto global; y al rápido saneamiento bancario.

Pero en los dos últimos años tanto la eurozona como la UE vuelven a agrandar distancias. Sobre todo en 2017.

En el tercer trimestre, crecieron a un ritmo del 2,6% (sobre igual periodo de 2016), frente al 2,3% de EE UU (Eurostat, 7/12).

Lo relevante es que no solo Alemania crece como una moto, sino que los farolillos rojos mediterráneos, los periféricos devastados por la crisis, también. España sigue marcando el tres; Irlanda, el 4,8% (previsión de cierre); a la roja Portugal las agencias de calificación le suben categoría, y la muy roja Grecia ya vuelve a financiarse en los mercados, y al mismo coste que en 2009: aún se reducirá más.

Además, lo de los países insumisos orientales fue de cine: un alza anualizada del PIB, al tercer trimestre, del 5,3%; con rumanos en el 8,3%; letones en el 6,2%, y polacos y checos en el 5%. Causas: la tracción alemana, los fondos estructurales europeos, la modernización.

Ríanse de las cifras los automutilantes. Siempre tendrán motivo. Porque hay razones para exigir más: la deuda pública está sobre los 90 puntos (contra los 70 de finales del siglo XX); la (des)convergencia solo se ha parado, aún apenas se revierte; el paro todavía bordea el 9%. Vulnerabilidades a discutir y enmendar. Pero ¿tienen derecho a enfatizarlas quienes no las califiquen de adversativas?

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_