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Alianzas frente al gigante asiático

El triángulo trasatlántico entre Estados Unidos, España y América Latina debe reforzarse para ser más competitivo frente al avance de China en la economía global

Desde la izquierda: Margarita Oliva Sainz de Aja, jefa de finanzas latinoamericanas de Baker MacKenzie;  Andrés Barberis, director de Autopistas Argetinas (Abertis);  Neil Chernoff, director del Desarrollo de Alianzas de Iberia; Luciano Scandolari, jefe de Operaciones para América Latina de PwC, y Rodrigo Hilario, director estratégico de Renfe. 
Desde la izquierda: Margarita Oliva Sainz de Aja, jefa de finanzas latinoamericanas de Baker MacKenzie; Andrés Barberis, director de Autopistas Argetinas (Abertis); Neil Chernoff, director del Desarrollo de Alianzas de Iberia; Luciano Scandolari, jefe de Operaciones para América Latina de PwC, y Rodrigo Hilario, director estratégico de Renfe. EDU BAYER

A las espaldas de la sede del Departamento de Estado en Washington se alza una estatua ecuestre de bronce dedicada a Bernardo de Gálvez. “Cada vez que paso por delante me acuerdo de España”, comenta Thomas Shannon, el diplomático con el conocimiento más profundo en la Administración que preside Donald Trump sobre las sinergias con América Latina. La base recuerda la contribución de los soldados españoles a la causa de la independencia de Estados Unidos.

El subsecretario de Estado arrancó así el foro anual organizado por la Cámara de Comercio España-EE UU y el diario EL PAÍS con el patrocinio de BBVA, Iberia, Renfe, Abertis, Baker Mckenzie y PwC, para explorar las oportunidades de negocios en el triángulo que forman las tres regiones. La cita no era casual, aunque la historia tiende a diluir estos hitos. La estrecha relación entre las dos orillas del Atlántico se enfrenta ahora a nuevas fuerzas globales que compiten por hacerse con la mayor tajada en la prosperidad, como Asia, Oriente Medio y África.

China se colocó así en el centro de los debates en los paneles de la reunión celebrada en Nueva York, en la que participaron representantes institucionales, analistas y directivos de empresas multinacionales. Es la evidencia de que el gigante asiático es un actor cada vez más relevante en la escena internacional. “Las consecuencias serán significativas”, auguró el embajador Alan Solomont, presidente de la Cámara de Comercio España-EE UU, “por eso debemos actuar juntos para preservar los intereses estratégicos existentes”.

Estados Unidos es actualmente el principal inversor extranjero en América Latina, seguido de España. China es el tercero y avanza rápido. “Es un jugador cada vez mayor”, señaló Luciano Scandolari, de la consultora PwC. La opinión compartida es que para preservar esa triangulación atlántica es necesario reforzar las alianzas existentes entre las tres regiones, aunque sin cerrar la puerta a la relación con Pekín, porque también puede contribuir a la prosperidad.

“Es bueno que los países asiáticos quieran invertir en la región”, valora Neil Chernoff, director de desarrollo de redes y alianzas de la aerolínea Iberia. La demanda creciente en las rutas del Pacífico, explicó, les permite abrir nuevas vías y aumentar la capacidad en el continente latinoamericano. “Para nosotros es una oportunidad para conectar tráfico”, señala. La recesión obligó a la compañía a recortar capacidad en algunos mercados, como Brasil y Argentina.

América Latina es una región en la que Iberia espera seguir creciendo durante los próximos cinco años, tras un 2014 y un 2015 que fueron muy complejos. Chernoff sí deja claro que cualquier movimiento que hagan los inversores chinos debe hacerse en condiciones de mercado. El temor de los empresarios es que los gobiernos en el continente se vean tentados por los beneficios a corto plazo, porque en la superficie sus propuestas parecen muy sólidas.

Relación inteligente

La misma reflexión hace Rodrigo Hilario, director estratégico de Renfe. La relación debe ser inteligente. Los fondos chinos son muy potentes, dice, pero sus empresas no son tan competitivas en cuanto a flexibilidad en los contratos y en fiabilidad de sus sistemas. “Son como cajas negras”, explica, “nunca sabes lo que te espera”. “Los gobiernos deben evaluar los pros y los contras de los proyectos a largo plazo. Cuando son muy complejos, los chinos no lo hacen bien”.

Andrés Barberis, que está a cargo de la gestión de las infraestructuras de autopistas de Abertis en Argentina, no ve directamente la competencia china en su industria pero sí reconoce que hay constructores interesados por invertir en la región aprovechando que necesita modernizar sus infraestructuras de transporte. “Hay ciertamente más competencia”, opina Margarita Oliva desde Baker McKenzie, pero también señala que las empresas chinas “tratan de invertir en una región que no conocen y sin tener experiencia internacional”.

Es por esta rápida evolución de las condiciones económicas globales por lo que, según los expertos, la triple relación transatlántica debe adaptarse a los nuevos retos para evitar que gravite completamente hacia Asia y no desaprovechar así las oportunidades que se presentan. La inversión en infraestructuras va a ser clave en este sentido para que los países latinoamericanos sean competitivos, señala Barberis, “el efecto multiplicador en el crecimiento y en el empleo es enorme”.

La estrategia de Renfe pasa por estrechar la cooperación con los operadores de ferrocarril en la formación de personal, intercambio de conocimiento o asesoramiento para el desarrollo de la infraestructura. “Hay muchas cosas por hacer”, señala Hilario. Iberia, por su parte, ve oportunidades para modernizar los aeropuertos y precisa que la mejor manera de combinar redes es formando empresas conjuntas. Las fusiones son complejas por las dificultades reguladoras.

“Lo positivo es que las tendencias económicas y demográficas van en la buena dirección”, valora Luciano Scandolari al analizar la situación en América Latina. “Están elevando la capacidad de consumo a un ritmo que no se ve en otras partes del mundo y eso crea oportunidades en múltiples sectores”. Se refiere en concreto al sector financiero y de la salud. También cita el potencial en el ámbito de las energías renovables y el sector inmobiliario.Aconseja, en todo caso, “ser selectivos”.

El Fondo Monetario Internacional proyecta un crecimiento del 1,2% para este año en el subcontinente americano, tras una contracción del 0,9% en 2016. Repuntará al 1,9% en 2018. “La recuperación está encarrilada tras años de dificultad”, afirma el economista Jorge Roldós, aunque admite que la región está lejos aún de alcanzar su crecimiento potencial. También cita la retórica proteccionista y un eventual debilitamiento de China como puntos de riesgo.

El margen fiscal para apoyar el crecimiento, sin embargo, es limitado. Lisa Schineller señala desde la agencia de calificación Standard & Poor´s que cada vez más países de los 28 que analizan tienen una dinámica fiscal vulnerable que puede llevar a rebajas en la nota crediticia. Es, en cualquier caso, una tendencia muy similar a la que se ve en el resto del mundo. Con el ritmo actual de crecimiento, anticipa, la deuda pública y externa seguirá inevitablemente creciendo.

Jorge Sicilia, economista jefe del BBVA, está convencido de que el crecimiento repuntará aunque asume que no se alcanzarán los niveles previos a la crisis. “Lo bueno es que la región es más resistente de lo que se piensa”, dice, “lo malo es que su crecimiento depende mucho de China y de las materias primas”. Tampoco le gusta que la productividad baje. En su opinión, se debe decidir si el modelo de crecimiento en estos países se acomoda a estos ritmo o tratan de elevarlo.

El gran reto es cómo poner las cuestiones políticas al margen de la economía. Es complicado porque en el próximo año la región se enfrenta a múltiples procesos electorales. Tanto los empresarios como los economistas insisten en la estabilidad política, la solidez institucional, el buen gobierno, el combate de la corrupción y el respeto de la ley como elementos clave para atraer la inversión extranjera. Confían en que se consolide el impulso a las reformas estructurales en marcha.

“Se trata de construir sobre las cosas que se tienen en común”, insiste Jorge Roldós. En este sentido, el embajador de México ante los EE UU, Gerónimo Gutiérrez, está convencido de que la región está mejor posicionada que otras partes del mundo para prosperar, porque es rica en recursos, cuenta con talento y una población joven para sacar tajada a las oportunidades que se presentan con la nueva economía. Por eso destaca la importancia de reforzar las coaliciones establecidas y posicionarse como un actor global clave.

Invertir en talento

América Latina logró importantes avances durante los últimos años en la reducción de la pobreza y como consecuencia, la expansión de su clase media es una fuente de oportunidades para hacer negocio y contribuir a mejorar la vida de los ciudadanos. Pero la desigualdad económica y social sigue siendo el principal adversario para la región. El reto de conseguir un reparto equitativo de la prosperidad, como reconocieron los panelistas de todas las áreas de la economías, es formidable.

Para mover las ruedas en la dirección correcta, los expertos destacaron la importancia de que se invierta en el capital humano para aprovechar el talento y formar a las nuevas generaciones en lo que se denomina como la economía creativa. Eso exige, señalan, que los gobiernos sean innovadores a la hora de movilizar los recursos hacia la enseñanza y establecer asociaciones con el sector privado para preparar a las nuevas generaciones en los trabajos del futuro.

La clase media en América Latina creció con fuerza durante los últimos cinco años y como señaló Jorge Sicilia, economista jefe del BBVA, son los que demandan ahora que se establezcan políticas adecuadas para responder a sus necesidades. “Piden educación, piden salud y no son cosas fáciles de incorporar”. En este sentido, los analistas coinciden en que debe haber un replanteamiento de los modelos para poder dar respuestas a estas inquietudes crecientes.

Las empresas participantes en el foro y los inversores dejaron claro que buscan oportunidades que respondan a la vez a las aspiraciones crecientes de la sociedad. El sector privado, sin embargo, necesita certidumbre y poder definir bien los riegos para integrar este tipo de programas en sus estrategias de negocio. El Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial ofrecen ya mecanismos para poder manejar mejor estas inversiones transformadoras.

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