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Blackberry se sube al coche autónomo

La firma canadiense resucita gracias a la venta de sistemas de seguridad para industrias como las de automóvil y la sanitaria

El BlackBerry Key One, modelo presentado en el pasado Mobile World Congress en Barcelona.  
El BlackBerry Key One, modelo presentado en el pasado Mobile World Congress en Barcelona.  Albert Gea (Reuters)

La conversación la protagonizan un diplomático de las Naciones Unidas, que blande su flamante teléfono Key One, y un funcionario fan del iPhone.

—¿Veo que sigues usando BlackBerry?

—Sí, es el modelo más nuevo, funciona con Android.

—¿Pensé que había muerto?

—Siempre resucita con algo diferente, aunque lo hacen tarde y son caros.

La empresa subcontrata la fabricación de sus teléfonos móviles sobre todo a la china TCL

—¿Entonces?

—Continúa siendo el más seguro.

El breve intercambio refleja de donde viene y hacia donde va la firma electrónica canadiense. BlackBerry, se podría decir, tiene un optimismo perpetuo que la hace inmortal pese a que su comunidad se redujo a la mínima expresión. Ahora emerge de una situación de coma profundo. En lugar de fabricar el KEYone, licencia la marca y sus tecnología de encriptado a compañías como TCL y Optiemus Infracom.

El uso de los BlackBerry llegó a ser tan popular en Wall Street y Washington que sus dispositivos eran conocidos como los CrackBerry, por su grado de adicción. Eso fue antes de que Apple introdujera hace 10 años el iPhone y metiera a la industria en una nueva dinámica, que se aceleró con los dispositivos Android de Google. Pero fue demasiado lenta para adaptarse al ritmo que imprimían los nuevos rivales. La marca logró controlar más de dos terceras partes del mercado de teléfonos móviles en Estados Unidos. Era omnipresente. Para septiembre de 2016 no llegaba ni al 1%. Miles de empleados fueron despedidos conforme se apilaban las pérdidas en las cuentas y quemaba efectivo con rapidez para mantenerse a flote. Cuando John Chen tomó las riendas hace cuatro años, parecía que todo estaba perdido. Para sobrevivir y recuperar sus días de gloria, decidió abandonar hace un año la fabricación de los teléfonos y se concentró en el desarrollo de programas de seguridad para negocios. Los resultados empiezan a convencer hasta los que eran más escépticos con su retorno. “Blackberry es un animal completamente diferente de lo que fue hace una década”, señalan los analistas de las consultora CCS Insight.

La compañía se revalorizó un 65% en lo que va de año. Sus acciones se cambian por encima de los 11 dólares la unidad. El precio, sin embargo, es una anécdota cuando se compara con los 230 dólares que se pagaba por cada título cuando alcanzó su máximo en 2007, antes de que el iPhone irrumpiera en la industria. En menos de un mes perdió más de la mitad de su valor. Ahora su capitalización ronda los 6.000 millones. Pese a la remontada, los inversores no tienen aún claro como valorar la compañía. Chen, su consejero delegado, se pone como objetivo un incremento del 15% en las ventas de soluciones informáticas para empresas al concluir el ejercicio fiscal. Es un negocio en el que la multinacional de Waterloo (Ontario) compite directamente con gigantes como Oracle y Microsoft.

Cuentas balanceadas

BlackBerry se encuentra todavía en plena tormenta. En el primer trimestre de este año perdió 670 millones y en el segundo los números rojos se redujeron hasta la —todavía— abultada cifra de 372 millones de dólares. Sus planes son bastante optimistas: esperan seguir reduciendo pérdidas hasta equilibrar las cuentas en el segundo trimestre de 2018. Pero cuando su negocio de móviles arrasaba, el beneficio superaba los 5.500 millones al trimestre.

La tecnológica canadiense terminó el pasado ejercicio perdiendo casi tanto dinero como el que facturaba. Actualmente sus ingresos se acercan a los 250 millones al trimestre y espera cerrar el ejercicio con unos ingresos próximos a los 950 millones. Las ventas en el negocio de programas y servicios fueron de 196 millones en el trimestre, mejor de lo que esperaban los analistas de Wall Street.

Es una importante victoria para Chen tras verse forzado a tirar la toalla con los móviles en un intento a la desesperada por tocar fondo y estabilizar la empresa. El ejecutivo es conocido en el mundo corporativo por ser un experto en la reestructuración de empresas. Es lo que hizo con Sybase. “Parece que la compañía empieza a emerger de una transición que duró demasiado”, según los expertos del fondo de inversión Macquarie. Chen trató durante este tiempo de capitalizar la reputación de la marca como proveedor de programas de seguridad para las empresas. En paralelo, se hizo con el control de Good Technology y WatchsDox para reforzar su capacidad de asistir a las corporaciones a la hora de gestionar los dispositivos de sus empleados de una manera segura. También saca tajada a la compra de QNX Operating Systems.

La nueva BlackBerry presume de tener la más completa cartera de programas para empresas en todas las industrias. Recientemente anunció un acuerdo con Delphi, que también está tratando de reconfigurar su negocio, para el desarrollo de soluciones para fabricantes y operadores de coches autónomos. La plataforma tecnológica tendrá precisamente como pilar central el sistema operativo de Blackberry.

La intención es convertirse en un suministrador clave para los fabricantes, un negocio que quiere explotar comercialmente Google con su filial Waymo. El de la automoción es uno de los sectores, junto al de la salud, donde espera generar más crecimiento en el futuro. El QNX se está usando desde las grandes granjas de servidores hasta el salpicadero de los coches para evitar intrusiones externas. “Hay oportunidades muy interesantes de crecimiento”, coinciden los analistas de Morningstar en referencia a los acuerdos que ya tiene la compañía con General Electric, Siemens, Cisco Systems o Ford Motor. Pero para que la joya más preciada de Canadá vuelva a tener la fuerza que tuvo, admiten, necesita antes educar a las empresas sobre las soluciones que ofrece más allá de su mercado natural.

Y es que aunque BlackBerry ya no fabrica directamente dispositivos móviles, sino que los encarga a otras compañías, la mayor parte de sus ingresos los sigue generando con la gestiones de los teléfonos para otras empresas. La firma cuenta ahora con 2.500 millones en efectivo y logró reducir la deuda a la mitad, a 605 millones. Chen afirma que adquirirá una empresa en el ámbito de la ciberseguridad para reforzar su cartera.

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