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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

¿Quién pagará la deuda?

Las incoherencias del modelo autonómico y la situación catalana obligan a repensar el sistema fiscal

Raymond Torres

La deuda pública acaba sigue creciendo inexorablemente. En el segundo trimestre el volumen de pasivos acumulados por el conjunto de las administraciones públicas alcanzó 1,137 millones de euros, es decir 30.000 millones más que a finales del 2016. En principio, los españoles tendrían que trabajar sin cobrar durante un año entero solo para devolver lo que deben colectivamente.

Si el endeudamiento sigue avanzando es porque sus consecuencias son indoloras, por ahora. El Estado está consiguiendo financiación a un coste reducido, por la buena marcha de la economía. Pero también gracias a las cuantiosas compras de deuda del Banco Central Europeo. Así pues, desde el inicio de las medidas ultraexpansionistas del BCE, los gastos por intereses se han reducido. Mientras tanto, las administraciones públicas han contraído más deuda, por un total de cerca de 250.000 millones de euros. Sin el apoyo del BCE, las cargas financieras se hubieran encarecido, lo que sin duda hubiera obligado a un esfuerzo excesivo de moderación del déficit, descarrilando la recuperación.

En el caso de las administraciones autonómicas, el endeudamiento ha tenido incluso un impacto positivo. De facto, el Estado ha asumido las emisiones de deuda para cubrir el déficit de las otras administraciones –todo ello gracias al Fondo de Liquidez Autonómico (el famoso FLA). De esta forma, las autonomías se han ahorrado al menos 25.000 millones de euros.

Así pues, el FLA ha aportado un balón de oxigeno para pagar la educación, la sanidad y otros servicios castigados por la crisis. Pero el sistema también ha reducido el incentivo para reducir los desequilibrios y mejorar la calidad de los servicios prestados por las autonomías. El resultado es que su deuda sigue avanzando, a un ritmo incluso superior al de la economía. La deuda autonómica representa un 25,1% del PIB, dos décimas más que a finales del año pasado. El porcentaje es significativamente mayor en la Comunidad Valenciana, Castilla-La Mancha y Cataluña. Estas comunidades son también las que más han incrementado sus pasivos desde el inicio de la crisis.

El informe de expertos sobre la financiación autonómica da algunas pistas sobre cómo reformar el sistema. Se trata de asegurar la financiación de los servicios básicos, y a la vez mejorar los incentivos para la buena utilización de los recursos transferidos. Una solución sería la supresión progresiva, en un periodo razonable, de los fondos de suficiencia y de convergencia. Otra consistiría en ceder la totalidad de uno de los impuestos actualmente compartidos (por ejemplo el IRPF), de forma que cada comunidad pudiera asumir plenamente las consecuencias de una mejora de los servicios prestados. Un nuevo encaje entre administraciones centrales y autonómicas también ayudaría. Algunos de los ministerios de la administración central se podrían desplazar a otras comunidades, para favorecer la expansión de polos de desarrollo.

Por otra parte, la política de empleo podría convertirse en un potente instrumento de corrección de los desequilibrios territoriales y por ende de contención de la deuda, como lo demuestra la experiencia de Estados federales como Canadá. En España, el camino pasa por una refundación de las políticas activas junto con un fortalecimiento del seguro de desempleo y de la red de oficinas de empleo.

Finalmente, y como contrapartida a lo anterior, la mutualización de la deuda debería tener una contrapartida en materia de contención del déficit y de mejoras de estructura. La normativa en vigor, que prevé condiciones para el acceso a los mercados en condiciones favorables, tiene que aplicarse.

Nada parece frenar el endeudamiento. Ni las entradas de impuestos conseguidas gracias al auge de la economía, ni la reducción de las cargas financieras facilitada por las medidas ultra-expansionistas del Banco Central Europeo. Las perspectivas no son favorables, teniendo en cuenta las últimas previsiones del Banco de España, que apuntan a una desaceleración en los próximos meses. Paradójicamente, el conflicto en Cataluña añade urgencia a una reforma ineludible por motivos macroeconómicos, la de la financiación autonómica.

Raymond Torres es director de Previsión y Coyuntura de Funcas. 

Déficit público

En el segundo trimestre, el déficit para el conjunto de las administraciones públicas alcanzó cerca del 2,2% del PIB, nueve décimas menos que un año antes. Este retroceso es fruto de un aumento de los recursos, a un ritmo anual del 4,7%, a un estancamiento del gasto público. Por sectores, los resultados apuntan a un esfuerzo notable de contención del déficit en la Administración Central. Los Fondos de Seguridad Social y las Administraciones Locales también mejoraron, aunque levemente, su posición. Por el contrario, el déficit de las administraciones autonómicas se deterioró ligeramente. El objetivo de déficit público para todo el año es del 3,1% del PIB.

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