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La movilidad del futuro se aproxima por los cielos

Diversas iniciativas visionarias amenazan con provocar en poco tiempo una revolución en el transporte

El Solar Impulse II, avión propulsado por energía solar, aterriza en San Francisco tras atravesar el Pacífico. 
El Solar Impulse II, avión propulsado por energía solar, aterriza en San Francisco tras atravesar el Pacífico. JEAN REVILLARD / REZO

El término moonshot (disparo lunar) se emplea en empresas, agencias gubernamentales y universidades para denominar proyectos que puedan dar solución a problemas de manera radical. Su origen se remonta a 1961, cuando el presidente estadounidense John F. Kennedy anunció su intención de enviar una misión tripulada a la Luna, a pesar de no contar aún en esa fecha con la tecnología para lograrlo. La suela de Neil Armstrong sobre la superficie lunar ocho años después coronó la suma de los esfuerzos.

El transporte de personas y mercancías requiere actualmente de grandes porciones de innovación y emprendimiento para mejorar en eficiencia, cuidado medioambiental, tiempo y seguridad en beneficio de usuarios, gobiernos y compañías. Tecnología, trabajo colaborativo y estrategias de gestión aparecen como poderosas herramientas para optimizar formas de desplazamiento. De esto, y de los desarrollos más futuristas, trató Montreal Movin’On, la cumbre internacional para la movilidad sostenible organizada por Michelin. Dentro de todos estos esfuerzos a nivel mundial, el espíritu moonshot también se deja sentir mediante proyectos que hacen pensar a primera vista en el cine y la literatura de ciencia ficción, sólo que algunos están ya en pleno movimiento o a muy poco tiempo de hacerlo.

Rob Lloyd, presidente y director general de Hyperloop One, señaló al inicio de su conferencia: “Realizaremos físicamente lo que nos permite Internet: eliminar las barreras de tiempo y distancia”. La firma californiana propone un túnel a baja presión donde viajarán cápsulas impulsadas por energía eléctrica, mediante un proceso con mínima fricción. Estas cápsulas servirán para transportar personas y mercancías. Además de una escasa huella medioambiental y un coste sumamente menor al de un tren bala, Hyperloop One ofrece como atractivo un asombroso tiempo de traslado: una velocidad de 1.200 kilómetros por hora. La empresa apunta a 2020 para realizar su primer viaje comercial en Dubai.

Hyperloop One promete cambiar la movilidad por vía terrestre, pero los esfuerzos para revolucionar el transporte tienen en la mayoría de los casos al cielo como aliado. El 26 de julio de 2016, los suizos Bertrand Piccard y André Borschberg concluyeron su vuelta al mundo gracias a un avión propulsado por energía solar. 40.000 kilómetros en poco más de 500 horas de vuelo demostraron que los aviones tripulados pueden recorrer grandes distancias con el sol como único alimento. “La energía solar no es el futuro. Más bien, los combustibles fósiles pertenecen al pasado”, afirmó Piccard en la ciudad canadiense. Piccard es el presidente de Solar Impulse, fundación cuya principal meta es exponer los beneficios de una energía silente, respetuosa con la naturaleza y generadora de réditos económicos. El suizo no se cansó de recordar las desconfianzas que su idea provocaba en un principio entre ingenieros e inversores.

Taxis voladores

Imagen del evento Montreal Movin’On. 
Imagen del evento Montreal Movin’On. Luc Lavergne

“Queremos un ecosistema idóneo para encontrar soluciones entre distintos actores. El cambio no puede provenir de una sola compañía”, comentó Erik Grab, vicepresidente de anticipación estratégica, innovación y desarrollo sostenible de Michelin. Una firma ha tenido en pocos años un impacto significativo en las calles, pero ahora mira al cielo con ambición. Mark Moore, un profesional con décadas de experiencia en la NASA, es el director de ingeniería de Uber Elevate, que aspira a ofrecer flotas de taxis voladores. “Las ciudades han crecido verticalmente. La movilidad debe también seguir este rumbo”, afirmó Moore en su participación en Movin’On. El objetivo es transportar a pequeños grupos de personas en estas máquinas que no deben confundirse con helicópteros, ya que no producirán ruido y funcionarán con energía eléctrica. Y como los aviones convencionales vuelan a gran altitud, hay zonas aéreas con gran capacidad de aprovechamiento. La meta es inaugurar este servicio en 2023. Moore citó diversos estudios que vaticinan un aumento considerable del tráfico de automóviles en los próximos años. Asimismo, subrayó que Uber Elevate es un ecosistema para facilitar el trabajo de diversas empresas en el proyecto, tales como Embraer y Pipistrel Aircraft.

“Llevamos demasiadas décadas transportando mercancías de la misma manera”, comenta Igor Pasternak. “La dependencia a las infraestructuras limita la libertad de movilidad”, agrega. Ucraniano afincado en California desde los años noventa, Pasternak es fundador y presidente de Worldwide Aeros, cuyo proyecto Aeroscraft busca llevar alrededor de 250 toneladas de carga —sobre todo a zonas alejadas o en situación de desastre— sin depender de puertos, vías férreas, aeropuertos o carreteras. En el foro de Michelin, Pasternak explicó a la audiencia su iniciativa: un dirigible de helio con propulsores eléctricos de hélice que permite despegues y aterrizajes verticales, una velocidad cercana a los 185 kilómetros por hora y autonomía de 8.000 kilómetros. Aeroscraft está en fase de pruebas y ha llamado la atención del ejército estadounidense.

Otros proyectos desean abrir nuevas sendas en el aire. Entre ellos destacan Prime Air, la flota de drones de Amazon para entregar productos; el coche volador llamado Pegaso que atravesó el canal de la Mancha hace apenas unos días, y Lilium-Jet, el vehículo auspiciado por la Agencia Espacial Europea. Seguramente no todas estas propuestas llegarán a concretarse, además de que habrá que esperar a ver cómo será la regulación para volar por parte de gobiernos y agencias internacionales. Sin embargo, el espíritu moonshot puede provocar en pocos años una transformación radical de la movilidad, sobre todo en los cielos.

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