La burbuja se cierne sobre el ‘boom’ de los festivales de música
Solo los diez mayores eventos atraen a más de 1,6 millones de personas. La gran oferta, de unos 850 eventos, hace temer una burbuja en el sector
Ni el sol que pegaba fuerte a principios de junio en el enorme parque de cemento del Fòrum de Barcelona hacía desistir a grupos de turistas que se habían quedado sin entrada de hacerse con un pase para la última noche del Primavera Sound. Un mes antes de que arrancara el festival, la organización ya había colgado el cartel de agotado. Algunos se dirigían con sigilo a quienes estaban a punto de pasar el control. Otros, más descarados, llevan pancartas en las que se anuncian como compradores. Y el Primavera Sound solo era el arranque de un verano repleto de citas. En España cada año se celebran unos 850 festivales. Solo los diez más grandes arrastran a más de 1,6 millones de personas y tienen un impacto económico, según estiman sus organizadores, de 400,5 millones de euros. Sin embargo, la proliferación de festivales en casi cualquier rincón de España hace que algunos promotores planteen que existe burbuja en este sector.
Tras un desplome ininterrumpido desde 2001, la industria discográfica ha vuelto a remontar en los dos últimos años, gracias sobre todo a los formatos digitales, según la Federación Internacional de la Industria Discográfica. Pero nada volverá a ser como antes. "El negocio de vender discos ha muerto, pero hay mucha gente dispuesta a pagar por la música, y Spotify es un ejemplo. El modelo de consumo ha cambiado y quien quiera vivir de la música deberá sudar la camiseta", afirma el profesor de marketing de Esade Salva López.
Los festivales se han convertido en una plataforma para muchos músicos. Según los datos de la Asociación de Promotores Musicales (APM), en España hay una media de 18 eventos de este tipo semanales. Los hay para todos los gustos: de música indie a electrónica; diurnos y nocturnos; internacionales y locales... Pero en los últimos años han desaparecido o se han cancelado festivales, a veces por desencuentros con las administraciones y otras por mala gestión. Del calendario han saltado el Summercase, el Monegros Desert Festival o el SOS Murcia.
El Sónar es el plato fuerte de este fin de semana. Con más de 115.000 asistentes, la mitad extranjeros, el evento deja a la ciudad unos 82,3 millones de euros teniendo en cuenta los gastos en alojamiento, restauración o compras. Pero al mismo tiempo que este se celebra, hay al menos otros seis festivales en otros rincones.
Los promotores consultados señalan que sí hay mercado para una amplia oferta, pero advierten de que solo tienen cabida los que están bien gestionados. "Es cierto, hay muchos, pero hay que distinguir los que se llevan con profesionalidad y los que son flor de un año. Los primeros años de un festival son de esfuerzo y de inversión. Luego hay que ser constante, tener bagaje y saber mantener el tipo", explica Carolina Rodríguez, directora del Low Festival y vocal de la junta a la APM. Alfonso Lanza, director del Primavera Sound, cuyo impacto económico es de 120 millones de euros, coincide en que "hay muchos, quizás demasiados festivales en España". "Pero quizás el problema no sea tanto la cantidad como la calidad y la sensación de homogeneidad en cuanto al formato y diseño de los carteles. Como en todos los sectores, la clave está en la diferenciación", sostiene.
Los festivales de música han contribuido a situar a Benicàssim (Castellón) en el mapa. Además del FIB, la ciudad alberga un evento que ha hallado su hueco al calor de la música reggae, el Rototom Sunsplash, al que el año pasado acudieron 250.000 personas en ocho días. Su director, Filippo Giunta, considera que la existencia de una "mayor oferta de festivales es buena" porque "anima a probar" a la gente. "Pero está claro que esto, como todo, tiene un límite", añade. A su juicio, "sí habría peligro de que se produjera una burbuja" si el exceso de oferta se combinara con la "falta de profesionalidad que existe en algunos casos". Y es que, recuerda Carolina Rodríguez, el cartel no es suficiente. "Hay que cuidar la producción y los servicios, tanto dentro como fuera del recinto", explica. De ahí que parte del sector coincida con que con el tiempo ya se va produciendo una suerte de selección natural de los festivales. Lo cual no significa que no haya espacio para otros eventos más pequeños. The Basement es una promotora que vio el hueco en los festivales de día. "La mayoría de mis amigos superan los 35 y ya no salen tanto, así que montamos festivales de día sobre todo y fiestas como en Halloween o Nochevieja", explica Luis Donat, encargado de la marca.
Los números arrojan que los diez primeros festivales tienen un impacto económico las ciudades en las que se celebran casi 400 millones de euros. En esa cifra se traduce el gasto en hoteles, apartamentos, comida o compras de los más de 1,6 millones de personas que asisten a ellos. Un argumento que muchos festivales hacen valer ante la administración para obtener ayudas. Algunos dependen más de las subvenciones y otros menos. En el caso del Primavera Sound, sus organizadores explican que los fondos públicos solo suponen el 3% del presupuesto, que asciende a 12 millones de euros. Aun así, Carolina Rodríguez defiende el apoyo institucional al entender que se trata de promover la cultura siempre que el festival demuestre su implicación en el proyecto y en la ciudad para que la actividad tenga "impacto en el tiempo".
El negocio detrás del escenario
Las vías de ingresos de los festivales son sobre todo los patrocinios de las marcas, las entradas, la barra y, si las hay, las ayudas institucionales. En los escenarios están desde el nombre de cervezas o licores hasta gafas de sol o aerolíneas. "Las posibilidades de las marcas son enormes. Más allá de que se vea o no el logo, hoy la promoción de los festivales dura doce meses. Algunos compran el bono del año siguiente a ciegas porque saben que no les vas a decepcionar", explica Carolina Rodríguez, de Low Festival. Vueling es patrocinador en el Primavera Sound y el Bilbao BBK Live. Un portavoz de la compañía explica que han elegido esos eventos por dos motivos: uno, el componente turístico, puesto que atraen a mucho público internacional. Y dos, porque Barcelona es la principal base de Vueling y Bilbao su otra gran apuesta, por lo que buscan acercarse a los locales de esas dos ciudades.
Pero también detrás del escenario hay negocio. El Primavera Sound celebró este año su octava edición del Primavera Pro, enfocado a los profesionales de la música (promotores, managers, discográficas...). Además de seminarios, se presentan sellos independientes y alberga un foro de inversión para startups musicales. También el Sónar lleva a cabo en paralelo un congreso internacional focalizado en la tecnología y la transformación digital de la industria, con más de 4.000 empresas participantes y una selección de 30 startups.
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