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El FROB vigiló al Popular durante cuatro días antes de la intervención

Pese a los estrechos controles, las autoridades se vieron sorprendidas por la caída del banco

Íñigo de Barrón
Un repartidor pasa por delante de una oficina del Banco Popular, en Barcelona.
Un repartidor pasa por delante de una oficina del Banco Popular, en Barcelona.ANDREU DALMAU (EFE)

Las alarmas sobre el Popular se dispararon el viernes 2 de junio. Al día siguiente, el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB), por orden de la Junta Única de Resolución (JUR), un organismo europeo, inició un estrecho seguimiento de la liquidez y viabilidad del Popular. Sin embargo, no pudo evitar que cuatro días después, el martes 6, estallara una crisis sorprendente por una abrupta falta de liquidez y se precipitara un final de urgencia. Fuentes del FROB justificaron esta situación “porque se esperó hasta el final a que llegara una solución privada”.

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El Mecanismo Único de Resolución (MUR), del que depende el FROB y la JUR, no pudieron evitar la caída del sexto banco español, pese a estar más que vigilado. El 31 de mayo, la presidenta del MUR, Elke König, en unas inexplicables declaraciones a Reuters, admitió que se estaba siguiendo la situación del Popular “con particular atención con vistas a una posible intervención” si los intentos de fusión “eran infructuosos”.

Para entonces, el Popular no tenía ninguna oferta privada sobre la mesa, por lo que sus directivos debieron deducir que su final estaba cerca: caían en Bolsa en picado y perdían depósitos sin freno. Tras las palabras de König, grandes accionistas como Blackrock, vendieron sus acciones. Según fuentes del FROB, no se puede decir que aquel aviso fuera determinante para el final del Popular: “La presencia mediática del banco era muy potente y el deterioro venía de atrás”.

Según el Ministerio de Economía, el rescate estaba previsto para el fin de semana, pero todo se aceleró por este problema de liquidez. El Popular, presidido por Emilio Saracho, solicitó, en las últimas semanas, financiación constante al Banco Central Europeo (BCE) hasta que se quedó sin garantías suficientes para obtener efectivo, según comentaron en Economía. Según este relato, las autoridades europeas debían conocer con gran precisión la fuga de depósitos, lo que no casa con la idea de que pensaban rescatarlo el fin de semana. Tampoco cuadra con la sorpresa que tuvieron cuando el martes Saracho dijo que no tenía dinero para abrir las oficinas el miércoles 7 de junio.

Caída de depósitos

Al margen de estos detalles, las autoridades hacen un balance positivo de su actuación con el Popular porque se han salvado los depósitos. El 5 de junio, el Popular disponía de 60.347 millones de euros de sus clientes, de los que 35.410 millones correspondían a depósitos inferiores a 100.000 euros, aunque fuentes del FROB precisaron que estos datos no son comparables con los recogidos en el balance de la entidad a cierre del primer trimestre. Según la entidad, a 31 de marzo de 2017, el Popular tenía 71.187 millones de clientes minoristas. La necesidad de proteger a los depositantes para garantizar la estabilidad financiera fue el factor principal que condujo a las autoridades.

Este organismo admite que “cuando se produce la inviabilidad de un banco no existen escenarios indoloros o inocuos, y en este caso les ha correspondido a los accionistas y tenedores de deuda subordinada asumir las pérdidas, todo lo cual entra dentro de la normativa europea”. La situación del Popular era inviable, según fuentes del FROB, y en un contexto como ese lo primero es valorar si existe un interés público para que se evite la liquidación concursal del banco; en el presente caso, el interés general residía en evitar la quiebra de la entidad. La intervención solo se podía haber evitado si previamente hubiera atado una solución privada, es decir, la aparición de un comprador, pero no apareció, hasta que se intervino y llegó el Santander. La agencia de calificación crediticia Moody's ha confirmado todos los ratings de deuda de Santander y ha mejorado el de la deuda sénior de Popular tras el anuncio de la compra.

Por otro lado, Saracho ha reconocido en un vídeo interno dirigido a los empleados, al que tuvo acceso Vozpópuli, su “fracaso” en la gestión de la pérdida del valor de las acciones del banco. Saracho, visiblemente emocionado, dice que “no ha habido un sólo día que no haya vivido la crisis del banco”, pero “no me cambiaría por nadie”. “Quizás se podían haber hecho unas cosas y otras no, pero eso ya trabajo de arqueólogos”, añade.

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Sobre la firma

Íñigo de Barrón
Es corresponsal financiero de EL PAÍS y lleva casi dos décadas cubriendo la evolución del sistema bancario y las crisis que lo han transformado. Es autor de El hundimiento de la banca y en su cuenta de Twitter afirma que "saber de economía hace más fuertes a los ciudadanos". Antes trabajó en Expansión, Actualidad Económica, Europa Press y Deia.

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