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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El “mal” español

El principal reto al que se enfrenta la economía es mejorar la productividad total de los factores

La economía española está a punto de recuperar la renta previa a la recesión, nueve años después del máximo de 2008. Los profesores Reinhart y Rogoff han estudiado las consecuencias de 63 crisis financieras concluyendo que la media de años necesaria para recuperar la renta previa a la crisis es de 8 años y la mediana 6,5. Nuestros nueve años demuestran tanto su gravedad —una caída del 8,6% del PIB— como el fracaso de la política de austeridad aplicada. Alemania recuperó el PIB de 2008 en 2010 y Francia e Italia en 2011, así que menos entusiasmo, porque la economía española sigue muy lejos de ellas en renta per capita y empleo. Crecemos más porque caímos mucho más, pero a partir de ahora ya no será tan sencillo. Hasta ahora sólo hemos recuperado lo que tuvimos, y además peor repartido.

De una economía con un valor algo superior al billón de euros, la crisis provocó una destrucción de casi 100.000 millones de euros, la mayor parte debido al hundimiento de la inversión en construcción (más de 90.000 millones), agujero que hemos sustituido por 60.000 millones de exportaciones y una reducción de las importaciones de 30.000, el principal cambio estructural poscrisis. Sin embargo no todo es igual. Respecto a la distribución de rentas, mientras que el excedente bruto de explotación de las empresas (beneficios y rentas del capital) ha superado ya el volumen precrisis, la remuneración de los asalariados es 40.000 millones de euros menor que la de 2008. Asimismo, pese a la creación de empleo, el número de asalariados equivalentes a tiempo completo es inferior al de 2008 en 2,2 millones de personas. Según el FMI la participación del factor trabajo en la renta nacional ha disminuido un 3% desde 2008 debido a la destrucción de empleo (3,3 millones) agravada por un crecimiento de los salarios menor que el de la productividad.

Y ello nos lleva a la cuestión de la productividad, el "mal" español. La mejora de la productividad es la única vía capaz mejorar los salarios, la calidad del empleo y el crecimiento potencial en tiempos de estancamiento secular, de precariedad y de aumento de la desigualdad.

La productividad se mide de dos maneras. La primera, engañosa, es la productividad aparente del factor trabajo —valor añadido bruto por hora trabajada— que con la crisis aumentó en España casi el 12% frente al 3,6% alemán, 3,2% de Francia y prácticamente cero en Italia y Reino Unido, porque destruimos proporcionalmente mucho más empleo (el 16%) que riqueza (casi el 9%). Ese aumento no refleja mejora alguna en los sistemas de producción —haciendo más con menos o con lo mismo que antes, gracias al avance tecnológico o a mejoras organizativas, derivadas ambos de la innovación— sino la simple destrucción de empleo en actividades poco productivas (las propias de la burbuja).

La mejora de la productividad atribuible al mejor uso de los factores es conocida como Productividad Total de los Factores (PTF), y depende de la dotación de capital físico, del capital humano, de la tecnología disponible y de elementos intangibles como la calidad institucional, el talento gerencial o la dimensión empresarial. La PTF española calculada a partir del modelo de Solow, como señalan Ontiveros y Fuentes (AFI), es en promedio un 25% inferior al de la zona euro, un porcentaje similar al de la diferencia en renta per cápita (24.000 euros frente a 31.000). Durante todo el ciclo 1993-2008, la PTF cayó en España una media del -0,6% anual frente al ya de por sí pobre crecimiento del +0,3% del resto de la zona euro; consecuencia de la especialización en servicios intensivos en mano de obra (turismo y comercio), la sobredimensión de la construcción (capital improductivo), la insuficiente inversión en I+D+i, que en 2017 sigue cayendo (en términos por habitante equivale al 27,5% de la alemana o al 38% de la francesa), y la pequeña dimensión media de las empresas españolas (sólo superior a la de Portugal). La PTF en España sigue hoy deteriorándose.

El principal reto al que se enfrenta nuestro modelo de sociedad es el de acabar con el "mal" español para poder conjugar crecimiento económico y creación de empleo de calidad. Y ello es imposible si la PTF no mejora. La economía española ha desperdiciado un ciclo económico completo (1993-2008) y sigue sin reconocer los errores cometidos. Unos no asumen su paternidad de la burbuja inmobiliaria ni el fracaso del llamado "milagro español" de 1996-2004 que culminó con un gigantesco rescate financiero. Hoy todavía aprueban medidas y recortes que cercenan el crecimiento de la productividad aludiendo a la gravedad de la herencia recibida. Otros no reconocen que a pesar de contar con un buen diagnóstico no hicieron todo lo posible para evitar la catástrofe que se avecinaba, porque a nadie le gusta encender la luz y apagar la música en plena fiesta. Mientras, los nuevos partidos viven en un laboratorio, unos, y en un plató, otros. Y es que así no se puede continuar. Un diagnóstico común, razonable, no es una gran coalición. Si existe una prioridad absoluta es ésta.

Juan Moscoso del Prado es doctor en Ciencias Económicas y Empresariales.

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