El desafío de conciliar crecimiento y progreso
La economía española tiene que superar muchos retos (desempleo, productividad, tamaño de las empresas...) para asegurar el bienestar
Desempleo, demanda interna, sector exterior, sostenibilidad de las finanzas públicas y productividad. Son los cinco retos principales, no está muy claro en qué orden, de la economía española. Cinco retos que exigen respuestas que trata de responderlas el economista y exministro socialista Jordi Sevilla en un estudio elaborado por la consultora Llorente&Cuenca, para la que trabaja. No es que con este diagnóstico Jordi Sevilla haya descubierto nada que no se supiera y que cada experto (y no experto) razona de una y otra forma; pero en el informe Retos Económicos España 2.017 (el punto no es un error gráfico; lo ha puesto intencionadamente para resaltar la importancia de la era digital, 2.0, en la evolución económica actual) abre una nueva vía a la reflexión y, como subrayó Antón Costas en la presentación el pasado miércoles, “como los diez mandamientos se encierran en dos, estos cinco retos se encierran en uno: la necesidad de volver a conciliar el crecimiento económico con el progreso social y que se ha roto por culpa de los populismos”.
Una sentencia muy sabiamente lanzada en medio de tanto follón mediático de fuerzas políticas de nuevo cuño y otras que se dejan llevar por esos esnobismos peligrosos. El caso es que las cosas van por ahí y “hay que buscar el pegamento que junte crecimiento y progreso”.
Sevilla, que asegura que ha dejado la política para no volver después de su esporádico regreso como asesor económico de Pedro Sánchez en las pasadas campañas, se pregunta que cuánto del crecimiento actual se debe a los vientos de cola provenientes del exterior (caída del crudo, política monetaria expansiva y menor ajuste presupuestario, destaca que el principal reto es el “desempleo resistente”, caracterizado por el paro de larga duración (el 57% del total de parados en 2016) y el paro juvenil. Por eso pone el acento en la necesidad de acabar con la reducida capacidad de generar empleo y también en el excesivo nivel de deuda y la baja productividad de las empresas.
Las microempresas no tienen capacidad para abordar los cambios tecnológicos
Un punto este destacado por el asesor económico de Ciudadanos Luis Garicano, que también acompañó a Sevilla en la presentación del informe. Garicano, para el que el peligro está en la autocomplaciencia una vez que hayamos salido de la crisis, indicó que la productividad “acumula 20 años de caída, un hecho que refleja que existe un problema dual”, ya que, por un lado, están las empresas de primera línea y, por otro, las pymes y las microempresas, que, al ser tan pequeñas, no tienen capacidad para abordar los cambios tecnológicos para formar ni para invertir. “Un país donde el 96% de las empresas tiene menos de nueve trabajadores no puede solucionar ese problema”, dijo Costas.
Precisamente, la necesidad de aumentar el tamaño de las empresas coinciden sin fisuras los 15 expertos con los que ha contado Sevilla (Antonio Roldán, David Vegara Balsa, Aleix Pons, Jordi Xuclà i Costa, Ángel Laborda, Juan Antonio Mielgo, Esteban Sastre, Raúl Mínguez, Alberto Montero, David Lizoain, Miguel Marín, José Moisés Martín, Juan Carlos Collado, Pedro Saura y Manuel de la Rocha, que ha participado en la redacción) para elaborar el estudio. De sus respuestas se concluye que “es preferible sustituir recortes lineales por ajustes vinculados al análisis de eficiencia del gasto público; es imprescindible recuperar una política de mejora salarial para reactivar el consumo; no basta con que la recuperación absorba el desempleo, urgen medidas como políticas activas de empleo, y no es necesario disminuir el gasto público para reducir el déficit si no se aumentan los ingresos”.
A su juicio, hay que impulsar las mejoras salariales y reducir la precariedad laboral, reforzando la estabilidad y calidad del empleo. Sin un incremento significativo de los salarios, “la merma del poder adquisitivo se hará notar en la demanda interna”.
Asimismo, el informe propone un fuerte impulso exportador para evitar que la demanda interna se traduzca en más importaciones y más déficit exterior. Ante eso y la advertencia de que las nuevas corrientes proteccionistas podrían convertirse en una amenaza por la ralentización del comercio mundial, plantea políticas que ensanchen la base exportadora y mejoras de eficiencia energética para breducir la dependencia exterior.
Para la sostenibilidad de las finanzas públicas, además de mejorar la eficiencia del gasto público, pide impulsar la fiscalidad medioambiental. En ese sentido, los expertos se preguntan si existe margen para incrementar la presión impositiva sin generar efectos adversos para la economía.
Parece que se imponen los pactos y para ello hay que aprovechar la fragmentación parlamentaria. Y, entre los acuerdos, un reto adicional: la educación. Según Garicano, “pensiones y sanidad interesan mucho; pero la educación, no”.
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