Qué se hace con los beneficios
Se dedican más excedentes a dividendos, retribuciones, activos líquidos,… que a inversión
Cómo se distribuye la renta entre el trabajo y el capital. Esta es la cuestión capital de la economía política desde que a principios del siglo XIX David Ricardo, uno de los pioneros de la ciencia económica, hiciese tal planteamiento. La evidencia empírica es concluyente: el peso de las rentas del trabajo en la renta total ha disminuido a nivel global en las últimas décadas. Los beneficios empresariales se están incrementando en general, y en España en particular, independientemente de la coyuntura.
Los beneficios han acelerado su crecimiento y se están comportando mejor que la mayoría de las variables de producción y renta (informe mensual de febrero del servicio de estudios de CaixaBank). En lo que se refiere a nuestro país, según el Instituto Nacional de Estadística (INE) el beneficio de las empresas ha recuperado el nivel previo a la crisis (incluso ligeramente superior) mientras que la masa salarial se mantiene un 6% por debajo, lastrada por el hecho de que haya 1,7 millones de parados más que en el año 2007; los beneficios empresariales se han recuperado a más velocidad que el empleo y los salarios en 2016 (crecieron un 4,4%). Los datos recién conocidos de las empresas que componen el Ibex 35 indican que sus excedentes aumentaron en 2016 un 67% respecto a 2015.
Esta realidad plantea distintas cuestiones. La primera sería por qué las empresas obtienen tantos beneficios. La respuesta es mixta: han bajado sus costes laborales (o porque tienen menos puestos de trabajo, o por la devaluación salarial motivada por el menor poder negociador que la reforma laboral ha dejado a los representantes de los asalariados), sus costes financieros (bajos tipos de interés), los impuestos (un impuesto de sucesiones muy agradecido a través de las exenciones y deducciones) y, en muchos casos también, por una cierta oligopolización: la débil amenaza competitiva hace menos necesaria la innovación para mantener posiciones de liderazgo.
Las empresas obtienen más beneficios , pero no han aumentado al mismo ritmo que estos los niveles de inversión, lo que da lugar a una recuperación económica tan anémica. ¿A qué se destinan los fondos sobrantes de las empresas? Un ritmo inversor en las empresas españolas menor que el de los beneficios es destacado por los economistas Vicente Salas e Iñaki Santillana en el artículo “¿Por qué el ahorro empresarial supera a la inversión?”, de la revista del Colegio de Economistas de Madrid. Ambos autores destacan otras actividades distintas de la inversión a las que están dedicando las empresas sus numerosos beneficios. Por ejemplo, a repartir dividendos extraordinarios, a adquirir activos líquidos, a recomprar acciones, a reducir la deuda, al pago de retribuciones a sus directivos basadas en la evolución a corto plazo de la acción, etcétera.
Ello plantea otro interrogante, más allá del deficiente funcionamiento de lo que se denomina gobierno corporativo. Si las empresas invierten poco, ¿cómo contribuyen al cumplimiento de la función social de participar en el crecimiento sostenido de la riqueza de un país y en la creación de empleo, que también interesaban a Ricardo y la mayor parte de los economistas de los dos últimos siglos? Podría pensarse que el funcionamiento convencional de una economía –las familias ahorran, las empresas invierten y los bancos canalizan los fondos procedentes del ahorro a la financiación de la inversión- se está desvirtuando.
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