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Disney da aire a su parque en París

El grupo prevé invertir 1.500 millones de dólares para recapitalizar su proyecto europeo

En sus 25 años de actividad, Disneyland París solo ha obtenido beneficios entre 1995 y 2001.
En sus 25 años de actividad, Disneyland París solo ha obtenido beneficios entre 1995 y 2001.

El barco se hunde. Después de haber modificado el importe total de unos gastos extraordinarios en 2016 —que pasaron de 565 millones a 953 millones de euros—, Euro Disney, desde el pasado 30 de septiembre, no tiene suficientes fondos propios en relación con su capital social. Sin embargo, según la ley, la empresa que explota Disneyland París debe reconstituir esos fondos en un plazo de dos años.

Su accionista mayoritario, el grupo Walt Disney, ha decido prestar ayuda a su filial europea. En un documento hecho público hace poco más de una semana, el gigante estadounidense del entretenimiento afirmaba que está dispuesto a “lanzar una oferta pública de compra sobre la totalidad de las acciones de Euro Disney que siguen en circulación (aproximadamente el 24%), y después dejará de cotizar si se alcanza el umbral del 95%”. Después de haber inyectado 1.000 millones de euros en octubre de 2014, la matriz estadounidense está dispuesta a realizar esta vez una nueva recapitalización de 1.500 millones de euros.

¿Pero por qué quiere salvar un barco que casi nunca ha conseguido mantenerse a flote? En sus 25 años de actividad, Disneyland París solo ha registrado beneficios entre 1995 y 2001. Desde entonces, el parque no ha sido más que un pozo sin fondos en el que se han gastado cientos de millones de euros. La principal razón de estas pérdidas es puramente comercial. Aunque el parque de atracciones francés es un auténtico desastre en el aspecto financiero, es un éxito en cuanto a pura visibilidad. Marne-la-Vallée atrae cada año a cerca de 14 millones de visitantes, es decir, más que sus competidores franceses o alemanes (Europa-Park al otro lado del Rin, el Puy-du-Fou o el Parc Astérix en Francia, etcétera). El parque es, sobre todo, un escaparate excepcional para el conjunto de los productos made in Disney, aunque las repercusiones económicas sigan siendo difíciles de cuantificar.

Desde un punto de vista puramente financiero, Disneyland París no ha sido ni mucho menos una mala operación para su matriz estadounidense. A pesar de la acumulación de estas pérdidas operativas locales (junto con un endeudamiento masivo), el entramado financiero que se ha creado en torno al parque ha permitido al grupo Walt Disney ingresar cientos de millones de euros desde su apertura en 1992.

Porque, tanto si su parque es rentable como si no, el grupo estadounidense ha podido cobrar unos cánones importantes basándose en la facturación anual de su filial parisiense. Julien Pillot, el director de estudios del Institut Xerfi e investigador asociado del CNRS, precisaba en las columnas del diario Les Echos que las modalidades abarcaban “el 10% de los ingresos brutos generados por las entradas, las atracciones y otros servicios anexos, así como el 5% de los ingresos —siempre brutos— procedentes de la venta de artículos de promoción, de los gastos de consumo corriente y también de la explotación del complejo hotelero”. A eso se le suma también el tipo de interés del 4% del préstamo que le concedió (1.300 millones de euros) a su filial en 2012.

Entramado antieuropeo

Este entramado, que ha dado muchas alegrías a los accionistas estadounidenses —el grupo obtuvo unos beneficios netos de 2.500 millones de dólares en 2016—, es cada vez más criticado por los accionistas minoritarios de la filial europea. Antes de dispararse el valor de las acciones de Euro Disney tras el anuncio del plan de rescate, la cotización había registrado una caída de más del 75% a lo largo de los cinco últimos años. Y eso provoca ciertas frustraciones, como la del fondo CIAM (menos del 1% del capital), que ha acudido a los tribunales porque considera que esta filial es “un caso de libro de mala gestión” y, sobre todo, de “comportamiento abusivo” por parte de un accionista mayoritario.

Este inversor, que está convencido de que la empresa habría podido ser rentable sin las presiones estadounidenses, ha demandado varias veces al grupo Walt Disney ante los tribunales, aunque sin éxito hasta el momento. Actualmente, reclama que se devuelvan 1.000 millones de euros a las arcas de Euro Disney en concepto de pagos indebidos a lo largo de los 10 últimos años. CIAM ha afirmado que no se rendirá en su cruzada y que seguirá analizando todas las opciones posibles.

Al adquirir casi todas las participaciones, Disney sabe que la época de los elevados cánones se ha terminado y que en el futuro deberá soportar las pérdidas (o los futuros beneficios). No obstante, esta voluntad de tomar el control de su filial en Europa se enmarca en una estrategia de diversificación geográfica en el ámbito de los parques de atracciones, porque actualmente el 80% de los ingresos de esta división proceden solo de los parques estadounidenses.

Además de la recapitalización de Marne-la-Vallée, el gigante estadounidense del entretenimiento tiene muchas esperanzas puestas en su parque de atracciones de Shanghái, en China, que se abrió el año pasado y que ha recibido siete millones de visitas. “Uno de nuestros mayores éxitos en 2016 es el de nuestra división de complejos hoteleros y parques y la apertura de Shanghai Disney”, aseguraba el miércoles Robert Iger, el consejero delegado de la empresa.

El contenido de esta información ha sido elaborado en virtud de la integración del diario EL PAÍS en LENA: Leading European Newspaper Alliance. Traducción de News Clips.

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