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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

CaixaBank logra su objetivo tras 19 meses persiguiendo al portugués BPI

El banco español debe demostrar ahora que la opa es rentable para sus accionistas

Íñigo de Barrón
El consejero delegado de CaixaBank, Gonzalo Gortázar, durante su intervención en un desayuno informativo del Foro de la Nueva Economía que ha tenido lugar hoy en Madrid. EFE/Mariscal
El consejero delegado de CaixaBank, Gonzalo Gortázar, durante su intervención en un desayuno informativo del Foro de la Nueva Economía que ha tenido lugar hoy en Madrid. EFE/Mariscal

El 17 de febrero de 2015, CaixaBank lanzó la primera OPA sobre el portugués BPI. Han pasado 17 meses y dos procesos de opa desde entonces torpedeados desde el accionariado angoleño de la entidad con todo tipo de artimañas. La segunda oferta llegó en abril pasado. La entidad catalana ha demostrado tesón en su persecución por la entidad lusa en donde está presente desde 1995. Entre la primera oferta y la actual, ha caído un 16,25% el precio ofrecido, aunque también ha descendido el precio de las acciones de CaixaBank y de toda la banca europea.

Hace una semana, Gonzalo Gortázar, consejero delegado de CaixaBank, fue preguntado si estaba enfadado o cansado por los problemas surgidos en el intento de hacerse con el control de BPI. Gortázar fue tajante: “No me pagan por enfadarme o impacientarme, sino por cerrar operaciones buenas para el banco. Seguimos esperando la resolución de la opa, que esperamos que llegue pronto”.

Además de paciencia, ya exhibida, CaixaBank tendrá que demostrar que es capaz de obtener rentabilidad con BPI y que ha merecido la pena tantos recursos y tanta dedicación. Y, sobre todo, en una economía sobre la que planea un posible segundo rescate.

La entidad presidida por Jordi Gual tiene el 45,16% de las acciones aunque solo puede votar por el 20%. Quitar este límite es una de las principales razones de la oferta por todo el capital. BPI obtuvo en el primer semestre un beneficio de 106 millones de euros, un 39,1% más que en el mismo periodo del año anterior. Las comisiones cayeron un 1%, y el resultado puramente bancario subió un 2,6%. Los buenos resultados se basaron en la caída de las provisiones y de la morosidad.

Reducción de gastos

La entidad española está convencida de que integrándola en su grupo, reducirá los gastos (por los menores gastos generales y de personal), elevará los ratios y podrá crecer en clientes y productos. El comprador, según los planes iniciales de la opa, esperaba reducir los gastos en 85 millones para el tercer año de fusión gracias a la racionalización de procesos operativos, optimizando la tecnología y realizando contratación conjunta con CaixaBank. La idea desarrollar más el pago electrónico, la gestión de activos, la banca por móvil y la venta cruzada de productos. CaixaBank también quiere crecer en banca de inversión y mejorar la gestión del riesgo.

Con todo esto, se pretende mejorar la eficiencia (lo que se gasta por cada cien euros que se ingresa) desde el 74% al 50% en tres años. El BPI tiene un 16% de cuota de mercado en Portugal, 1,7 millones de clientes y 564 sucursales.

En resumen, después de la opa y 17 meses de gestiones, CaixaBank debe demostrar que además de rentable para los accionistas de BPI, la operación ha beneficiado a los de la entidad catalana.

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Sobre la firma

Íñigo de Barrón
Es corresponsal financiero de EL PAÍS y lleva casi dos décadas cubriendo la evolución del sistema bancario y las crisis que lo han transformado. Es autor de El hundimiento de la banca y en su cuenta de Twitter afirma que "saber de economía hace más fuertes a los ciudadanos". Antes trabajó en Expansión, Actualidad Económica, Europa Press y Deia.

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