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Aluminio ‘verde’ canadiense

Orbite, una de las siderúrgicas más innovadoras del país norteamericano, desarrolla un método que genera muy pocos residuos y ahorra energía para producir el metal

Un técnico de Orbite en su planta experimental de Cap-Chat (Quebec, Canadá)
Un técnico de Orbite en su planta experimental de Cap-Chat (Quebec, Canadá)

El aluminio es el metal no ferroso más utilizado en el mundo. Sin embargo, muchos de sus productores pasan por escenarios difíciles como consecuencia del bajo precio en el mercado y de la reducción de la demanda internacional de materias primas, principalmente de China. Paradójicamente, el país asiático se ha convertido en el primer productor mundial de aluminio, con cerca del 54% del total.

Canadá, el tercer productor del planeta, debe hacer frente a este panorama. No obstante, está encontrando formas de mejorar su posición en distintos nichos y experimenta con procesos que pueden aumentar su competitividad gracias a que favorecen la protección del medioambiente, algo que cada vez es más rentable para las empresas. Jean Simard, presidente de la Asociación de Aluminio de Canadá, que participó en junio en la Conferencia de Montreal, una de las citas anuales del Foro Económico Internacional de las Américas; afirmó que el presente y más aún el futuro de esta industria obliga a buscar los mecanismos que permitan producir mejor con menos recursos, y que esa tarea debe tener muy en cuenta la creciente preocupación por el calentamiento global.

Reciclar no basta

El reciclaje del aluminio es citado con frecuencia como un proceso sumamente exitoso, ya que genera un ahorro del 95% de la energía que se necesitara para producir el metal, además de que no pierde propiedades con su reutilización. Mario Fafard, profesor de la Universidad Laval y director de Regal, un centro de investigación multidisciplinaria sobre el aluminio en Canadá, señala sin embargo que hay retos medioambientales por superar relacionados con la fuerte cantidad de energía que se requiere para producir este metal —alrededor de 13.000 vatios por hora por tonelada métrica—, y con los residuos que deja la transformación de la bauxita, el principal elemento del aluminio.

Fafard comenta las ventajas que la industria canadiense del aluminio tiene en cuanto a energía limpia: "La emisión de carbono en la producción es baja porque se emplea principalmente energía proveniente de hidroeléctricas, mientras que en países como China es muy elevada porque se utiliza carbón". Señala también que diversas compañías canadienses están realizando inversiones en el campo de la investigación y trabajan con centros universitarios con el fin de mejorar los procesos de producción y reducir sus gastos. Asimismo, el instituto Regal y sus socios colaboran en nuevas aleaciones y aplicaciones del aluminio.

En cuanto a los residuos —generalmente llamados lodos rojos— no solo se requiere contar con extensas áreas para almacenarlos; además son capaces de producir desastres medioambientales por fugas. Estos residuos son la consecuencia del lllamado proceso Bayer para la transformación de la bauxita. Sin embargo, una empresa canadiense, Orbite Aluminae, ha tomado la delantera y ha desarrollado un método alternativo que lleva el nombre de la compañía.

Éric Galmache, portavoz de esta firma, señala que el proceso Orbite permite extraer el 100% de la alúmina de la bauxita, generando muy pocos residuos y con un coste menor. Afirma que este método está en un avanzado estado de pruebas y que el paso siguiente será su aprobación para explotarlo comercialmente. Galmache comenta además una segunda ventaja del proceso Orbite: "Sirve también para transformar un pasivo medioambiental en un activo comercial. Hay más de 3,000 millones de toneladas de lodos rojos almacenadas en el mundo. Con este método se pueden recuperar dentro de esos desechos buenas cantidades de alúmina y otros metales, de gran valor en el mercado".

Fiona Solomon, directora ejecutiva de The Aluminium Stewardship Initiative (ASI) —una propuesta coordinada por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y de la que es miembro la Asociación de Aluminio de Canadá—, señaló en su intervención en la Conferencia de Montreal que el principal objetivo de la industria es impulsar mecanismos para la producción de un aluminio que ofrezca sustentabilidad y reduzca gastos. La ASI coordina estos esfuerzos y en 2017 lanzará una certificación para las empresas como Orbite que inviertan en estos objetivos.

Estrategia global

La reducción de emisiones en la producción ya forma parte de la estrategia comercial de varias empresas, además de Orbite. Rio Tinto Alcan, por ejemplo, uno de los gigantes del sector lanzó recientemente el aluminio Renewal, elaborado principalmente en la provincia de Quebec, con una mínima huella de carbono. Pese a que tiene un precio superior a otros aluminios en el mercado, firmas como Tesla y Apple estásn dispuestas a pagar más por un producto menos contaminante. En una entrevista con el diario La Presse de Montreal, Gervais Jacques, director comercial de Rio Tinto Alcan, comentó que aunque aún no han puesto a la venta un gran volumen de este nuevo aluminio (menos del 6% de su producción), esperan que su demanda crezca como suele suceder con los productos menos contaminantes, que acaban haciéndose un nicho en el mercado.

El problema es que las iniciativas canadienses son aisladas en el panorama internacional del sector del aluminio. Un reciente estudio del grupo Aluwatch señala que cerca del 90% de la energía utilizada en China para producir aluminio proviene del carbón. Otros grandes países productores en esta industria, como India, Rusia, Emiratos Árabes Unidos o Sudáfrica también siguen recurriendo a combustibles más contaminantes como fuentes de energía. Además, una asignatura pendiente continúa siendo el conjunto de problemas generados por la extracción de la bauxita en distintos países, como lo son el desplazamiento de poblaciones locales y el desequilibrio que las explotaciones mineras generan en los ecosistemas.

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