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Mercadona despide a dos trabajadoras tras consumir un “saladito”

Las empleadas alcanzan un acuerdo con la empresa para que el despido sea considerado improcedente

Jesús A. Cañas
María Ángeles García y Patricia Cecilia Román, durante su protesta.
María Ángeles García y Patricia Cecilia Román, durante su protesta.
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María Ángeles García y Patricia Cecilia Román han sido despedidas de un supermercado de la cadena Mercadona en el que trabajaban, según afirman, por comerse un tentempié. Era un "saladito que se iba a tirar”. Tras cinco días de protesta a la puerta del Mercadona de Jerez de la Frontera (Cádiz), donde estaban empleadas, han llegado a un acuerdo con la empresa y los despidos serán considerados “improcedentes y la empresa rebajará una parte de la liquidación que le correspondía por los años trabajados”, según ha reconocido García. Mercadona han eludido hacer valoraciones del despido por la política de empresa de respeto a la intimidad de los empleados y han asegurado que los despidos siempre se producen por causas justificadas y objetivas.

“Ahora estoy más tranquila, aunque siempre intenté luchar por la readmisión”, ha puntualizado García. La otra despedida, Patricia Cecilia Román, ha rehusado hacer declaraciones ante la firma de un acuerdo que se realizará en los próximos días. 

El conflicto arrancó el 28 de mayo, cuando se celebraba la final de la Champions entre Real Madrid y Atlético y la actividad en el supermercado era agitada. Según el relato de la despedida, con el supermercado a punto de cerrar, se confesó exhausta a su compañera Patricia. Ella le ofreció un par de "saladitos" de la zona de la panadería que estaban destinados a tirarse. Mari Ángeles se tomó uno y el otro se lo ofreció a su compañera, que aceptó. El coste aproximado de cada pieza era de 15 céntimos.

Según relataron ambas en La voz del sur, su coordinadora, que contempló la escena, les llamó la atención por lo ocurrido y les hizo firmar un documento en el que quedaba reflejado que se habían comido los snacks. Pensaron que los hechos se quedarían en una falta disciplinaria. María Ángeles intentó enmendar lo ocurrido “pagando el coste de los saladitos”. Sin embargo, el 6 de junio, al finalizar su jornada laboral, les comunicaron que estaban despedidas de forma procedente. El motivo fue contravenir el artículo 34 de su convenio colectivo, que considera una “falta laboral muy grave” el hurto o robo, sea cual sea el producto.

María Ángeles García y Patricia Román iniciaron una campaña de protesta a la puerta del supermercado, apoyadas por el sindicato CNT, que no forma parte del comité de empresa del supermercado. “Fue un verdadero infierno, veía a los compañeros dentro trabajando y se me acercaban clientes que no se lo creían”, ha explicado hoy la exempleada de 42 años, madre soltera de una hija de 10. “A raíz de ponernos en la puerta, la empresa aceptó negociar”, ha matizado García.

Negociación del despido

María Ángeles ha denunciado el escaso apoyo que encontró en el comité de la empresa en la que ha estado trabajando 16 años: “Cuando me despidieron me dijeron que ya no me podían ayudar porque ya no era empleada de Mercadona”. Con el acuerdo alcanzado con la cadena española de supermercados, la desempleada se siente “más tranquila, aunque la incertidumbre sigue ahí”.

García consideraba fundamental que se considerara improcedente el despido. “De lo contrario se quedaría una mancha en mi expediente laboral”, ha matizado. Ahora que dicha mancha no se producirá, María Ángeles lo único que desea es olvidar cuánto antes lo ocurrido encontrando “otro puesto de trabajo”. “Con la edad que tengo estoy muy preocupada, tengo que sacar adelante a mi hija y sé lo complicado que es encontrar algo, yo lo único que quiero es trabajar”, ha explicado. Por ello, la exempleada de Mercadona se muestra tajante: “¿Qué voy a hacer ahora? Quitarme las deudas y buscar trabajo como sea”.

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Sobre la firma

Jesús A. Cañas
Es corresponsal de EL PAÍS en Cádiz desde 2016. Antes trabajó para periódicos del grupo Vocento. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Sevilla y es Máster de Arquitectura y Patrimonio Histórico por la US y el IAPH. En 2019, recibió el premio Cádiz de Periodismo por uno de sus trabajos sobre el narcotráfico en el Estrecho de Gibraltar.

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