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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Votar lo contrario de lo que parece

Aunque el proyecto de la UE es un proyecto de una élite ilustrada que falla con cierta frecuencia al someterse a votación, el pegamento de la Unión Europea es el comercio, y se impondrá

Juan Ignacio Crespo
Una bandera de la UE agujereada
Una bandera de la UE agujereadaChristopher Furlong (Getty Images)

Hace un año por estas fechas y mediante un referéndum en Grecia se rechazaban las condiciones del rescate que su Gobierno estaba negociando con la Comisión Europea, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Central Europeo. Posteriormente, los griegos se habrán dado cuenta de que, en realidad, votaron mayoritariamente que sí a esas condiciones, aunque ellos creyeran que estaban votando que no.

Mucho antes, en 1992, en Dinamarca, también en el mes de junio y también en referéndum, se expresó la oposición al Tratado de Maastricht. Veinticuatro años después, y tras otro referéndum en el año 2000 en el que decidieron que no querían formar parte de la eurozona y, por tanto, no utilizar el euro como moneda, la situación es que, aunque ellos no lo sepan, lo que tienen como moneda (la corona danesa) es en realidad una manera de hablar del euro con otro nombre: el banco central de Dinamarca tienen que hacer esfuerzos indecibles para que la corona se mantenga pegada al euro tanto cuando éste se aprecia como cuando pierde valor. ¿Por qué? Porque sus relaciones comerciales con la UE así lo exigen. Y cuando, como ha sucedido recientemente, un movimiento de entrada de capitales muy fuerte hace que la corona danesa se aprecie mucho, el banco central tiene que intervenir en los mercados de cambio para impedirlo. En suma, un montón de inconvenientes que no existirían si usaran el euro directamente como moneda.

Lo más probable es que los británicos que han apoyado salir de la UE en realidad hayan apoyado quedarse, porque el comercio entre los pueblos fue siempre el motor del propio imperio británico

¿Quiere esto decir, razonando por analogía, que los votantes británicos que hoy creen que han votado contra la permanencia de Reino Unido en la UE no saben que, en realidad, han votado por quedarse? Sí. Lo más probable es que ese termine siendo el resultado. El comercio entre los pueblos no solo es una componente esencial del progreso sino que fue siempre el motor del propio imperio británico.

Lo decía uno de sus ilustres antepasados, William Pitt (el Viejo): “El comercio es vuestra última trinchera; debéis defenderla o morir”. En España eso se tradujo, durante el siglo XIX, en la famosa pugna entre proteccionistas (conservadores) y librecambistas (liberales, "los progresistas" de la época), atizada, por cierto, por la "pérfida Albión" que era quien más claro había teorizado lo que el comercio internacional representaba.

Todo esto cobra un especial relieve en un momento en el que el comercio mundial está estancado y la amenaza de una recesión global es múltiple y va desde la caída de los beneficios empresariales hasta la bajada del precio de las materias primas o el exponencial endeudamiento chino.

La renegociación de los tratados europeos que afectan a Reino Unido y las distintas réplicas del terremoto que se ha iniciado en los mercados en la madrugada del 24 de junio van a suponer costes enormes para empresas británicas y del resto de la UE pues habrán de revisar sus contratos con cláusulas afectadas bajo las leyes europeas; también para los gobiernos por idénticas razones; para los agentes financieros de todo tipo que puedan acumular pérdidas por causa de las turbulencias en los mercados; por no hablar de los incontables problemas políticos que habrán de ser resueltos. Y pérdidas de empleo mientras duren las dudas.

Pero, hay que recordarlo: aunque el proyecto de la UE es un proyecto de una élite ilustrada que falla con cierta frecuencia al someterse a votación, el pegamento del bloque comunitario es el comercio. Y ese comercio se salvará. Es la última trinchera. Los británicos lo saben y van a defenderla "o morir". Y el resto de los europeos, también.

Juan Ignacio Crespo es estadístico del Estado. Autor del libro “¿Por qué en 2017 volveremos a entrar en recesión?”. Deusto 2016.

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