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Los ‘millennials’ quieren las cuentas claras

Las generaciones más jóvenes están preocupadas por la opacidad de los productos financieros

Laura Delle Femmine

Los jóvenes son más autosuficientes que sus padres a la hora de explorar el mundo de las finanzas. Intentan tomar el control de sus inversiones y priman la transparencia

Varias jóvenes en el centro de Madrid
Varias jóvenes en el centro de MadridBERNARDO PÉREZ

Todos somos hijos de nuestro tiempo. Si la generación posterior a la II Guerra Mundial creció al calor de la expansión del consumo y de la renta disponible, los nacidos entre los ochenta y los noventa del pasado siglo (millennials) están marcados por la explosión de la tecnología. Académicamente preparados, enganchados a Internet, comprometidos con el medio ambiente, egocéntricos y sin arraigo, los millennials son el fruto de las contradicciones de un mundo globalizado y el reducto de una crisis profunda, la Gran Recesión empezada en 2008. El cóctel de ingredientes se refleja en todos los aspectos de la vida, incluso en la manera de invertir.

“Dudan de casi todo y lo cuestionan. Además, la tecnología implica que busquen respuestas rápidas”, resume Sergio Míguez, director de relaciones institucionales de EFPA España, asociación europea de asesores financieros. Bombardeados constantemente con información, Míguez explica que los millennials son más autosuficientes que sus padres a la hora de explorar el mundo de las finanzas. Intentan tomar el control de sus inversiones y priman la transparencia, arguye, lo que se traduce en una firme inquietud por comprender los productos en los que pondrán a trabajar su dinero.

En este aspecto, los millennials españoles son los que hacen el mayor esfuerzo: de acuerdo con un estudio llevado a cabo en 19 países por la gestora de activos Legg Mason entre patrimonios superiores a los 200.000 euros, el 93% de los españoles menores de 40 años asegura estar preocupado por entender los productos en los que invierte, frente al 73% del resto de los encuestados.

Cuestión cultural

Javier Mallo, responsable para España y Portugal de Legg Mason, matiza que este resultado se debe en parte a una cuestión cultural y que la crisis ha sido fundamental a la hora de determinar el afán de comprensión. “Los españoles mayores de 40 años también se muestran más preocupados que sus coe­táneos extranjeros por entender en qué invierten”, explica. Mallo cree que se está engendrando un cambio de paradigma y que, en general, “hay mucho más interés por parte del inversor en entender qué producto se ajusta mejor a sus necesidades”.

En línea con este “cambio cultural” y con el auge de la era digital, la Red se vislumbra como el mejor aliado y artífice de esta hambre de comprensión. Albert Enguix, gestor de fondos en GVC Gaesco Gestión, señala que la revisión es un elemento muy importante en el universo de las finanzas, y que el sector fintech —finanzas aplicadas a la tecnología— cobrará un rol cada vez más destacado a medida que vaya calando en la sociedad. “Internet ha permitido que haya mucha más información disponible que se pueda contrastar”, sentencia.

Priman las empresas responsables

Vinculado a la preocupación de los jóvenes por los costes de gestión de sus ahorros, está el interés cada vez mayor hacia la responsabilidad social de las empresas, que se está convirtiendo en uno de los ejes clave que guía la inversión de los millennials. Más del 60% de los inversores de esta generación prefiere destinar su dinero en compañías con un impacto social o medioambiental positivo y considera su inversión como una manera para expresar sus valores sociales y políticos, según detalla un estudio de la gestora de activos Schroders. “Son más conscientes del riesgo reputacional y más sensibles a la transparencia: ven la sociedad de otra manera”, resume Sergio Míguez, director de relaciones institucionales de EFPA España.

Aunque todo apunta a que los robo-advisors —gestores automatizados de inversiones— puedan quitar cuota de mercado a los profesionales del asesoramiento financiero, y que todo pase por los algoritmos de una máquina, las personas físicas siguen conformando una pieza importante para los millennials. Por lo menos para aquellos que cuentan con un importante patrimonio invertido: de acuerdo con el estudio de Legg Mason, más del 80% de los encuestados confía en la orientación de un profesional y, aunque 7 de cada 10 confíen en los robots como fuente de información, solo un 28% los usa. “Los robo-advisors van a tener un potencial importante sobre todo para la renta media, porque abaratan costes, pero no necesariamente acabarán con el factor humano”, valora Míguez.

El vínculo con el asesor personal, sin embargo, si no es por la tecnología podría tambalearse por otro de los rasgos de los millennials: la infidelidad. Esta característica se manifiesta de manera muy marcada en la relación con las entidades bancarias, cada vez más alejada de las oficinas y volcada en el canal online. “Esta generación no compra por repetición y siempre está dispuesta a recibir información para replantearse su decisión”, analiza Gerard Costa, docente del departamento de Marketing de ESADE Business School.

Costa matiza que la infidelidad, también fruto de la posibilidad de comparar constantemente entre varios productos y ofertas, no implica que se trate de una generación apasionada por las inversiones. El objetivo es otro. “Los apasionados por las finanzas eran los baby boomers [nacidos entre mediados de los años cuarenta y sesenta del siglo XX]”, sentencia Costa. “Los millennials, que han pasado del bienestar a la crisis, quieren información para eliminar el riesgo, porque no perciben una inversión arriesgada como una oportunidad para ganar más, sino que la equiparan a perderlo todo”.

La teoría dice que los millennials deberían ser una generación más agresiva en las inversiones por su elevado interés en entender los productos y por su edad, todavía lejana de la jubilación. “¿Pero de verdad ocurre?”, se pregunta Míguez. “Parece que sí hay algo más de riesgo, pero hoy cuesta mucho ganar dinero como para perderlo”, observa. Según el estudio de Legg Mason, el perfil de los españoles menores de 40 es más bien conservador: solo un 7% se considera muy agresivo a la hora de invertir. Y es más: 7 de cada 10 se definen como conservadores o muy conservadores y más del 60% admite ser más conservador que hace un año. La reducción de la renta disponible, debida a empleos peor remunerados y más precarios, es uno de los elementos que explican este temperamento.

La aversión al riesgo, sin embargo, es un factor muy subjetivo, que está dictado en gran medida por la actitud personal del inversor, explica Enguix. En lo que sí ponen más atención que nunca los millennials es en las comisiones y los costes: la transparencia es una de las principales exigencias de esta generación, que en menos de 10 años pasará a representar el 75% de la fuerza de trabajo mundial, según Deloitte, y que en España ya supone el 20% de la población. “Están acostumbrados a vivir más rápido y a comparar”, remarca Enguix.

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Sobre la firma

Laura Delle Femmine
Es redactora en la sección de Economía de EL PAÍS y está especializada en Hacienda. Es licenciada en Ciencias Internacionales y Diplomáticas por la Universidad de Trieste (Italia), Máster de Periodismo de EL PAÍS y Especialista en Información Económica por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.

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