Punto de inflexión en emergentes
El grueso de monedas ha perdido un 40% de su valor en el último lustro
Desde los máximos de 2010, las economías emergentes han perdido capacidad de crecimiento. Este menor dinamismo se ha reflejado en diversas variables, algunas de la cuales (en especial las materias primas) han alimentado la pérdida de valor de otras (de forma notable los tipos de cambio). Aunque también aquí al hablar de “emergentes” se simplifica en exceso y se comete el riesgo de no tener en cuenta ciertas particularidades, podemos decir que el grueso de monedas ha perdido un 40% de su valor en el último lustro.
La magnitud del movimiento es similar a la de los otros dos períodos anteriores de estrés: la crisis de 1997-98 y la quiebra de Lehman Brothers. En el primero, la mayoría de los emergentes presentaban importantes desequilibrios macroeconómicos, mientras que en el segundo la economía mundial sufrió una intensa recesión acompañada de un aumento de la aversión al riesgo de los gestores de carteras que les llevó a reducir su exposición a los activos financieros de mercados emergentes. En el episodio de tensión más reciente, los flujos de inversión en cartera vuelven a tener un importante poder explicativo (como bien señalaba esta semana el FMI en su World Economic Outlook): desde mayo de 2013, las expectativas del final de las políticas no convencionales de la Fed han intensificado el peor comportamiento relativo de los mercados financieros emergentes. En el caso concreto de la renta variable, el índice MSCI Emerging pierde un 30% frente a la revalorización del 10% del Eurostoxx o del S&P 500.
Pero no solo el temor a una finalización de la política monetaria no convencional de la Fed ha castigado a las variables financieras de los emergentes, sino que la caída del precio de las materias primas también ha sido, como señalábamos al principio, un lastre adicional. De nuevo aquí la magnitud del movimiento ha podido ser excesiva si atendemos a los fundamentos. Y es que la cotización de las materias primas ha corregido, en media, un 50%, con casos como el petróleo o las más vinculadas a la actividad industrial, superiores al 60%.
Desde finales de enero estamos asistiendo a una reversión de los movimientos de las variables financieras emergentes aunque, como es obvio, todavía muy parcial. Una vez más, el potencial punto de inflexión en el precio de las materias primas podría ser uno de los principales factores directores, al que se le suma el reconocimiento por parte de la Fed de que puede ser paciente en su proceso de subida de los tipos de interés. O, dicho de otro modo, que prefiere asumir el riesgo de asistir a un repunte de la inflación antes de equivocarse y endurecer de forma prematura las condiciones monetarias.
Es necesario contar con más evidencias de un cambio definitivo de la percepción de los inversores sobre los mercados emergentes pero los tipos de interés en mínimos en euro, dólar y yen, junto con la escasa tracción de los beneficios empresariales en EEUU y en Europa podría estar aumentando el atractivo relativo de unos mercados emergentes excesivamente castigados en los últimos cuatro años.
David Cano y Nereida González son profesores de Afi, Escuela de Finanzas Aplicadas.
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