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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El mileurismo como utopía

Crece sin cesar el número de ciudadanos que cobran el salario mínimo o menos

Joaquín Estefanía

Hay recuperación económica (crecimiento del 3,2% en 2015) pero no recuperación social (se incrementan la pobreza, la desigualdad y el trabajo precario). De Bruselas nos llegan distintas admoniciones, y no solo sobre el incumplimiento de los objetivos de déficit público, sino también sobre el deterioro de los estándares mínimos del bienestar general. España es uno de los países con peores números de la UE. Eso es lo que dice el avance del informe España 2016, que la Comisión Europea hará público dentro de unos días (La recuperación no mejora los índices de pobreza, Claudi Pérez, EL PAÍS del pasado 1 de febrero). No es exagerado calificar algunos de sus datos y tendencias como dramáticos para un país que es la cuarta economía de la eurozona:

1. Un tercio de la población está en riesgo de pobreza y exclusión social (ingresos inferiores al 60% de la mediana de los hogares).

2. Una de cada ocho personas con empleo es pobre en España.

3. Los trabajadores por debajo del umbral de pobreza crecen rápidamente: del 10,6% al 12,6% desde que se implantó la reforma laboral del PP.

4. Hay tres millones de niños en riesgo de pobreza y exclusión social.

Como corolario de estos datos, las siguientes tendencias: la recuperación del mercado laboral no se ha trasladado a una mejora de la pobreza y la exclusión, “que continúan creciendo y se sitúan entre los más altos de la UE”; hay más pobreza en todos los niveles, “incluida la pobreza severa, por el elevado paro de larga duración y por el rápido crecimiento del trabajo a tiempo parcial, que se sitúa entre los más elevados de la UE”.

No es de extrañar que todos los partidos —excepto el PP, que lo obvió hasta el último momento de su mandato— coincidan en la necesidad de un plan de emergencia social como primera medida de la próxima legislatura. Y dentro de ese plan, la medida más inmediata sería la subida del salario mínimo interprofesional (SMI). El equipo de Rajoy, en su último Consejo de Ministros de 2015, lo subió un anémico 1% (lo que supone un salario mínimo diario de 21,84 euros). Hace pocos días, en un acto de Economistas frente a la Crisis, los secretarios generales de CC OO y de UGT, Fernández Toxo y Méndez, afirmaron que una prueba meridiana del enorme deterioro del mercado laboral es lo que estaba creciendo el número de personas que cobran ahora el SMI (655,2 euros mensuales, por 14 pagas).

Habrá que estudiar atentamente la próxima Encuesta de Estructura Salarial, que elabora el Instituto Nacional de Estadística, para poner los números al día. Según la última conocida, el 12,5% de todos los trabajadores cobran el SMI o una cantidad menor, marcando la mayor proporción desde que arrancó la serie histórica en el año 2004, seis puntos más que aquel ejercicio. El 1,58% de todos los trabajadores a tiempo completo estaban en esa misma situación. Otro dato, no comparable porque está basado en diferentes premisas, pero muy significativo, es el que aporta la Agencia Tributaria a partir de información proporcionada por los empleadores: más de un tercio de los asalariados (el 34%, 6,7 millones) son seiscientoeuristas. Para ellos, ser mileurista es una utopía.

En la presentación de uno de sus últimos informes, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) calculaba que hay margen para subir el salario mínimo en España un 10% “sin que perjudique a la competitividad y al empleo”. Ese incremento debería ser gradual, en dos o tres años, para que no pille desprevenidas a las empresas. Pese a que en 2015 la inflación estuvo por debajo del 1% que se ha incrementado el SMI, desde que comenzó la crisis los trabajadores peor pagados han perdido poder adquisitivo sin cesar. Esta es otra de las razones del incremento de la desigualdad. De la desigualdad general y de la desigualdad de género: el número de mujeres que cobra el SMI duplica al de hombres.

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