La crisis se lleva por delante a la mitad de las empresas innovadoras
Fedea destaca que en 2014 solo se ejecutó un tercio de grandes fondos estatales para I+D
“Estamos mal, pero el sistema de innovación no se ha desplomado como en crisis anteriores”. El investigador Juan Mulet, exdirector general de la fundación Cotec (asociación empresarial para fomentar la innovación), ha resumido así este jueves su análisis sobre las consecuencias de la crisis económica. Y el dato más negativo es el que arroja la estadística sobre cuántas empresas se consideran innovadora: “Se ha reducido a menos de la mitad de las que había en 2008”, resaltó.
Mulet ha recopilado las principales estadísticas, nacionales e internacionales, sobre la innovación empresarial y el gasto en investigación científica y desarrollo experimental (I+D). Lo ha hecho para la fundación Fedea, centro de de investigación en cuyo patronato participan el Banco de España y grandes empresas. Esas estadísticas revelan que las empresas españolas que desarrollan algún tipo de innovación tecnológica (crean nuevos productos y servicios o desarrollan alguna modificación sustancial) han pasado de 42.206 en 2008 a 18.511 en 2014, un 56% menos. Apenas son ya el 0,6% de todas las sociedades registradas por el directorio empresarial del Instituto Nacional de Estadística.
Tampoco es mucho mejor la evolución de las empresas que declaran innovaciones no tecnológicas, aquellas que mejoran sus procesos organizativos o comerciales. Desde las 54.125 censadas en 2008, hay un 40% menos en 2014 (32.626). Pero, para Mulet, “no todo ha sido malo”: “Las empresas que innovan, sobre todo las mayores, han intentado defenderse”, indicó el investigador. Para argumentar su afirmación, resaltó que el gasto corriente, dedicado sobre todo a retribuir al personal que se dedica a la innovación, se ha mantenido en estos seis años. “El gran retroceso se produce en la inversión, ya sea el gasto para ampliar el capital físico que se utiliza en la innovación o en la adquisición de equipos y productos innovadores”. Esas partidas no llegan al 40% de lo que se gastaba en 2008.
El gasto en innovación empresarial rondó los 13.000 millones en 2014, de los que más de la mitad corresponde a los departamentos internos de I+D de las propias empresas. Y la merma de recursos fue mucho más intensa en algunos sectores (construcción) y en algunas empresas (entre 10 y 49 trabajadores). En el sector público, como ya habían apuntado las estadísticas del INE, la disminución de recursos empezó más tarde, en 2010, pero se ha acelerado en los últimos años, aunque sigue teniendo una importancia similar a la de otros países occidentales. No ocurre así con el sector privado español, cuya aportación es mucho menor en la comparación internacional.
Esa comparación, cuando se refiere solo al gasto en I+D, refleja que solo en España (del 1,4% al 1,2% del PIB) y en Reino Unido, entre las grandes economías occidentales, se ha reducido el esfuerzo. “En otras economías, se ha interiorizado que es importante invertir en innovación e I+D, incluso cuando hay crisis, para sostener el crecimiento”, indicó Mulet, quien recordó que la aportación en España de la productividad al crecimiento es mucho más baja que en otros países.
Éxodo de jóvenes investigadores
“En el sector público, la cuestión que puede traer más problemas a largo plazo es que se ha interrumpido la renovación de los equipos, muchos jóvenes investigadores se han ido a otros países ante las dificultades enormes para hacer una carrera profesional aquí. En la medida de lo posible, eso habría que remediarlo cuanto antes”, aportó Ángel de la Fuente, director de Fedea, en la presentación del estudio ante la prensa.
Mulet hizo alguna referencia más a la relación entre sector público y privado en el sistema de innovación e I+D. Destacó que en los últimos años, cada vez se ejecuta una porción menor de los fondos estatales presupuestados para apoyar estas políticas. “Eso se debe a que buena parte de esos fondos son en realidad créditos, que las empresas no piden”. Así, en dos de las mayores partidas que gestiona el Ministerio de Economía, en 2014 apenas se ha ejecutado un tercio de los gastos presupuestados, según el estudio.
Además, el investigador de Fedea resaltó que, “aunque España tiene una deducción fiscal específica para la innovación”, se utiliza muy por debajo de su potencial, porque es necesario que haya beneficios empresariales para reducir el impuesto que se paga sobre ellos. De los 1.000 millones al año que podrían llegar a desgravarse las empresas españolas, se deducen poco más de 200 millones.
El nuevo observatorio de la innovación empresarial creado por Fedea elaborará próximamente propuestas de políticas económicas para impulsar en España la raquítica innovación empresarial, una situación diagnosticada desde hace décadas que ha variado poco. Mulet adelantó que las medidas legales y los programas económicos deben tener como prioridad “crear un ambiente empresarial que reduzca el riesgo de la innovación”. Y, más allá de elevar la aportación de fondos, anticipó alguna idea: “en el régimen concursal debería darse algún tratamiento específico a los que intentan innovar, fracasar no debería ser tan costoso”. También, estudiar el fomento de “compras públicas de productos que incorporen alguna innovación tecnológica”.
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