Un acuerdo equilibrado en un escenario difícil
El pacto europeo por las cuotas pesqueras de 2016 se puede calificar de positivo aunque España se halla lejos de lograr que la distribución sea proporcional al peso de cada Estado
Las últimas negociaciones para la asignación del Total Admisible de Capturas y la cuota de pesca han sido las primeras que se celebran desde la entrada en vigor de la reforma de la Política Pesquera Común donde se contemplan nuevas exigencias para lograr el mantenimiento de los caladeros en unos límites de sostenibilidad.
Frente a la situación anterior, en la mesa de los ministros de Pesca, se hallaba esta vez en primer lugar el compromiso comunitario de avanzar hacia el Rendimiento Máximo Sostenible (RMS). Una segunda novedad era la obligación de eliminar progresivamente los descartes (especies que se capturan y que se devuelven al mar por razones económicas, porque no cumplen las tallas mínimas o por falta de cuota para cubrir las mismas) y que desde el próximo año 2016 se deben desembarcar en puerto de forma progresiva, comenzando por la cigala y la merluza.
Aunque todavía hay importantes lagunas sobre la situación de los caladeros, a la hora de adoptar sus decisiones, los ministros disponían también de una mayor información sobre la situación de los recursos ya que una gran parte de los mismos está en un proceso de recuperación que no se puede truncar.
Con ese escenario sobre la mesa, sorprende que año tras año, la Comisión Europea mantenga la misma estrategia negociadora, proponiendo grandes reducciones imposibles porque llevarían a las flotas al paro, para llegar a unos acuerdos, en muchos casos, en dirección contraria.
El resultado de las últimas negociaciones se puede calificar como de acuerdo positivo y equilibrado, sin renunciar a la sostenibilidad de los caladeros y atendiendo a los intereses económicos del sector. En este sentido, España aportó estudios de impacto decisivos para el acuerdo final.
En aras de la sostenibilidad de los caladeros, los objetivos del RMS que inicialmente se querían cumplir en 2016, se aplazan al año 2018, lo que supone un respiro para las flotas al permitir un aumento de capturas, sin renunciar Bruselas a su cumplimiento en 2020. En materia de cuotas, al margen del impacto negativo en algunas zonas muy concretas de la costa, se debe hablar de un balance positivo, sobre todo, teniendo en cuenta especies claves como la merluza en aguas comunitarias de Gran Sol. Se ha logrado que, a la hora de fijar los TAC, Bruselas haya contemplado un incremento de los mismos considerando las exigencias de los descartes.
España se halla lejos de lograr que la distribución de cuotas sea proporcional al peso de cada Estado comunitario en la pesca, mecanismo que fijaron los países en 1983 en función de sus intereses, la llamada estabilidad relativa que se resisten a modificar. Pero España, es un hecho, está mejorando año tras año unas mayores posibilidades de pesca.
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