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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Retos del sector bancario español tras la reestructuración

En préstamos dudosos la banca tiene en sus balances cerca del 14% del PIB

Rafael Ricoy

Tras el impacto de la crisis, el beneficio ha regresado a la banca española. Para ello ha sido necesario acometer una profunda reestructuración que ha exigido el cierre del 31% de la red, un recorte del 25% del empleo y un saneamiento equivalente al 27% del PIB. A pesar de tanto sacrificio, la rentabilidad del negocio en España es reducida (por debajo del 6% en relación a los recursos propios) e insuficiente en comparación con el coste de captar capital, estimado en torno al 8%.

Como analiza un estudio recién publicado por FUNCAS, el reto más importante de la banca española es alcanzar mayores niveles de rentabilidad, algo difícil en un contexto de tipos reducidos. Aunque el margen de intereses ha aumentado ligeramente en 2014 y en la primera mitad de 2015, de mantenerse los tipos en los niveles actuales (y parece que así va a ser con la política expansiva del BCE), acabará afectando negativamente al margen por dos motivos: porque apenas hay margen de maniobra para reducir el coste del pasivo y porque se intensifica la competencia en el activo.

La variable clave en este contexto es la eficiencia, que no ha mejorado, ya que el recorte de costes (que por unidad de activo incluso han aumentado desde 2012) ha sido inferior a la reducción del margen bruto. Por tanto, es necesario que la banca española siga racionalizando costes, lo que podría alentar nuevos procesos de fusión encaminados a aprovechar economías de escala. En paralelo, el avance hacia la banca digital es importante como estrategia para reducir costes, si bien los beneficios no se materializan a corto plazo. En cualquier caso, es necesario que sigan ganando peso otras vías de acceso a los servicios bancarios distintas a la oficina tradicional, máxime teniendo en cuenta que España sigue a la cabeza de la clasificación europea en términos de densidad de red y a la cola en términos de tamaño medio de una sucursal bancaria.

Una de las lecciones de la crisis es la importancia que ha tenido la diversificación geográfica. Los dos grandes grupos españoles han capeado mejor el temporal, no solo por su buena gestión, sino también por las ventajas asociadas a la diversificación. Por tanto, los nuevos grupos bancarios que han surgido en España con la reestructuración y los nuevos que puedan surgir con nuevas fusiones, deberían poner su mira en la expansión internacional, sobre todo teniendo en cuenta que el negocio en España no va dar muchas alegrías como consecuencia del desapalancamiento que aún tenemos pendiente y que implica un reducido volumen de actividad.

Otro reto es la gestión del elevado volumen de activos improductivos. Este es un problema sobre el que insiste tanto el FMI como el Banco de España. En préstamos de dudoso cobro, la banca tiene en sus balances un volumen entorno al 14% del PIB. Pero si añadimos los activos adjudicados, la cifra aumenta hasta el 22% (230.000 millones de euros). Son activos que generan costes pero no ingresos, por lo que lastran la rentabilidad.

Un reto adicional es el derivado del cambio en la estructura de ingresos. En la época del boom crediticio, los ingresos netos por intereses adquirían gran protagonismo, hasta el punto de llegar a aportar el 64% del total de ingresos netos. Con la caída del crédito y de márgenes, la banca ha utilizado los resultados por operaciones financieras (ROF) como válvula de escape, de forma que en 2013 llegaron a suponer el 18% de los ingresos netos. A ello ha contribuido la financiación barata del BCE destinada a la compra de deuda pública y las plusvalías obtenidas con la caída de tipos. Además de ser los ROF un ingreso no recurrente, no se podrán repetir con tanta intensidad ya que las plusvalías latentes son reducidas. De hecho, en los últimos 12 meses la aportación ha caído al 13%.

El dinero barato del BCE también ha favorecido la cuenta de resultados a través de los ingresos financieros obtenidos por la compra de deuda pública, sobre todo cuando los tipos de interés alcanzaron niveles elevados. Del total de ingresos financieros de la banca española, en 2007 los asociados a la deuda pública suponían el 2,7%. En 2013 y 2014, tras las “barras libres” del BCE, el porcentaje alcanzó un máximo del 15,5% y en junio de 2015 se mantiene en un nivel elevado (14,4%). Como las nuevas emisiones son a tipos muy reducidos, su aportación a los ingresos financieros irá perdiendo peso.

En resumen, si bien la crisis bancaria se da por superada, como demuestra la reactivación del crédito a nuevas operaciones y la recuperación de la rentabilidad, los retos existentes y la presión regulatoria que exige cada vez más capital plantean un futuro en el que es difícil aumentar la rentabilidad, lo que exige a las entidades seguir ganando eficiencia y plantear nuevos modelos de negocio, así como reflexionar sobre la viabilidad futura del actual modelo de banca minorista apoyado en una extensa red de oficinas de tamaño excesivamente reducido.

Joaquín Maudos. Catedrático de la Universidad de Valencia, Director Adjunto del Ivie y Colaborador del CUNEF.

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