Un salto que solo han resistido las ruedas
El compacto Renault 11 lideró las ventas en España en 1985. Hoy los vehículos se parecen poco a los de antes, pero es otro francés, el Citroën C4, el de mayor demanda
Al Renault Megane ni se le esperaba hace 30 años. El fabricante francés bautizaba a sus modelos con meros números y el que cubría esa gama media era el R 11, cuya popularidad lo convirtió en el coche más vendido de 1985 en España. Como los vehículos de aquella época, en sus formas dominaba todavía lo anguloso; Toyota no había revolucionado aún el sector con formas redondeadas para complicarle las cosas a las copias coreanas. Aquella era una época en la que el sistema de freno por ABS era tan novedoso que era opcional si no excepcional y en la que los tableros de instrumentos no siempre incluían un cuentarrevoluciones. Y había otro elemento que sorprendería hoy a los conductores de 18 años: donde ahora acostumbra a dominar una pantalla, hace tres décadas había un agujero: el espacio habilitado para encajar un radiocasete. El infotainment actual hubiera sido, a los ojos de aquellos compradores, otra historia increíble de Julio Verne.
La tecnología es lo que más ha cambiado en estas tres décadas. Ahora los coches diésel copan el 63% de las ventas, cuando antes eran los de gasolina
La electrónica no era lo único que brillaba por su ausencia en aquel mercado automovilístico previo a la incorporación de España a la Comunidad Económica Europea (CEE). Las marcas japonesas apenas tenían presencia y el resto de fabricantes disponía de una gama restringida. Ni los aranceles ni el poder de compra del español medio permitían alardes en un mercado modesto. El precio, eso no ha cambiado mucho, era uno de los principales factores para decidir entre un coche u otro, así que el proteccionismo primaba los vehículos salidos de las fábricas españolas. Y el R 11 se podía adquirir por 1,04 millones de pesetas en su versión más básica. Aquellos virtuales 6.274 euros serían ahora 17.811 euros, según la actualización de rentas del Instituto Nacional de Estadística. Un anuncio actual en la web de Renault fija en 12.950 euros el coste de un Megane Coupé.
Es en ese contexto en el que el compacto Renault 11 era el preferido por el público. En aquel 1985 se matricularon casi 74.600 unidades de ese modelo en España. Acumulaba casi un 50% más de ventas que el segundo, el mítico Corsa (50.732), el primer modelo pequeño lanzado por Opel. Su nombre, aunque en la quinta generación, se mantiene en los catálogos de la marca alemana treinta años después. El tercer vehículo en ventas era otro referente: el Peugeot 205 (41.349), que aquel mismo ejercicio se convertiría en el Coche del Año en España.
Llega el IVA
Esos tres modelos, como el resto, se beneficiaron en 1985 del consumo disparado de los últimos meses del año, motivado por la nueva tributación que se esperaba a partir de 1986 a raíz del ingreso en la CEE: el IVA.
Era tan reducida la oferta de aquel mercado que el Renault 11, por ejemplo, copaba más del 10% del medio millón de unidades comercializadas. Esos números serían impensables ahora. No hay otro mercado más atomizado en cuanto a ventas en Europa que la actual España. No es que sea imposible que hoy en día un modelo pueda copar el 10% de las ventas totales, es que también lo es que una marca alcance esas cuotas de mercado. No sucede en ningún otro país del Viejo Continente con enseñas automovilísticas propias.
A mediados de los ochenta el Seat más vendido era el Panda. El Ibiza solo tenía un año de vida y no era ni de lejos el superventas que fue después. En los ochos meses que llevamos de 2015 la versión actual del Ibiza ha logrado colocar 23.232 unidades. Es el tercero más comercializado de España. Por delante de él se encuentra un coche hermano, el León (23.398), protagonista de la pequeña revolución interna en la que está inmersa la marca española del Grupo Volkswagen. Y el más vendido en estos momentos es el Citroën C4, con 24.897 unidades.
Ese último modelo da pistas de cómo ha cambiado el mercado en las últimas tres décadas, más allá de sus características técnicas. Nació originalmente como un vehículo del segmento C, el mismo que el Megane. Y ha ido incorporando variables desde la forma original. Incluso tiene un par que responde al de los todocaminos urbanos ligeros. Su germen está en los todoterrenos aunque integra la comodidad que se espera de un coche urbano. Esa mixtura lo ha convertido en el vehículo con mayor proyección del mercado. En Europa acapara el 21% de las ventas y todos los fabricantes se han puesto manos a la obra para tener una versión en su catálogo similar.
Monovolúmenes
Pero en aquellos años la categoría SUV no existía y todoterrenos apenas se vendieron un millar en 1985. Los monovolúmenes se estaban estrenando con el primer Renault Espace, lanzado un año antes. Y los coches de gasolina representaban el 75% de las matriculaciones; hoy los montados con motor diésel copan el 63% de las ventas. Mientras las emisiones de monóxido y dióxido de carbono de los motores de gasolina generaron debate por sus implicaciones en el efecto invernadero, ahora son los óxidos de nitrógeno expulsados por los diésel los que están en la palestra por sus consecuencias directas sobre el sistema respiratorio de las personas.
Dejando la contaminación (que se ha ido reduciendo a la par que el consumo) a un lado, los vehículos ahora son más saludables tanto para quienes van dentro como para los que están fuera. Solo es necesario leer un catálogo para cerciorarse de la profusión de sistemas activos de seguridad existentes: desde el control de tracción inteligente para asegurar el agarre hasta los sistemas que eliminan los ángulos muertos de visión. El Seat León incorpora un sistema capaz de detectar la fatiga en el conductor o de interpretar las señales de tráfico.
Los nuevos formatos han desembocado en estéticas nunca vistas antes, en parte porque las nuevas tecnologías aplicadas al campo de la producción fabril han ofrecido mayor ductilidad a los diseñadores. Si los faros ya cambiaron con los diseños de los años noventa, la tecnología led les ha dotado de mayor flexibilidad. La publicidad del Citroen C4 habla de faros posteriores con efecto 3D. Los interiores han ganado en luminosidad gracias a las estructuras reforzadas que han permitido una mayor superficie acristalada. Y el interior es otro mundo, especialmente por la capacidad informática. Las pantallas táctiles ya no solo surten de mapas, ahora convierten el vehículo en un teléfono móvil con ruedas en el que la conectividad es tan indispensable como la de nuestros hogares. A veces parece que únicamente los neumáticos siguen igual.
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