Año uno de Dimas Gimeno en El Corte Inglés
El presidente de los grandes almacenes cumple su primer aniversario con la prioridad de colocar el grupo en Latinoamérica a medio plazo
Dimas Gimeno acaba de cumplir el primer año en la presidencia de El Corte Inglés (ECI), cargo al que llegó tras el fallecimiento de su tío, Isidoro Álvarez, ocurrido el 14 de septiembre. En este periodo, el joven ejecutivo de 40 años, tras apagarse los fuegos que habían surgido en torno a la sucesión en la presidencia de la Fundación Ramón Areces, se ha hecho fuerte en la dirección del grupo, necesitado de un golpe de timón para abordar una necesaria modernización.
Para ello, debió acordar primero el saneamiento financiero (refinanciación de la deuda, de unos 3.700 millones, y emisión de bonos por valor de 600) e incorporar al capital del jeque catarí Hamad bin Jassim, cuyas negociaciones llevó él personalmente (venta por 1.000 millones del 10% procedente de la autocartera, que puede elevar al 12,25% en tres años e incluso al 15,25%).
La nueva etapa, iniciada con el apoyo de la banca acreedora, tiene varios frentes: generar beneficios, combinar las ventas tradicionales con las online y la internacionalización. En el primer punto, la empresa se encuentra en una fase de recuperación (en el último ejercicio obtuvo casi 15.000 millones de ventas y 120 de beneficios). El segundo consiste en desarrollar formatos más actualizados y aplicar un cambio de estilo en algunos segmentos respetando la filosofía tradicional de los grandes almacenes.
Pero el reto más ambicioso se centra en la instalación fuera de la península. El Corte Inglés solo está presente en Portugal, tras vender la firma The Harris Company que tenía en California. Estuvo a punto de instalarse en Milán, pero se aparcó. Ahora, las preferencias se centran en el mercado latinoamericano por delante del europeo. El objetivo se planifica a medio plazo y las oportunidades aparecen en México, Colombia y Perú. Esta misión deja en segundo plano otra de las actuaciones que ya contempló Isidoro Álvarez, la salida a Bolsa, que no queda descartada.
Gimeno aparece como el ejecutivo que ha roto la dinámica histórica de la casa después de casi 80 años. Pero la modernización también pasa por el gobierno corporativo. Y, en ese sentido, también ha demostrado que no le tiembla el pulso ante decisiones transcendentales, como hizo recientemente al expulsar del consejo de administración a Carlota Areces Galán, representante de la parte díscola de la familia, propietaria del 9% y contraria a la valoración realizada para la venta al jeque. La postura de la consejera hacía inoperativo el máximo órgano de decisión del grupo en un momento en que se estaban discutiendo cuestiones fundamentales y apelando “a sus deberes legales como administrador”.
Ahora le quedan otras tareas, como dar mayor fluidez a las relaciones laborales en un grupo que emplea a cerca de 100.000 personas y que tradicionalmente se ha significado por mantener unas relaciones dispares con los sindicatos. Fuentes consultadas subrayan que Gimeno ha ejercido el mando con cintura y flexibilidad, lo que ha contribuido a mejorar el clima entre la plantilla.
La actividad de Gimeno, en todo caso, se intensificó tras firmarse la paz en el seno de la Fundación Ramón Areces, de gran importancia dado que tiene el 37,39% del grupo, y la involucración de todos los accionistas. La sucesión en el ECI no llevó emparejada la de la presidencia de la fundación, que también ostentaba Isidoro Álvarez, como había ocurrido con el propio Ramón Areces desde que fundara la institución en 1969. Gimeno se batió el cobre en disputas con sus primas (Marta y Cristina Álvarez Guil), hijas de Isidoro, y parte de la vieja guardia. La presidencia estuvo desierta durante siete meses hasta que se resolvió el problema con el nombramiento de Florencio Lasaga, veterano directivo de la casa coetáneo de Álvarez.
La Fundación Ramón Areces, Gimeno y las hermanas Álvarez Guil conforman el núcleo duro de ECI, al que se ha unido el jeque catarí. Los tres primos tienen el 7,5% cada uno. Además, figura la familia García Miranda (Mancor), que se acerca al 7% y está representada en el consejo por Paloma García Peña. Otro tanto controla la familia Areces Galán (Ceslar), representada por Carlota Areces. El resto se reparte entre altos ejecutivos (los consejeros Lasaga, Carlos Martínez Echevarría y Juan Hermoso, entre ellos) y empleados. también se sientan en el consejo Leopoldo del Nogal y Manuel Pizarro.
El patronato de la fundación lo componen Lasaga, Gimeno, las hermanas Álvarez Guil, César Álvarez Álvarez, José Antonio Álvarez López, Martínez Echevarría, Hermoso, Arsenio de la Vega y Jorge Pont.
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