La Fed no mueve ficha
La Reserva Federal ha evitado otra gran depresión y ha sacado a EE UU de la deflación
Esta semana se cumplen siete años de la quiebra de Lehman Brothers, uno de los mayores errores históricos de la Reserva Federal, que provocó la peor recesión mundial desde la Gran Depresión. Tras ese error la Fed decidió dejar de ser parte del problema para ser la solución. Ante el derrumbe del sistema financiero, frágil y vulnerable como un castillo de naipes, decidió aplicar una política monetaria también histórica.
La Fed ha evitado otra gran depresión y ha sacado a EE UU de la deflación. Para ello ha multiplicado por cuatro su tamaño, aunque el dinero vuelve en exceso de reservas bancarias. Descontando ese efecto la base monetaria se ha doblado. ¿Por qué no se ha doblado el IPC como anticipaba Friedman y muchos críticos de la Fed en 2008? Porque la hipótesis monetarista de estabilidad en la velocidad de circulación del dinero es falsa. En estos momentos la velocidad está en mínimos históricos demostrando que el canal de transmisión de la política monetaria sigue lejos de la normalidad.
La tasa de paro en EE UU del 5% está cerca del pleno empleo, la inflación próxima al 2% objetivo, el crédito vuelve a crecer y deja de estar justificado que con una economía creciendo al 3-4% nominal la Fed mantenga tan dopado al enfermo con tipos de interés al 0%. No obstante, la deuda de las familias sigue demasiado elevada, el sector inmobiliario se recupera lentamente de la depresión y la inversión empresarial está estancada desde el pasado verano. Cuando las empresas no invierten indica que sus expectativas siguen deterioradas. Y el estancamiento secular limita la acción de la Fed que convive con una reducción del gasto público y el déficit.
Aunque la Fed siempre habla de sus objetivos domésticos, el dólar es la moneda de reserva mundial y sus decisiones afectan a todas las economías del planeta. La caída del comercio mundial en 2015 y la crisis financiera de este verano, con la volatilidad en las bolsas en máximos históricos solo superados por la quiebra de Lehman, obligan a la Fed a ser muy prudente en sus movimientos. En 2008 se hablaba de refundar el capitalismo, pero el capitalismo de los mercados sigue refundando estados. Ahora le toca a China y de nuevo a Brasil, Rusia, Turquía y los emergentes. Y el dólar actúa como refugio y entra en terrenos de sobrevaloración.
La Fed acierta al no subir tipos. La señal acentuaría la fuga de capitales de emergentes, apreciaría aún más el dólar y pondría en riesgo la recuperación de la economía estadounidense. En cuanto la inestabilidad financiera se estabilice comenzarán las subidas pero serán graduales. La inflación ni está ni se la espera, más ahora con la devaluación del yuan, y el enfermo aún no ha digerido la crisis de deuda y es susceptible de recaídas.
Ahora toca al resto de áreas hacer sus deberes. Europa debería estar ejecutando ya el plan Juncker y ampliarlo con inversiones públicas, sobre todo en Alemania y países con superávit exterior elevado.
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