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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Brasil 2015: un año peligroso

Constituye el foco de atención regional: atraviesa la peor recesión en más de dos décadas

Cierto, el fantasma que recorre Europa es Grecia. Cierto, el foco hay que ponerlo en este país para no causar mayores daños a Europa y más concretamente a la eurozona. Cierto, el fantasma que recorre América Latina es Brasil y poner ahora el foco en este país, es anticiparse a los importantes daños que podría causar a todo el continente, y por extensión a la economía mundial y a España, cuyas empresas cuentas con un stock de inversiones brutas de 60.000 millones de euros, casi la mitad de la inversión extranjera directa española en América Latina.

Brasil es la primera economía latinoamericana y séptima del mundo, aunque según The Economist Intelligence Unit, en este año podría ser superado por India. La economía brasileña constituye el foco de atención regional por estar atravesando la peor recesión en más de dos décadas. En 2014 con un crecimiento del PIB del 0,1%, registró su cuarto año consecutivo de desaceleración y 2015 será el quinto con una contracción del -1,5% lo que significa el peor resultado desde 1990 (FMI, WEO, julio 2015).

Los últimos datos que corresponden al mes de mayo, indican que la desocupación avanzó hasta el 6,7% alcanzando su mayor nivel desde el año 2010. La tasa de desempleo encadena cinco subidas consecutivas desde que cambió su tendencia al inicio de 2015. Según el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), Brasil había cerrado el 2014 con una desocupación del 4,8%, su valor mínimo desde que comenzó a utilizarse una nueva serie en el 2002. La población desempleada sumaba 1,6 millones de personas, 454.000 trabajadores más que en 2014.

 La presidenta, Dilma Rousseff, ha calificado la situación de “extremadamente dura”. Para vencerla, la respuesta es el ajuste fiscal y la expansión de las exportaciones para compensar la caída del mercado interno. Entre las medidas adoptadas, el Gobierno aprobó un ajuste presupuestario de 69.900 millones de reales (22.300 millones de dólares) con el fin de sanear y fortalecer las finanzas públicas. Por su parte, el Banco Central de Brasil (BCB), elevó por sexta vez consecutiva la tasa de interés en medio punto, del 13,25 al 13,75%, con el propósito de combatir la inflación situada en el 9% interanual (la mayor desde 2003) que representa el doble de la meta oficial fijada en el 4,5%, superando ampliamente el nivel máximo de tolerancia situado en el 6,5%. También ha diseñado un programa de estímulos monetarios, inyectando un total de 60.000 millones de dólares hasta final de año. El recorte presupuestario y el paquete de iniciativas para moderar el gasto fiscal y controlar la inflación, deberían frenar los peligrosos frentes macroeconómicos abiertos. Uno de ellos, lo constituye la rápida depreciación del real situado en los niveles más bajos desde 2008, cuando estalló la crisis financiera mundial.

En cuanto a la expansión de las exportaciones para compensar la caída del mercado interno, se ha puesto en marcha el Plan Nacional de Exportaciones 2015-2018. Aunque Brasil es la séptima economía del mundo, su participación en el comercio internacional todavía no llega a esa posición. En 2013, el grado de apertura de la economía brasileña, medido por la ratio de exportaciones más importaciones sobre el PIB, se situó en el 21,5% -casi un punto por encima del 20,6% de 2012, y mayor que el ratio registrado en 2011 del 19,5%, si bien permanece lejos del 23,6% alcanzado en 2008 y de la tasa de apertura de otros países de la región como México o Chile. En las seis mayores economías del mundo, ese indicador alcanza el 53,4%. Estas cifras indican, que el comercio exterior de Brasil posee un considerable potencial para crecer, con beneficios inmediatos para la economía.

Aunque este proceso de ajuste y potenciación de la economía, resulta necesario para la consolidación de los fundamentos macroeconómicos que favorecen la meta fijada del crecimiento en 2016, que el FMI lo sitúa en el 0,7% (WEO, julio 2015), sin embargo, las previsiones se pueden desviar, dado que no se encuentran al margen de los efectos provenientes de sucesos que han impactado negativamente el dinamismo de la economía brasileña, debido a los casos de corrupción como es el de la petrolera estatal Petrobras.

Pero el ajuste ya está dando resultados, una primera nota positiva lo ofrece el superávit comercial de 2.761 millones de dólares obtenido en el mes de mayo, debido a la caída de las importaciones que lo hicieron un 26,5% interanual, mientras que las exportaciones retrocedieron el 15,2%. Este retroceso exportador, se debe a la continuada bajada de los precios de las materias primas como el mineral de hierro o la soja, así como la debilidad de la economía argentina, que es uno de los principales socios de Brasil.

La apuesta para la recuperación en 2016, pasa por el consumo privado, las exportaciones y luego por la inversión, para lo cual se aprobó un gigantesco plan de infraestructuras, que alcanza los 64.000 millones de dólares, aunque tomará su tiempo para que los proyectos y su financiación se concreten. La novedad, es que la inversión pública no participará al nivel de los anteriores PAC I y II, sino que se basará en la inversión privada a la que asignará mayores estímulos e incentivos.

Todo el acierto en el camino emprendido por la presidenta y su Gobierno, para la pronta y vigorosa recuperación del crecimiento y el bienestar social de Brasil, pues como líder regional su desaceleración impacta negativamente en América Latina y por extensión en el mundo y en España concretamente a sus empresas más emblemáticas cuya que se resentirían en ambos lados del Atlántico.

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