Lagarde se juega la reelección
En su camino se ha cruzado la crisis griega y su deuda, y eso no ayuda a ganar votos
En 2016 expira el mandato de la actual directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, que sucedió a su compatriota Dominique Strauss-Kahn en 2011, tras su abrupta renuncia. Lagarde busca la reelección para seguir otros cinco años más al frente del organismo financiero pero en su camino se ha cruzado la crisis griega. Desde el pasado día 30, Grecia se ha convertido en el primer país del mundo industrializado en convertirse en moroso del FMI, con quien acumula una deuda de más de 23.000 millones de euros. Si la mora se mantiene en los próximos meses, sería el mayor impago de un país con el Fondo y eso no ayuda precisamente a ganar votos.
En su día, el rescate a Grecia ya suscitó críticas entre un amplio sector de países integrantes del FMI. Se trataba de un rescate muy cuantioso, a un país europeo y con un elevado componente político. En una de esas reglas no escritas desde la creación del Fondo en 1945, la presidencia del FMI siempre ha recaído en un europeo y las sospechas de injerencia política en el manejo de la crisis de deuda de la región han sido constantes.
La clave, como siempre, está en manos de Estados Unidos, que ostenta el 17,6% de los votos de la institución, y por ese lado Lagarde ya ha empezado a moverse
En 2010 el Fondo se convirtió en un pilar fundamental de la asistencia financiera a Grecia, bajo el argumento de su conocimiento técnico en el manejo de crisis sistémicas y el establecimiento de programas de reformas, no siempre exitosos, a los que condicionar la ayuda económica. Aquel primer plan de ayuda consagró de facto el rescate de los acreedores privados griegos, entonces mayoritariamente la banca alemana y francesa, cuya deuda pasó a ser asumida por las instituciones europeas. Ese plan fracasó en su intento de sacar al país de la crisis y obligó a llevar a cabo un segundo rescate en 2012, que —ya sí— incluyó una quita de la deuda en manos del sector privado. Tampoco ese plan tuvo éxito y la semana pasada el organismo decretó que la deuda pública griega es casi inviable y apuntó la necesidad de aplicar una nueva quita a la deuda, ahora mayoritariamente en manos del sector público.
De esa quita, sin embargo, estaría excluida la deuda del propio organismo. Sus estatutos no le permiten aceptar ese tipo de acuerdos, con el objetivo de preservar su estatus de acreedor preferente y mantener su capacidad de prestar grandes cantidades de dinero a aquellos países inmersos en una crisis financiera y sin acceso al mercado. Pero los miembros de la institución tampoco se lo iban a permitir fácilmente. Grecia, pese a la debacle económica sufrida, aún tiene una renta per cápita de 18.883 dólares, según datos del propio organismo. Muy lejos de los 10.174 dólares de México; los 8.154 dólares de China; 6.894 dólares en el caso de Colombia o los 1.808 dólares de India. Financiar el rescate de un país rico, no es fácil de explicar a las opiniones públicas de estos países. Condonarle parte de la deuda es casi inaceptable.
En su día, el rescate a Grecia ya suscitó críticas entre un amplio sector de países integrantes del FMI. Se trataba de un rescate muy cuantioso, a un país europeo y con un elevado componente político.
La ventaja de Lagarde es que sus críticos difícilmente lograrán organizarse y lanzar una candidatura alternativa. Ya sucedió en 2011, cuando México, pese a presentar un buen candidato, no logró el apoyo de los países emergentes para su elección. La clave, como siempre, está en manos de Estados Unidos, que ostenta el 17,6% de los votos de la institución, y por ese lado Lagarde ya ha empezado a moverse. La decisión de publicar el borrador del informe sobre la sostenibilidad de la deuda de Grecia donde se hacía alusión a la quita se produjo la semana pasada, en plena campaña del referéndum en Grecia y en contra de la opinión explícita de los representantes europeos en el consejo del Fondo. Washington apoyaba la publicación. Quizás, después de todo, la reelección no esté tan lejos.
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