Cambia el viento
Los mercados de deuda han virado bruscamente de dirección
En los dos últimos años, la bajada de tipos de la deuda pública, tras la decidida y esperada actuación del BCE y mayor tiempo para reducir el déficit, que ha puesto fin a la austeridad, han permitido a la economía española salir de la recesión. Pero mientras los españoles estamos concentrados en el nuevo escenario de fragmentación política y los europeos con Grecia no nos hemos dado cuenta de que el viento en la economía mundial ha cambiado bruscamente de dirección.
En el primer trimestre de 2015 el comercio mundial ha registrado un desplome del 10% anualizado. Eso supone la segunda mayor caída de los últimos veinte años, sólo por superada por el trimestre posterior a la quiebra de Lehman en 2008. La causa es el frenazo de la economía china que ha contagiado al resto de países emergentes, especialmente a sus socios asiáticos y a Latinoamérica por su dependencia de las exportaciones de materias primas al gigante asiático. Para el segundo país con más deuda externa del mundo después de EE UU es un problema. Una crisis de deuda necesita generar flujos para hacer frente a sus vencimientos y nuestras exportaciones de bienes caen desde el pasado verano, arrastradas por este frenazo del comercio mundial. La caída del precio del petróleo ha evitado que incurramos de nuevo en déficit con el exterior. Y la expansión cuantitativa (QE, por sus siglas en inglés) del BCE ha reducido el pago de intereses de nuestra deuda externa.
Pero el viento en los mercados de deuda también ha cambiado bruscamente de dirección. EE UU crece y los inversores anticipan la normalización de las políticas monetarias ultraexpansivas que han evitado otra gran depresión mundial en el último lustro. Y la recuperación europea ha sorprendido positivamente en el primer trimestre. Por ambas razones, el bono alemán a diez años ha pasado de 0 a 100 puntos básicos en un mes.
El riesgo de salida de Grecia del euro también ha aumentado y con él la prima de riesgo de países periféricos. Esto explica que el bono español a 10 años haya subido con fuerza hasta 2,35%, recuperando niveles del pasado verano. El déficit público español sigue siendo el segundo mayor de Europa, próximo al 6% del PIB y lo más preocupante: ha aumentado en el primer trimestre. Por lo tanto, el Gobierno volverá a incumplir el objetivo comprometido con Bruselas para 2015, como desde 2012.
La recuperación europea supone viento de cola y tenemos un año hasta que finalice el QE del BCE. Pero Rajoy es un pato cojo, como se denomina en EE UU al presidente saliente, Montoro está desparecido desde la crisis de Rato y Guindos se dedica a tiempo completo a conseguir trabajo en el Eurogrupo.
Esperemos que las elecciones sean cuanto antes y los españoles tengamos un Gobierno que encienda las luces largas, que apueste por la educación y la innovación y que ponga orden y rumbo adecuado a la política económica. Como nos enseñó Séneca, “no hay viento favorable para el marino que no sabe adónde se dirige”.
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