Sambil cruza el atlántico
La constructora venezolana, que ya cuenta con 12 centros comerciales y siete hoteles en su país y otros mercados del Caribe, afianza su expansión internacional con España
Más que una reconocida marca, quizás el Grupo Sambil sea la prueba de que en Venezuela no solo se extrae petróleo. Aunque nació como una constructora de edificios de viviendas económicas en 1958 —cuando el país salía de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez—, en los últimos 20 años sus propietarios, la familia Cohen, han ampliado su negocio a la construcción de viviendas de lujo, edificios, torres para oficinas y centros comerciales. Esta decisión les permitió salir del coto cerrado de los especialistas de la ingeniería para convertirse en un nombre familiar para los venezolanos. Hoy poseen 12 centros comerciales y siete hoteles en Venezuela y otras zonas del Caribe.
En diciembre próximo tienen previsto dar el salto a España: Sambil espera abrir en Madrid su primer centro comercial siguiendo el estilo que funciona en Venezuela desde mayo de 1998, cuando inauguró su primer establecimiento en Caracas. Durante años, los venezolanos consumieron y se divirtieron en estos lugares de consumo —Centro Comercial Ciudad Tamanaco, Concresa o Plaza las Américas—, que operaban bajo criterios distintos. Los centros tradicionales abrían y cerraban a conveniencia, no trabajaban los fines de semana y ofrecían servicios restringidos, como cines y locales de comida en horarios restringidos. Sambil, sin embargo, triunfó con un concepto distinto. Construía y, a diferencia de su competencia, que vendía los locales, el grupo se encargaba de la gestión. “Era una cuestión de lógica”, rememora hoy Alfredo Cohen, máximo representante de la compañía, al explicar la oportunidad que identificaron. “Nos propusimos construir centros comerciales que ofrecieran un ambiente cómodo, seguro y confortable, con la más amplia variedad en tiendas, servicio y entretenimiento, y que además estuviesen abiertos los 365 días del año en un horario extendido”.
La inauguración de su primera sede, en la avenida Libertador de la capital venezolana, superó todas las expectativas y propició el encuentro definitivo entre personas de mayor poder adquisitivo, del este de la ciudad, con el oeste popular —pero no menos dispuesto a gastar dinero—. Lo que ofrecía el grupo Sambil unía por primera vez a personas de distintos estratos sociales. La cercanía de la estación de la principal línea del metro de Caracas convirtió a la edificación en otro de los tantos centros que actualmente tiene la capital venezolana.
La llegada de Hugo Chávez al poder en febrero de 1999 no detuvo los planes del grupo. Maracaibo, Valencia y Barquisimeto, las ciudades de la provincia venezolana que siguen en importancia a Caracas, vivieron el espectáculo de ver cómo se removía la tierra y se erigían los hermanos menores del Centro Sambil. Cohen y su equipo innovaron en el diseño. Aprovecharon, por ejemplo, el arraigo del béisbol en Valencia para construir una sede en forma de diamante. Cada vértice representaba cada una de las bases que los jugadores deben alcanzar para anotar una carrera. En Barquisimeto, famosa por la ascendencia musical que tienen sus habitantes, el Sambil tiene la forma de un cuatro, un instrumento de cuatro cuerdas.
La conexión de los venezolanos con la marca ha sido muy sólida por varias razones: Sambil impuso los horarios extendidos y vació las plazas y los parques públicos ofreciendo la seguridad que el Estado no dispensaba. El cambio en el patrón de consumo obligó a la banca a principios de este siglo a extender sus servicios hasta las nueve de la noche. En la época de fin de año, los pasillos se abarrotan y es casi imposible aparcar en el inmenso estacionamiento. “Con el éxito de la marca, muchos Gobiernos provinciales nos motivaron a invertir, dado el atractivo concepto. Se generaban empleos y las gobernaciones obtenían más ingresos fiscales”. Sambil también está presente en isla Margarita (Estado de Nueva Esparta), San Cristóbal (Táchira) y Punto Fijo (Falcón).
Pudieron tener una segunda sede en Caracas, en la céntrica parroquia La Candelaria, pero el Gobierno chavista, que en 2007 se había declarado socialista, identificaba a la marca con la exacerbación del consumo de los venezolanos —una población consumista por antonomasia— y decidió expropiar la infraestructura en 2008 con el 90% levantado. Fue una declaración de intenciones: la clase gobernante precisaba de una víctima para ejemplificar qué camino quería seguir y lo encontró en el grupo encabezado por el patriarca Salomón Cohen y sus hijos.
Hasta ahora sus propietarios no han recibido pago alguno por el edificio, que ha sido declarado de utilidad pública y fue utilizado entre 2010 y 2014 como un refugio temporal para damnificados. El Gobierno ha prometido que destinará sus instalaciones para propósitos distintos al espíritu de su construcción: desde centro de convenciones hasta un lugar para pequeños mercados de abasto o dependencias del Estado para tramitar documentación. El último anuncio se conoció el 23 de marzo. Ese día la ministra de Comercio, Isabel Delgado, anunció que el Sambil de La Candelaria se convertiría “en un centro cultural y comercial para combatir la especulación, el sabotaje y la guerra económica”. En el lenguaje chavista, se trata de inaugurar ahí “una red de tiendas socialistas para garantizar a la población los artículos de primera necesidad”. La pregunta es si fue ese el detonante para que el grupo se planteara la internacionalización. “No niego que el anuncio de expropiación del Centro Sambil La Candelaria fue traumática para el grupo”, responde Cohen. “Sin embargo, los planes de internacionalización de nuestra marca se venían gestando desde mucho antes. Para ese entonces el Sambil de Santo Domingo ya estaba listo para su construcción”, agrega.
En 2012 se inauguró un centro comercial en la capital de República Dominicana. A esa primera piedra en el camino de la internacionalización seguirá otra. El 28 de mayo abrirá la sede del Sambil en Curazao, una isla holandesa ubicada en el mar Caribe frente al litoral occidental de Venezuela. Justo 18 años después de la apertura del primer shopping de Caracas. Un asunto de cábala, quizá, y que establece un pequeño guiño con el país que les ha dado a conocer en el Caribe. “Venezuela es el país que nos lo ha dado todo y aquí seguimos”, afirma Cohen, dejando de lado cualquier especulación que sugiera la posibilidad de que se marchen del país sudamericano.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.