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Uber supera a los taxis amarillos

La joven compañía de San Francisco logra en cuatro años operar más vehículos en Nueva York que los icónicos yellow cabs

Logo del servicio de taxi alternativo Uber
Logo del servicio de taxi alternativo UberKAI PFAFFENBACH (REUTERS)

Uber suma y sigue. Hasta el punto de haber superado en número a los taxis amarillos que recorren las avenidas de Nueva York, una de las imágenes más distintivas de la ciudad de los rascacielos y que mejor definen su frenesí. Como dice uno de los medios locales, "el negro es el nuevo amarillo" en Manhattan. La irrupción del servicio en mayo de 2011 provocó, además, un desplome de los precios que se pagan por las licencias para operar un taxi.

Los últimos datos publicados por la Taxi and Limousine Commission elevan a 14.088 los vehículos negros que llevan la “U” blanca en el parabrisas, frente a los 13.587 que tienen pegado en el capó el medallón que certifica que es un taxi amarillo. Era cuestión de tiempo que se produjera este vuelco, a la vista de la popularidad de la joven aplicación de San Francisco entre los neoyorquinos y de que sus conductores ganan casi el doble que conduciendo un yellow cab.

La competencia de Uber está teniendo un impacto en el precio de las licencias para poder operar un taxi amarillo. El “medallion” era hasta hace un año y medio una de las inversiones más seguras en Nueva York. En noviembre de 2013 llegaron a pagarse 2,52 millones de dólares por un par de estas chapas de plástico en dos taxis especiales para discapacitados, que suelen ser más baratas que en los taxis amarillos normales.

Ahora se pagan un 20% más baratas. Lo que aún no se están viendo con la invasión de Uber es un efecto en la rentabilidad de los taxis amarillos. Medallion Financial calcula que los dueños de estos vehículos mejoraron un 22% el beneficio en el último trimestre de 2014. El daño, insisten desde la firma financiera que da préstamos a los operadores de taxi, está siendo “relativo” aunque admiten que es un “buen producto” que eleva la competencia.

Pero hay inversores que no lo ven tan claro. La caída brusca del precio de las licencias es una señal creciente de alarma. Se fijan en el hecho de que el dinero que recaudaron los conductores de taxi cayó un 4% en un año, de acuerdo con la comisión que regula el servicio. Y recuerdan que Uber no es la única alternativa al taxi tradicional. Las compañías de limusina como Carmel también están desarrollando sus aplicaciones para no perder mercado.

La llegada de la compañía a Nueva York no fue fácil, aunque en la ciudad de los rascacielos las reglas para poder ofrecer este tipo de servicios están muy bien definidas. Más allá del recelo que puede crear la irrupción de Uber en el negocio de los taxistas por cómo está cambiando la dinámica del juego, los reguladores empiezan a preguntarse si esta masa de nuevos vehículos negros no hace que agravar los problemas de congestión en la ciudad.

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