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Cuentas corrientes para todos

Las entidades españolas ‘forman’ a los clientes en las Américas

María Fernández
El Consejero Delegado del BBVA, Ángel Cano, imparte una clase de Educación Financiera en el colegio Nazaret de Madrid.
El Consejero Delegado del BBVA, Ángel Cano, imparte una clase de Educación Financiera en el colegio Nazaret de Madrid. Álvaro García

Uno de los indicadores de la cultura financiera de un país es su grado de acceso a los servicios que prestan los bancos. En América Latina cerca del 60% de la población vive al margen de las entidades financieras, según datos del BBVA Research. “Los trabajadores cobran en un sobre, las familias no tienen domiciliaciones, ni hipotecas…, hay una potencialidad de clientes brutal”, analiza Pedro Ramiro, coordinador del Observatorio de Multinacionales en América Latina (OMAL). El Santander y el BBVA lo saben y han apostado fuerte por estos mercados. Comercialmente, el banco que dirige Ana Patricia Botín impulsó su presencia con fuerza desde 1995 en Argentina, Brasil, México, Perú, Colombia, Uruguay, Puerto Rico y Chile. Ahora desarrolla programas de formación financiera en Brasil, Chile y Argentina.

El BBVA ha desplegado un plan de formación en México para “acompañar en los procesos de bancarización y para que el acceso sea responsable”, según Antoni Ballabriga, su director de Responsabilidad y Reputación Corporativas. Esos planes básicos enseñan a utilizar las tarjetas de crédito, gestionar un plan de ahorro para la jubilación o informan sobre préstamos hipotecarios. Con el tiempo se han ido sofisticando y también abordan las inversiones en Bolsa o los seguros. En ellos no venden específicamente ninguno de sus productos. Tampoco el Santander lo hace en su proyecto Brincando na rede, que ofrece contenidos interactivos, herramientas y juegos a los escolares brasileños para que desarrollen “su espíritu emprendedor” y aprendan a ahorrar.

El 60% de los latinoamericanos viven al margen del sector financiero

“Hemos detectado que hay una gran diferencia entre participar o no en uno de esos talleres. Los que sí lo hacen mejoran en un 4% el control del gasto y en un 13% el ahorro”, resume Ballabriga. Estudios internos de esa entidad constatan que las personas más formadas usan entre un 30% y un 50% más las tarjetas de crédito, pero tienen de media un 30% menos de morosidad. Gracias a eso la entidad española ha empezado a bonificar a los asistentes a sus talleres con rebajas de tipos de interés. El año pasado consiguieron 330.000 beneficiarios de sus cursos en México, Colombia, Perú, Uruguay, Paraguay, Argentina y Chile. En Estados Unidos ofrecen un tipo de préstamo hipotecario con condiciones favorables solo a las personas que superen un taller en la entidad. Han conseguido suscribir unas 2.000 operaciones. “El debate sobre formar tiene sus aristas, no es un tema fácil. Pero estamos convencidos de que es bueno que el cliente esté informado”, insisten desde el BBVA.

Para Pedro Ramiro las entidades buscan que las futuras clases medias de América Latina aprendan a respetar el modelo económico de los grandes bancos privados, reforzando esa idea de que ellos “tienen un papel central en el modelo económico”. “Detrás de la estrategia hay todo un modelo del que solo se beneficia una pequeña minoría de accionistas. Cuando hablamos de que se introducen conceptos económicos en los planes de estudio donde los ideólogos están vinculados a la gran banca, esto hace que no se cuestione de raíz el sistema. Por eso no se habla de la banca pública, porque el crédito tiene que estar monopolizado por bancos privados. Lo que está en juego es la transmisión de un pensamiento dominante a través de estrategias educativas”.

Ramiro: “Está en juego la transmisión del pensamiento dominante”

El Banco de España publicó hace unos años un estudio sobre América Latina cuyas conclusiones todavía siguen muy vigentes. Apuntaba que la falta de confianza en los sistemas financieros locales derivada de sus recurrentes crisis hace a los ciudadanos de ese continente más resistentes a la bancarización. “Los bancos deben ser capaces, en sus actuaciones, de transmitir a la población objetivamente bancarizable la idea de que los beneficios que obtendrán al usar los servicios financieros superarán en todo caso a los costes”, decía el informe. Defendía que la cultura financiera “no solo supone ventajas para los bancos, al aumentar sus cifras de negocio, sino que existe un amplio consenso en que contribuye al desarrollo económico de los países. El acceso a los servicios financieros mejora la calidad de vida y las oportunidades de las personas”.

El debate vuelve a ser el mismo que se plantea en España: si deben ser las entidades privadas las que lleven las riendas de esa educación. José Antonio Molina, presidente de la Asociación Andaluza de Docentes de Economía en secundaria, abandera la idea de que solo los profesores expertos tienen esa responsabilidad. “La propia OCDE asegura que en ningún caso las entidades deben asumir estos contenidos. La transversalidad no se aplica a ningún conocimiento de la enseñanza obligatoria, no sé por qué tiene que introducirse aquí”. Molina plantea un enfoque global de la materia que incluya temas sobre distribución de la renta, oligopolios, derechos de los consumidores, sostenibilidad, responsabilidad social o habilidades emprendedoras. “Solemos decir que un estudiante puede terminar su formación sabiendo qué es la calcopirita sin saber lo que son los bancos. Tienen que formarse para afrontar un mercado conflictivo…, son nuevos conocimientos de la sociedad global, con rigor científico y sin que sea una mera defensa del mercado”.

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Sobre la firma

María Fernández
Redactora del diario EL PAÍS desde 2008. Ha trabajado en la delegación de Galicia, en Nacional y actualmente en la sección de Economía, dentro del suplemento NEGOCIOS. Ha sido durante cinco años profesora de narrativas digitales del Máster que imparte el periódico en colaboración con la UAM y tiene formación de posgrado en economía.

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