La estrella finlandesa pierde brillo
El declive del país se agudiza ante la impotencia de un gobierno aferrado a la austeridad
Finlandia entró en el milenio pisando muy fuerte. Nokia y el impulso tecnológico auparon al país a cifras anuales de crecimiento del 4% de media. Pero, hace siete años, todo comenzó a torcerse poco a poco. La tormenta desatada por crisis financiera de 2008 redujo el producto interno bruto (PIB) de Finlandia en más de un 8% al año siguiente. Para entonces ya había comenzado el declive del reinado de Nokia en la telefonía móvil, rebasada por empresas como Apple y Samsung.
Durante 2010 y 2011 Finlandia parecía recuperar el terreno perdido, pero fue un espejismo. El periodo de estancamiento estaba a la vuelta de la esquina. Hoy, el PIB del país está seis puntos porcentuales por debajo del nivel logrado en 2008. A esto hay que sumar que la deuda pública se ha duplicado durante la última década, llegando al 60% del PIB, que es el margen establecido por la Unión Europea.
Pese a que el país báltico ha sido favorable a la draconiana política de austeridad impuesta por Berlín sin cortapisas, el déficit presupuestario alcanza al inicio del presente curso un 2,7% del PIB, y se prevé que llegue al 3,4% este año, sobrepasando los límites de sostenibilidad financiera, según cifras publicadas durante la última semana por el Ministerio de Hacienda.
Con este panorama era cuestión de tiempo que las agencias de calificación bajaran a Finlandia del podio que compartía con Alemania y Luxemburgo. En octubre pasado, Standard & Poor´s hizo descender la calificación de Finlandia de Triple A a AA+. “La economía pasa por un prolongado periodo de estancamiento. Además, el envejecimiento de la población dificulta los esfuerzos para lograr un balance presupuestario y reducir la deuda pública”, dijo la agencia en un comunicado.
El PIB de Finlandia lleva desde 2013 en negativo y la crisis dura ya siete años
La amplia coalición de Gobierno intentó defender la Triple A, pero tuvo que reconocer su derrota. El primer ministro Alexander Stubb, del partido conservador (Kokoomus), reconoció la gravedad de la situación de la siguiente manera: “Nos encontramos en mitad de una década perdida. Necesitamos un plan de medio alcance para rescatar la economía. Algunos piensan que el crecimiento puede arreglar las cosas, pero esto es algo más grave. Necesitamos continuar con las reformas. No podemos quedarnos a esperar el crecimiento”.
Stubb asumió el mandato en junio pasado después que su predecesor, Jyrki Katainen, se fuese para ocupar la vicepresidencia económica de la Unión Europea. La coalición de Gobierno, en el poder desde 2011, está compuesta de seis partidos de prácticamente todo el espectro político. En la oposición quedaron solo el Partido del Centro y los populistas de derecha y euroescépticos agrupados en torno a los Auténticos Finlandeses.
La coalición adoptó un plan de ajuste que deberá llevarse a la práctica hasta 2018 y es equivalente al 2,8% del PIB, unos 6.400 millones de euros. Stubb considera que el programa de ajuste es de las cosas positivas de su gobierno. “Soy de la opinión que, en general, nuestro gobierno no ha tenido éxito. Hemos hecho algunas cosas bien, pero en otras hemos fracasado”, declaró Stubb recientemente en una entrevista a la radio pública finlandesa (Yle).
El choque con Rusia ha mermado los ingresos por turismo y exportaciones
Entre las medidas que el Gobierno no ha podido sacar adelante figuran la reforma municipal, la del sistema de seguridad social y el aumento de la edad de jubilación. Todos esto puede pasarle factura tanto al Partido Conservador como al Partido Socialdemócrata, su principal socio en la coalición, en las elecciones legislativas del próximo mes.
El economista Pasi Sorjonen, de Nordea, la principal institución bancaria de los países nórdicos, afirma que “Finlandia ha tocado fondo”. Entre los indicadores negativos, Sorjonen destaca dos: la abrupta caída de las inversiones, de un 5,1% en 2014; y el descenso de la demanda doméstica, hasta un decrecimiento del 0,2% en último curso. “El aumento de la presión fiscal debería revertirse”, dice Sorjonen. Este economista señala, además, que un posible estímulo financiero por parte del Estado tiene muy poco recorrido por el gran endeudamiento de las finanzas públicas.
“Hemos perdido un 10% en términos de capacidad competitiva con nuestros vecinos, como Suecia y Alemania. Nuestro grado de competitividad está en estos momentos a niveles de 2007”, explica Pasi Holm, economista jefe del Instituto de Estudios Económicos Pellervo, uno de los centros de estudio con más influencia de Finlandia. Holm cree que a Finlandia le espera una larga travesía por el desierto. “Cuando todos nuestros indicadores se han debilitado de forma tan radical no podemos pasar de la noche a la mañana a crecer al menos a un ritmo del 2%, que es lo que necesitaríamos para empezar a andar. Creo que sólo a partir de 2017 podremos hablar de crecimiento”, pondera el economista jefe.
Durante 2014, la producción de la industria tecnológica finlandesa, crucial para la actividad del país, cayó un 4,6% con respecto al año anterior. Fue el quinto año consecutivo del sector en números rojos. Desde el desplome de Nokia, Finlandia ha perdido unos 50.000 empleos en la industria tecnológica. Pero si el sector de las nuevas tecnologías han sufrido un varapalo en Finlandia, el sufrimiento de sectores históricos de la economía, como el papelero, no ha sido menor. Hace una década el país producía unos 15 millones de toneladas de papel y cartón. El año pasado se fabricaron 10 millones por la caída sustancial de la demanda de papel de oficina y de periódico. En la actualidad la industria papelera intenta reciclarse y se ha aventurado a la producción de bioenergía.
El otro frente abierto para le economía finlandesa es Rusia. “Si la situación económica en Rusia no mejora y las sanciones se mantienen, la presión a la baja sobre nuestros indicadores será de un 0,5% o un 1% del PIB”, asegura Holm. Rusia representa para Finlandia un 10% de su comercio exterior y los turistas rusos copan el 50% del turismo extranjero.
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