“Queremos sociedades que generen actividad y empleo en Andorra”
El ministro de Finanzas no quiere que la fiscalidad sea el único atractivo del principado
El Gobierno de Andorra abrió una etapa de reformas en junio de 2012. La coalición de centroderecha Demòcrates per Andorra decidió entonces dejar atrás el fuerte proteccionismo de la pequeña economía y abrirse al capital foráneo. Hasta ese momento sus tres principales actividades habían sido el sector financiero, el comercio y el turismo. El primero de los dos negocios puede transformarse si, como está previsto, Andorra comparte información bancaria. El turismo y el comercio se vieron afectados por la recesión, puesto que la mayoría de los viajeros son españoles y franceses. El ministro de Finanzas, Jordi Cinca, explica en una entrevista telefónica que el Gobierno puso en marcha entonces “una estrategia de reconversión o redefinición del modelo económico”.
Hasta ese momento, el capital foráneo solo podía tener una participación del 33% de una sociedad andorrana. El Ejecutivo levantó ese requisito. “El siguiente paso era crear un sistema fiscal homologable a los países de nuestro entorno para que los inversores tuvieran las reglas claras”, explica Cinca, que añade que eso requirió “un cambio de mentalidad en un país que funcionaba sin impuestos indirectos”. El último paso era la firma de convenios para evitar la doble imposición, conocidos como CDI, para evitar que se penalizaran los flujos comerciales e inversores entre países. Los ha firmado con España, Francia y Luxemburgo y prevé hacerlo con Portugal. “El último paso para esta transformación consiste en tejer una red de CDI con tantos países como podamos”, añade el ministro, que estima que deberá alcanzar acuerdos similares con entre 30 y 40 Estados.
Entre las 1.200 sociedades que el Gobierno ha autorizado para operar en el país, de momento no hay apenas grandes corporaciones. Sus filiales podrían llegar a medida que se vayan firmando los CDI. Cinca admite que el marco fiscal andorrano será muy atractivo para firmas tecnológicas o de explotación internacional de royalties o marcas. “Hay países que tienen una fiscalidad más interesante en actividades determinadas. Nuestro marco es atractivo de forma global. Para visualizarlo, tratamos de vender la etiqueta del 10%, que es el tipo general en sociedades, IRPF y actividades económicas”.
“Andorra no quiere jugar en la división de convertirse en un país-buzón. No lo permitiremos. Queremos sociedades que generen actividad y empleo”. El ministro tampoco quiere que la fiscalidad sea el único atractivo de Andorra. “Debe ser un elemento más, junto a la oferta educativa, la red de salud pública o la seguridad”. Cuando se le plantea que su modelo, salvando las ramificaciones que se autorizaban en paraísos fiscales, es más cercano al de Irlanda, Cinca también puntualiza. “Irlanda es miembro de la Unión Europea”. Y, además, mucho más grande que Andorra. “No necesitamos una avalancha de empresas ni trabajadores. Tenemos 70.000 habitantes, y en los momentos álgidos llegamos a 80.000. Más allá no seríamos viables”.
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