Viviendas recién salidas de la fábrica
La construcción industrializada permite levantar inmuebles personalizados en pocas semanas y hasta un 35% más baratos que con la edificación a pie de obra
Dos meses son suficientes para rematar por completo una vivienda de 100 metros cuadrados. Sin imprevistos, sin desperfectos, sin retrasos y con un precio totalmente cerrado. De la fábrica a la parcela. “En una mañana se coloca la grúa y en tres días la casa está lista para entrar a vivir, quedando la parcela limpia, sin escombros”, señala Eduardo Bozzo, director de Vitale Loft.
Son viviendas industrializadas, donde todo está previsto y calculado desde el primer instante. Nada tienen que ver con las casas prefabricadas o de madera de toda la vida.
Esta nueva generación de viviendas modulares apunta maneras para ser el futuro, no muy lejano, de la arquitectura en España. “Es la forma más eficiente y responsable de construir”, cuenta Rosa Vilarasau, fundadora de noem.com. Y no solo porque suponen un ahorro económico de hasta el 35% respecto a la edificación a pie de obra y los tiempos son una tercera o cuarta parte que los de la obra tradicional. Se huye de lo estándar y se apuesta por el diseño, la precisión y el ahorro energético.
La edificación industrializada da forma a viviendas personalizadas, a medida, hechas en fábricas y con materiales testados en laboratorios. Paredes, suelos y techos se fabrican en la línea de montaje, como ocurre con los automóviles. “Nos servimos de las tecnologías que se emplean en países como Alemania, Finlandia o Bélgica, donde se incorporan los procesos industriales desde la etapa de proyecto hasta su construcción en la parcela”, indica Javier de la Calzada, arquitecto de la empresa uniquehouses.es. Y una vez en el terreno —la cimentación también puede realizarse in situ o en fábrica—, los módulos se ensamblan y conectan.
El hecho de que lo que el arquitecto dibuje en su ordenador pueda ser directamente fabricado por una máquina de control numérico al milímetro supone un cambio de paradigma; por no hablar de la futura irrupción de las impresoras 3D o la prefabricación in situ, explica Vilarasau.
Pino nórdico y cero gasto
A medio camino entre lo tradicional y lo prefabricado están las casas de madera ecológicas, donde solo la estructura es prefabricada —es de madera y viene lista con un kit de piezas—, explican en el grupo Kuusamo Houses España, que construye en un plazo de tres a seis meses. El 95% de ellas tienen certificado energético A, son de consumo casi nulo. De hecho, la nueva sede de 100x100 madera, su distribuidor en Madrid, es la primera casa con certificado PassivHaus de región. “Son eficientes porque la madera tiene unas extraordinarias cualidades de aislamientos. Utilizamos el pino nórdico, que debido a su lento crecimiento proporciona una materia prima mucho más resistente”. Además, las estructuras de madera contribuyen a la absorción y almacenamiento de CO2 de la atmósfera.
Los diseños se hacen a medida. “Hemos realizado viviendas desde los 65 hasta los 650 metros cuadrados”, dicen. Los acabados de las fachadas pueden ser de piedra, madera u otros. El precio llave en mano para una vivienda de 120 a 150 metros cuadrados está en torno a 1.150 euros por metro construido, señalan en Kuusamo Houses España, que ha edificado viviendas en Valdemorillo, Boadilla del Monte y Galapagar (Madrid), así como en Barcelona, Girona y Navarra.
Más maquinaria significa una vigilancia total de la ejecución y estrictos controles de calidad. “Este sistema constructivo ha sido desarrollado siguiendo criterios de eficiencia, pensando en su durabilidad, aislamiento y resistencia. Son viviendas mucho más rentables y robustas que las de tipo tradicional”, asegura Ángel González, director de Producción de Modular Home, que calcula que actualmente un 10% de las viviendas que se construyen en España se hacen con este sistema. Y creciendo.
Frente a la forma de construir convencional —en la que impera la imprecisión en plazos y costes y sujeta a la coordinación de operarios y a las condiciones climatológicas—, se ha ido gestado una nueva generación de casas prefabricadas que van más allá del imaginario popular.
“Aún sigue habiendo un gran desconocimiento hacia este sector. Lo prefabricado se asocia a baja calidad, monotonía, temporalidad, y hoy en día, es todo menos eso”, comenta Pablo Saiz, arquitecto y socio director de Modulab Arquitectura y Vivienda y profesor de proyectos arquitectónicos de la Universidad Alfonso X El Sabio de Madrid.
El hecho de ser modulares convierte estos inmuebles en espacios vivos que se pueden modificar con facilidad. “Recientemente hemos ampliado una vivienda añadiendo un módulo de 18 metros cuadrados al salón, nueve metros a la cocina y otros nueve a la zona de dormitorios y, además, ampliamos en una planta la vivienda y esto en pocas semanas de obra”, recalca Saiz.
La apuesta por una solución u otra depende del cliente. Son cuantiosas, casi tanto como el número de empresas que están naciendo en España.
“Nosotros construimos en hormigón visto, un material duradero que ofrece unos acabados espectaculares y que además consigue ahorros de más del 35% en relación a la construcción tradicional de la misma calidad”, dice el arquitecto de uniquehouses.es, con varios proyectos de lujo de primera vivienda en marcha en Las Rozas, Torrelodones y Puerta de Hierro (Madrid) y en el Tibidabo (Barcelona). A simple viste nadie diría que se trata de una casa industrializada. La estructura y muros se realizan en una fábrica, pero se montan en la parcela. En este caso, el tiempo de construcción va de cinco a siete meses.
También con hormigón trabajan en la firma Modular Home, donde el 70% de la demanda es de vivienda habitual y el resto son jubilados y extranjeros que encargan una segunda residencia.
Otra opción son las casas de madera, en las que el ahorro energético es del 90% respecto a una vivienda tradicional del mismo tamaño, indican en noem.com, que recientemente han construido en Castellón y Barcelona.
Las viviendas familiares de esta firma llevan estructura de madera sobre una losa de hormigón y su precio va desde los 1.200 euros por metro cuadrado. Los clientes pueden visualizar el avance de la obra en tiempo real desde un ordenador o un móvil. Y, “para montar una casa de invitados, una oficina en el jardín o un taller hemos creado unas estructuras modulares diseñadas para combinar entre ellas libremente. Estos espacios se pueden transportar, montar y desmontar, cambiar de posición o ubicación”, dice la arquitecta Vilarasau. Cuestan desde 1.600 euros por metro cuadrado.
A día de hoy el precio, hasta un 35% menos, es uno de los principales reclamos para los clientes. “Una casa de 100 o 120 metros cuadrados, de tres habitaciones y dos baños, parte de 96.000 euros. Más pequeña, de 60 metros, sale por 54.000 euros”, señalan en Vitale Loft, cuyos inmuebles son de acero y hormigón con fachada ventilada de gres y están listos en tres meses.
No obstante, las casas industrializadas tienen su propio talón de Aquiles: el suelo. De hecho, el principal cliente es el que ya dispone de un terreno, tanto para primera como para segunda residencia. “Los terrenos ofrecen unas muy buenas oportunidades. El problema está en que los bancos financian la construcción, pero no la compra del terreno, lo que hace necesario tener una liquidez para iniciar el proceso”, explica De la Calzada. El panorama, de momento, es propicio: los precios del suelo urbano, según el Ministerio de Fomento, han bajado en el tercer trimestre del año un 3,3% en tasa interanual, al situarse en 142,6 euros. Y, al tiempo, las compras (4.293 solares) han crecido un 21% frente a las de 2013.
A la hora de hipotecar la vivienda, el proceso es el mismo que para cualquier otro inmueble. Eso sí, “la banca, concienciada con productos más eficientes, está considerando la vivienda industrializada como un valor bonificado”, según el arquitecto Saiz.
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