El desafío de una sociedad envejecida
España afronta el reto de impulsar la natalidad y asegurar pensiones dignas
En 1976 nacieron en España 676.718 niños, a un ritmo de 18,7 hijos cada mil mujeres. Era el baby boomen su pleno apogeo. Apenas 20 años más tarde, en 1995, los nacimientos se hundieron hasta los 363.467 y la tasa de hijos por cada mil mujeres había caído a la mitad, concretamente a 9,2. Posteriormente ha mejorado algo, pero no mucho. Y mientras esto sucede, la gente cada vez vive más. Cuando los niños de 1976 lleguen a su edad legal de jubilación, 67 años, todavía tendrán la esperanza de vivir unos 23 más de media. Bastante más que los quienes se jubilaban cuando ellos nacieron. Mientras que cuando nacieron esa misma esperanza al dejar el mercado laboral no llegaba a 18 años para las mujeres ni a los 15 para los hombres, y eso que entonces la edad oficial de jubilación era de 65 años.
Todos estos números, procedentes en su mayoría del Instituto Nacional de Estadística, concluyen en dos datos muy contundentes que ilustran el envejecimiento en España: ahora por cada 100 personas en edad de trabajar hay 27,6 mayores de 64 años; en 2050, habrá casi 73.
“El problema del envejecimiento es común a todas las sociedades avanzadas”, explica Ángel de la Fuente, director de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), y uno de los participantes en el foro organizado por EL PAÍS Retos y oportunidades en la economía del envejecimiento, patrocinado por el Banco Sabadell. “En España, este problema es todavía más grave. En pocos años, la natalidad se desploma y a la vez la esperanza de vida va en aumento. La pirámide demográfica, ahora, en España, no es una pirámide es un rombo. Esto implica 20 ó 30 años de transición con unas implicaciones económicas que son desagradables”, dice De la Fuente en la apertura del debate. El investigador, que participó en el foro junto a representantes del sector privado y un alto cargo del Ministerio de Empleo, continúa su exposición: “Todo esto obliga a decisiones políticas muy poco agradables, como el alza de la edad de jubilación, que tendrá que hacerse más”.
Para la directora de Bancaseguros de Banco Sabadell, Silvia Ávila, la situación de envejecimiento o, mejor, sus consecuencias son desconocidas en la sociedad. “No hay conciencia de la situación”, señala. A la hora de enfrentar el problema del envejecimiento, Ávila señala cuatro retos para la sociedad española: el ahorro para la jubilación, la salud asociada al fenómeno, el entorno laboral y el consumo de un colectivo creciente (en 2014 los mayores de 65 años suman casi 8,5 millones y en 2050 está previsto que sean 16,5 millones). Especialmente sobre el primer punto, el del ahorro, es sobre el que Ávila no ve conciencia en la sociedad. Ella cree que en esto “las entidades están cambiando” y cree que lo que tienen que hacer es poner en el mercado productos que permitan esto.
Ricardo González, director comercial de Mutuactivos, del grupo Mutua Madrileña, veía en la reforma fiscal una oportunidad que “se ha quedado corta”. Los cambios tributarios que están en sus últimos trámites parlamentarios reducen el mínimo exento de 10.000 euros anuales y 12.500 para los mayores de 50 años (algo por lo que la Agencia Tributaria dejó de ingresar 5.285 millones en 2012) a 8.000 euros al año para todos.
Más allá de los cambios fiscales, González apunta a la natalidad. “Faltan políticas que apuesten por la conciliación y políticas públicas que impulsen la natalidad”. En su opinión, la falta de nacimientos está en la base del problema. “Las reformas están yendo todas en la línea de reducir la pensión publica, sobre todo por el impacto de la natalidad”, señala, por lo que recomienda la complementariedad de planes de ahorro privados.
En este punto, el socio director del sector de seguros y pensiones de KPMG España, Antonio Lechuga, que el ahorro anual en España en este momento es escaso, entre 1.800 y 2.000 euros y que debería ser mayor.
Responde De la Fuente, que el problema en España no es que no se ahorre, sino cómo se hace. Antes, pide que “no se dramatice” sobre el futuro de las pensiones públicas. “Tendrán que bajar, sí”, vaticina, “pero no lo harán en términos absolutos, sino relativos. Bajarán respecto al último sueldo percibido [lo que los expertos llaman tasa de reposición]. El sistema público es sostenible y tendremos pensiones dignas”. “No se trata tanto de ahorrar más, sino de ahorrar mejor”, apostilla, señalando la gran cantidad de dinero que se destina en España para la adquisición de una vivienda.
“El 80% del ahorro español está en vivienda”, precisa Lechuga, de KPMG.
Sin negar la necesidad del ahorro, el subdirector de políticas activas de empleo del Servicio Público de Empleo Estatal, Jesús Barroso, apunta las dificultades que hay en la coyuntura actual para ahorrar: “Difícilmente podremos pedir ahorro si no hay estabilidad en el empleo y los sueldos bajan. Todo esto hay que enfocarlo desde un punto de vista global”.
Admite esos problemas, Ávila, de Sabadell, quien, no obstante, señala que no debe perderse de vista el ahorro. “Entiendo las dificultades, pero tal vez hay que dejar de tener un iPhone para poder ahorrar”.
Algo similar viene a defender González, de Mutua Madrileña. Él apunta que alguno de los problemas señalados es coyuntural —concretamente, el desempleo—. Por el contrario, el envejecimiento de la sociedad es algo “estructural”. Por eso, apunta que “la planificación financiera es fundamental para el ahorro”. “Ahorrar no es apartar lo que te sobre, es vivir un poco peor hoy para vivir mejor mañana”, continúa. “No obstante, admite que en el sector financiero se ha puesto mucha atención a lo comercial y poco al asesoramiento financiero”.
El director comercial de Mutuactivos también reclama a la Administración transparencia para que se conozca a cuánto ascenderán las pensiones públicas en el futuro para que los futuros jubilados puedan decidir con más información. Defiende que la industria ha hecho su trabajo, pero no dice lo mismo del sector público: “Falta un impulso de transparencia”. Esta frase es una referencia a la carta informativa que la Seguridad Social tiene que remitir a los cotizantes en el que detallará a cuanto ascenderá su pensión futura en caso de que cuando llegue el momento de la jubilación ni la situación personal ni la norma hayan cambiado.
El compromiso del Ejecutivo era enviar esa carta ya este año a los mayores de 50 años y poco a poco al resto de cotizantes. Todavía no ha llegado. “Probablemente no se ha enviado todavía por motivos electorales [teóricamente en ella se verán que las pensiones futuras serán menores], pero hay que hacerlo. Poco importa si es este año o el que viene, pero hay que hacerlo”, señala, De la Fuente, de Fedea.
El otro asunto que señala González para afrontar el envejecimiento es la situación laboral de los mayores 45 años, un colectivo para el que es muy difícil volver a encontrar un empleo cuando lo pierden. Ahí se centra el discurso del subdirector general de Políticas Activas de Empleo del Servicio Público de Empleo Estatal, Jesús Barroso. “Hasta ahora en el marco europeo se ha hablado del paro juvenil y de los jóvenes. Ahora la mayor preocupación serán los mayores de 45 años. Que las personas estén activas cuanto más tiempo mejor. Este es un reto muy importante que también implica un cambio en la mentalidad de la clase empresarial. No hay que facilitar la salida”, reclama Barroso, en alusión a las prejubilaciones.
A la hora de hablar de sus deberes, los de la Administración pública, Barroso habla de cambiar la orientación de las políticas seguidas hasta ahora. Si lo normal eran las bonificaciones, él ahora apunta ahora a la formación continua durante toda la vida laboral para que el empleado pueda adaptarse con mayor facilidad a los cambios y reciclarse si llega el caso de perder su puesto de trabajo.
Barroso señala que ahora el Ministerio de Empleo trabaja en un plan de protección que no es solo eso, sino también un “mecanismo de política activa”. Se refiere a la nueva prestación para desempleados de larga duración que están negociando el Gobierno de los agentes sociales y que todavía no acaba de ver la luz, pese a que el compromiso inicial era que estuviera lista al acabar el pasado mes de octubre.
Por su parte, Francisco Abad, socio director de aBest Innovación Social, que propone no afrontar solo el reto del envejecimientos solo restringiendo el debate a lo financiero. Para él, los números del envejecimiento, implican un “cambio cultural clarísimo”.
Su discurso se centra no solo en las pensiones o el ahorro, también llega al consumo. “Para las empresas, el primer reto es la edad. Tendrán que ofrecer productos más baratos. ¿Cómo vivimos mejor si las pensiones son menores? A menores precios. También hay que abordar las redes sociales desde la cercanía”. En el aspecto laboral, Abad señala que las compañías deben afrontar “la gestión de la edad de las plantillas”. También señala el directivo del grupo Mutua Madrileña que la En el marco europeo, hasta ahora se ha hablado del paro juvenil y de los jóvenes. La mayor preocupación ahora es los mayores de 45 años. Que las personas están activas cuanto más tiempo mejor.
Hombre y jubilado: el pensionista más habitual
El retrato robot más habitual del pensionista es el de un hombre jubilado. Este es el colectivo más numeros de los 9.257.018 pensionistas que hay en España. En total suman, los jubilados suman 3.552.460 hombre. Hay muchas menos mujeres que perciben este tipo de prestación, la de jubilación, que hombres. Lo hacen 2.049.008, según la memoria económica que acompaña al decreto de revalorización de pensiones para 2015 que establece que aumentarán un 0,25%, como ya hicieran este mismo año.
El mayor número de hombres percibiendo prestaciones de jubilación se debe por las diferencias entre la vida laboral de unos y otras. Al tene carreras de cotización más largas y con bases más altas los hombres que las mujeres, estos tienen más y mejores pensiones. Lo mismo sucede en las pensiones de invalidez y por el mismo motivo.
Las tornas se invierten cuando se habla de pensiones de viudedad. En este caso las mujeres son mayoría, y de forma abrumadora. La Seguridad Social protege a 2.182.376 mujeres por 172.336 hombres.
Este dato es el que provoca que en el conjunto del sistema haya más mujeres percibiendo pensiones que hombres. Son 4,7 millones de ellas, por 4,5 de ellos.
Esta composición del cuadro de beneficiarios de pensiones se traduce en prestaciones más altas para los hombres. Las prestaciones de jubilación y de incapacidad permanente son las mayores, frente a las de viudedad o favor de familiares, bastante más bajas. Así la diferencia entre las pensiones que perciben los hombres y las mujeres es bastante grande: 1.083 euros al mes por 671 euros en agosto, respectivamente, según la memoria financiera que acompaña a los presupuestos de la Seguridad Social para el año que viene.
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