El jefe del Banco Central de Argentina dimite tras acusaciones de Fernández
Fábrega renuncia después de que la presidenta se quejara por la presunta falta de control del mercado ilegal de cambios
A la crisis de deuda de Argentina, que estalló el pasado julio, se suma ahora la renuncia del presidente del Banco Central, Juan Carlos Fábrega, en medio de tensiones en los mercados por una eventual devaluación del peso. Fábrega, que había asumido en el cargo en noviembre pasado, había trabajado toda su vida en la banca estatal, era amigo de siempre de los Kirchner y se había ganado el respaldo de los mercados como jefe de la autoridad monetaria. Pero este martes la presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, acusó en un acto público a funcionarios del Banco Central de ser cómplices de operadores del mercado ilegal de cambios y Fábrega duró menos de 24 horas en su puesto. Será reemplazado por un economista heterodoxo más inclinado a la izquierda, Alejandro Vanoli, que hasta ahora presidía la Comisión Nacional de Valores.
Fábrega había asumido el cargo al mismo tiempo que Argentina iniciaba una recesión que da signos de profundizarse a partir de la crisis de deuda, por lo menos en el sector fabril, según los datos de agosto. Este banquero de 65 años iba a cumplir en principio un papel secundario en la gestión, detrás de quien asumía entonces como ministro de Economía, Axel Kicillof, un keynesiano de izquierda. Sin embargo, rápidamente Fábrega dejó su rol gris para convertirse en un funcionario importante que decidió en enero pasado la devaluación del peso, la misma que Fernández venía evitando desde 2011 con controles cambiarios.
En febrero, impulsó una subida de tipos de interés. Pero una vez que controló la depreciación del peso comenzaron las desavenencias con Kicillof, de 43 años. El ministro ordenó que bajaran los tipos, apenas recortó las subvenciones a la energía y se resistió a seguir devaluando la moneda al ritmo de la inflación, como pretendía Fábrega.
La salida de Fábrega supone el segundo cambio de presidente del Banco Central de Argentina en menos de un año
Pero el conflicto que derivó en la renuncia del jefe del Banco Central ocurrió en los últimos días. Tras el bloqueo judicial de EE UU que impidió que Argentina pagara su deuda, el dólar comenzó a subir en las cuevas, o casas de cambio ilegales. La brecha entre las cotizaciones de la moneda norteamericana en ese mercado marginal y el oficial se amplió del 50% al 85%. En el primero, el dólar cuesta 15,65 pesos y en el segundo, 8,45.
Un fiscal denunció el pasado lunes que funcionarios del Banco Central habían advertido a las cuevas de que las autoridades iban a inspeccionarlas. Las cuevas funcionan en casas de cambio legales, sociedades de bolsa, agencias de viajes y hasta bancos. La acusación del fiscal fue repetida por Fernández en un acto en el que Fábrega se encontraba entre el público. Al día siguiente el presidente del Banco Central presentó su dimisión indeclinable.
El segundo cambio de autoridad monetaria en menos de un año refleja la crisis económica de Argentina, aunque aún no alcanza las dimensiones de la que ocurrió por la Gran Recesión mundial de 2008/2009 ni menos todavía se parece al colapso de 2001. Pero la situación se complica y no por nada este martes Fernández denunció que sectores concentrados de la economía quieren acabar en forma prematura con su gobierno, que finaliza en diciembre de 2015. Por lo pronto, la presidenta argentina confiará el Banco Central a Vanoli, de 53 años, que como presidente de la Comisión Nacional de Valores venía aumentando las regulaciones bursátiles y quería profundizar el combate contra los mercados paralelos de cambio.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.