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El ‘rey’ de los bonos teme por su trono

La salida del número dos y la retirada de dinero meten presión a Pimco

David Fernández
Cartel publicitario de Pimco en Hong Kong con Gross y El Erian
Cartel publicitario de Pimco en Hong Kong con Gross y El ErianBRENT LEWIN (BLOOMBERG)

Ésta es una historia sobre mentes brillantes, egos mayúsculos, celos, traición, supuesto espionaje y dinero, mucho dinero. Pimco es la mayor gestora de renta fija del mundo y está en crisis. Lo está por dos motivos que se retroalimentan como vasos comunicantes. Por un lado, la firma sufre una importante retirada de dinero de sus clientes en el último año. Por otro, la sorprendente salida del número dos de la firma, Mohamed el Erian, a finales de enero pasado. Sus problemas no pasarían de ser un asunto de consumo interno si no estuviésemos ante una entidad que tiene activos bajo gestión por valor de 1,94 billones de dólares (1,43 billones de euros), lo que la convierte en uno de los principales acreedores privados de la deuda pública emitida por muchos países. Además, sus disputas empiezan a pasar factura a su propietario, Allianz, la mayor aseguradora de Europa.

El alma mater de Pimco es Bill Gross. Fundó la compañía en 1971 junto a otros dos socios y fijó su sede en Newport Beach (California). El buen hacer de Gross y la especialización en renta fija —un activo que ha gozado de un mercado alcista de 30 años— fue clave para que Pimco se fuera haciendo un hueco en la industria de la gestión. Su crecimiento llamó la atención de Allianz, que se hizo con el 70% del capital en 1999 por 3.300 millones de dólares.

Ese mismo año entró en la gestora El Erian. Hijo de un diplomático egipcio, había trabajado previamente en el Fondo Monetario Internacional y su primer encargo fue gestionar un fondo de deuda de países emergentes. Superó la prueba con éxito —vio venir la suspensión de pagos de Argentina y se deshizo de todos sus bonos con la antelación suficiente— y poco a poco fue escalando posiciones en la organización.

Su progresión le llevó a ser consejero delegado de Pimco y corresponsable de inversión junto a Gross. Ambos hacían un tándem imbatible. Como muestra de su influencia en el mercado, en 2009 parieron una expresión que fue adoptada por amplios sectores académicos y financieros como si de un nuevo mandamiento de las tablas de Moisés se tratase: “Nueva normalidad”. Con este concepto definían un nuevo contexto económico caracterizado por un crecimiento bajo, más regulación y mayor protagonismo de los emergentes.

El Erian era el sucesor natural de Bill Gross al frente de la compañía

Mientras Gross se volcaba en la gestión, El Erian era la imagen de la firma en el exterior y hacía de portavoz, viajaba por todo el mundo y publicaba artículos en los medios financieros de mayor prestigio. Además, había apostado por la diversificación de la compañía en otras áreas como la renta variable, los fondos cotizados o los hedge funds ante el previsible fin de los días de vino y rosas para la renta fija. El Erian, de 55 años, era el heredero natural de Gross (69 años) para coger el timón del buque insignia de Pimco, el Total Return Fund, fondo que gestiona más de 200.000 millones de dólares.

Las aguas bajaban tranquilas hasta el 21 de enero pasado. Ese día El Erian mandó un correo interno a la plantilla en el que anunciaba su marcha, que se hizo efectiva en marzo. Ni tenía otra oferta, ni daba grandes explicaciones del porqué de su adiós. “No soy el hombre para guiar la compañía hacia el futuro”, decía lacónicamente en su nota. Estallaba la bomba nuclear y Gross reaccionaba en un principio con indiferencia. “El compromiso de Pimco se mantiene firme. Baterías cargadas al 110%. Estoy listo para otros 40 años”, aseguró desde la cuenta de la gestora en Twitter.

La salida de El Erian ha abierto, sin embargo, la caja de Pandora con cruces de acusaciones en los medios de comunicación entre El Erian y Gross. Este último, por ejemplo, negó las acusaciones de algunos trabajadores de Pimco de haber pinchado los teléfonos de su número dos.

La crisis le estalla a Allianz, dueño de la firma, en su última junta de accionistas

Quien mejor ha reconstruido la historia del desencuentro ha sido The Wall Street Journal. La ruptura se habría debido a diferencias sobre las estrategias de inversión, el lanzamiento de nuevos productos y la queja de El Erian acerca del tratamiento, un tanto dictatorial, que Gross tiene con los empleados. Los problemas de Pimco comenzaron en mayo de 2013 cuando el expresidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, insinuó el comienzo de la retirada de estímulos. El famoso tapering presagiaba que los tipos de interés empezarían a subir en EE UU, un movimiento que tradicionalmente es malo para los bonos, el principal negocio de esta gestora.

En este contexto adverso se celebró un tenso comité de inversión en junio del pasado año. “Tengo 41 años de experiencia en el mercado como aval. ¿Puedes decir tú lo mismo?”, le gritó Gross a El Erian delante de 12 de los principales ejecutivos de la firma, según The Wall Street Journal. “Estoy cansado de limpiar tu mierda”, fue la respuesta.

La salida de El Erian, que se ha intentado enterrar con un aluvión de nombramientos, no ha hecho más que acelerar la retirada de dinero del fondo Total Return. En mayo se cumplieron 13 meses seguidos de reembolsos por valor de casi 60.000 millones. “Este entorno no ayuda. Preferimos poner el dinero de nuestros clientes en carteras de gestores que se dediquen solo a gestionar y no gasten su tiempo en ver lo que dicen los medios”, explicó Michael Rosen, de Investments Advisors, a Bloomberg.

Otros expertos, sin embargo, restan importancia a las consecuencias del divorcio. “Lo más importante de este negocio es el rendimiento. Si Pimco tiene buenos resultados a la gente no le importará todo el ruido alrededor”, declaró Thomas Seidl, analista de Sanford Bernstein. Gross sigue batiendo al 96% de sus rivales a largo plazo (15 años), pero en 2013, el fondo estrella de Pimco lo hizo peor que el 74% de sus comparables.

La crisis de la gestora ha llegado hasta Múnich, sede de Allianz. El beneficio del área de gestión de activos de la aseguradora cayó un 29% en el primer trimestre lastrado por Pimco. Además, en la junta general de accionistas de Allianz, celebrada en mayo, el consejero delegado de la compañía, Michael Diekmann tuvo que salir al paso de las críticas de algunos propietarios por estos malos resultados y, sobre todo, por la mala imagen dada por el enfrentamiento entre Gross y El Erian.

Las críticas también llegan de extrabajadores de Pimco. En una entrevista en Los Angeles Times, William Popejoy, administrador de la gestora durante 23 años, disparó a la línea de flotación: el sueldo de Gross. “Su salario es demasiado elevado. Con 200 millones de dólares anuales se podría pagar el sueldo de 2.000 profesores”, denunció. Fiel a su humor cáustico, Gross confesó recientemente que cada vez que abre un períodico se dice a sí mismo: “Al menos mi mujer me quiere”.

Un hombre ante el espejo

Bill Gross ofrece su visión del mercado a través de unas peculiares cartas donde mezcla recomendaciones de inversión con opiniones personales sobre todo tipo de temas. La publicada en abril de 2013, antes de que desencadenasen los problemas que acabaron con la salida de Mohamed El Erian, se titulaba Un hombre frente al espejo. En ella, Gross hacía un repaso a su trayectoria en algo parecido a un testamento y comenzaba con la siguiente frase: “¿Soy un gran inversor? No, todavía no”. El fundador de Pimco se define como un “marginal” o una persona a la que le gusta “asumir riesgos”.

En su opinión, los grandes inversores de la historia, entre los que se incluye sin ningún tipo de rubor, deben ser juzgados por su habilidad para adaptarse a diferentes épocas, no ciclos. “Y una época puede durar entre 40 y 50 años. Quizás más”. “No hay un rey de los bonos o un rey de las acciones. Todos nosotros, incluso los más veteranos como Buffett, Soros Fuss, y yo mismo, hemos crecido durante el periodo más atractivo que un inversor pueda vivir”. Gross se refiere al periodo que comenzó tras poner fin al patrón oro en 1971. “Quizás es la época la que hace al hombre y no al revés”. Ahora le toca vivir una nueva época. Y llega con curvas.

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Sobre la firma

David Fernández
Es el jefe de sección de Negocios. Es licenciado en Ciencias de la Información y tiene un máster en periodismo por EL PAÍS-UAM. Inició su carrera en Cinco Días y desde 2006 trabaja en EL PAÍS, donde se ha especializado en temas financieros. Ha ganado los premios de periodismo económico de la CNMV, Citigroup, Aecoc y APD.

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