Nonabox reparte cajitas para bebés
La firma vende artículos infantiles por suscripción por valor de dos millones
Las marcas de pediatría sacan en torno a mil productos distintos para bebés cada año. Es evidente que tantas posibilidades de elección suponen un dilema para las mamás. Izanami Martínez, fundadora de Nonabox (nombre que es un homenaje a la diosa romana de la fertilidad), supo de esta problemática de primera mano cuando su hermana Yakami “dio a luz y se vio en la necesidad de elegir los productos que eran mejores para ella y para su niño. Para averiguarlo, no tenía otra opción que elegir entre la gran variedad que le ofrecía el mercado. Tenía que sacar tiempo para hacerlo mientras trabajaba, estudiaba y cuidaba de su hijo”.
Izanami enseguida pensó que esa necesidad podría convertirse en una fórmula de negocio rentable. “Estudié el sector de productos para bebés y me di cuenta de que mi idea de negocio podía funcionar, así que decidimos lanzarnos”. Cuando Izanami habla en plural se refiere a ella y a su pareja, y cofundador de Nonabox, Ramón Sánchez. Ambos idearon, diseñaron y pusieron en pie lo que hoy es Nonabox: un modelo de suscripción para futuras mamás embarazadas o con hijos de hasta dos años líder en Europa que funciona así: “Cada mes, las suscriptoras de Nonabox reciben una caja personalizada con nueve productos de las mejores marcas y adecuados al momento de gestación o edad de su bebé”.
Que Izanami detectara las posibilidades reales de negocio de Nonabox no fue casualidad. Entre otras cosas, el éxito de la firma se debe al espíritu emprendedor de su fundadora. Algo que se demuestra con el hecho de que a sus 18 años abrió un centro de pilates, yoga y baile en El Puerto de Santa María (Cádiz).
Aunque la compañía tiene 1,6 millones de madres como clientes potenciales en España, ya ha salido fuera del país
Antes de poner en marcha su nueva empresa, la pareja decidió dejarlo todo para venir a Madrid a estudiar un MBA. Mientras cursaba su máster, Izanami tuvo como profesor al inversor Luis Martín Cabiedes, a quien “le conté mi idea y me dijo que quería invertir en ella”. Y así consiguió reunir los 60.000 euros con que arrancó Nonabox. “Sólo en la web invertimos 30.000 euros. Para nosotros era una herramienta básica, puesto que a través de ella gestionamos nuestro negocio y hacemos una gran parte de nuestro marketing, apoyándonos en los bloggers, Facebook y Twitter”, explica.
Según recuerda la propia empresaria, “otro gasto importante fue la compra de las primeras cajas, que nos costaron otros 20.000 euros. Podían habernos salido más baratas si las hubiéramos adquirido, por ejemplo, en China. Sin embargo, preferimos comprarlas en España porque quisimos aportar nuestro granito de arena a la economía nacional. Nos las hacen en Valencia y donamos un euro a una ONG por cada caja que vendemos”.
En las oficinas que Nonabox, situadas al norte de Madrid, la mayoría de sus 26 trabajadores —20 mujeres y 6 hombres— tienen menos de 30 años. “Desde un principio quisimos dar trabajo a gente joven. Cuando entran captan muy rápido el espíritu de la compañía. Todas las ideas son bien recibidas y valoradas. Aquí nadie se queda esperando órdenes, pues todos tenemos asumido que el éxito de Nonabox se basa en la proactividad, que lleva a la empresa a una innovación constante”.
Las marcas que surten de productos las cajas no cobran por ellos a Nonabox. “Al final todos salimos ganando: nosotros; las marcas, por la publicidad que les hacemos, y las clientas, porque pagan mucho menos por los artículos que si los compraran en la calle. Tenemos lista de espera de marcas que quieren trabajar con nosotros”, dice Izanami.
Aunque la compañía tiene 1,6 millones de madres como clientes potenciales en España, ya ha salido fuera del país. “Estamos en Italia, Reino Unido, Austria y Alemania. Y muy pronto llegaremos a Francia”. Con casi dos millones de euros facturados en 2013 y unas 10.000 suscriptoras, Nonabox quiere crecer más. “Tenemos abierta una ronda de financiación para captar entre dos y tres millones de euros”, indica su fundadora. Y es que las madres no reparan en gastos cuando de sus bebés se trata.
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