La última partida de póquer entre la gran banca y el Gobierno
La urgencia del Ejecutivo por vender Catalunya Banc puede depreciar la subasta
El Gobierno ha puesto en venta Catalunya Banc. Es la tercera vez que intenta deshacerse de esta entidad, envuelta en escándalos por las altas indemnizaciones y pensiones de sus antiguos gestores y por haber recibido 12.050 millones de ayudas públicas. La subasta se asemeja a una partida de póquer en la que todos ocultan sus intereses: está en juego el 11% de cuota en Cataluña y los millones de los contribuyentes.
Los bancos interesados (Santander, BBVA, CaixaBank, Banco Popular y el andorrano MoraBanc) saben que, a la tercera, tiene que llegar la definitiva. Si el Gobierno declara desierta la subasta corre el riesgo de tener que liquidar el banco, que cuenta con unos activos de 63.000 millones y 3,6 millones de clientes, como indica Bruselas en caso de entidades no viables. Pero el Gobierno quiere evitarlo por la complejidad de la operación y por el riesgo de pérdidas para la clientela.
Esta situación debilita la posición del vendedor y refuerza la de los grandes bancos interesados. En la primera fase de estudio de la subasta, fuentes cercanas a las entidades comentan que solo estarían en la puja por Catalunya Banc con ayudas públicas. Esto supondría que se perderían los 12.050 millones ya colocados para limpiar su balance (aunque aun tiene un 17% de morosidad) más los que se pidan para cerrar la venta, si finalmente se conceden. Pero esto es algo que no se sabrá hasta el 14 de julio, primer cierre de la subasta, o el 31 de julio, segundo y definitivo.
El Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB), responsable de la venta, y el Ministerio de Economía, han despiezado Catalunya Banc para maximizar el valor: han vendido carteras de créditos fallidos y la plataforma inmobiliaria, sin apenas beneficios. También han puesto en el mercado 6.500 millones en créditos hipotecarios problemáticos (subasta pendiente de adjudicarse entre seis fondos), que puede costar al Estado otros 1.000 millones por las ayudas pedidas hasta el momento. Además, hubo un intento fallido de colocar las 150 oficinas que la entidad tiene fuera de Cataluña, pero las ofertas que recibió del Popular y de Apollo suponían tales costes que el FROB las ha integrado en su oferta.
La venta de negocios por separado es una estrategia para reducir el tamaño del banco y que no solo pudieran ofertar las grandes entidades. Pero solo ha sido así a medias. Aunque hay cinco posibles compradores, las fuentes consultadas creen que el favorito es el Santander por su modesta presencia en Cataluña y porque aun no ha comprado ninguna entidad. También dicen que es el candidato del Banco de España. Los expertos recuerdan que en la segunda subasta de la entidad, celebrada en 2013, el Popular se ofreció a quedarse con entidad a cambio de 5.000 millones en ayudas y asumir todos los costes de reestructuración, pero el Banco de España se negó y trató de que el Santander hiciera una oferta por escrito, que nunca llegó. Enrique Pérez-Hernández, de la escuela de negocios IEB, también cree que el Santander es al que mejor le encaja “porque le falta cuota en Cataluña” (ver cuadro) aunque recuerda que el factor político, con el proceso soberanista en marcha, “puede pesar”.
Sin embargo, hasta el final puede haber sorpresas, como sucedió en la subasta de Novagalicia que acabó en manos del venezolano Banesco contra todo pronóstico.
Frente a los que piden más ayudas, el FROB sostiene que el banco está saneado y recuerda que tiene dos caramelos en su balance: unos recursos propios de 2.600 millones (que se sumarían al capital del comprador si no paga por el banco) y unos créditos fiscales de 3.871 millones. De esta partida, no todo sería deducible fiscalmente porque el banco catalán solo genera negocio como para beneficiarse de 1.785 millones.
Sin embargo, los compradores insisten en la escasa rentabilidad de sus clientes, de las hipotecas y en los grandes costes que deberán asumir para cerrar servicios centrales y oficinas.
Pero todo puede ser un farol. Nadie enseñará sus cartas hasta el final. Hay mucho en juego.
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