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Lograr justicia y eficiencia

José Ignacio Conde-Ruiz aborda en su nuevo libro titulado ¿Qué será de mi pensión? el reto al que se enfrenta España en relación con el dinero para la jubilación.

Unos jubilados pasean por el Retiro.
Unos jubilados pasean por el Retiro. Samuel Sánchez

En este extracto del capítulo 13, titulado ‘Cómo serán las pensiones del futuro’, José Ignacio Code-Ruiz intenta arrojar algo de luz sobre la sostenibilidad del sistema público y se muestra partidario de un sistema de cuentas nocionales:

Incluso en un hipotético caso de aumento de los ingresos, si queremos que la sostenibilidad del sistema de pensiones no se consiga a cambio de una cuasicongelación perpetua de las pensiones, sabemos que la pensión media con respecto al salario medio debería caer. Sin embargo, lo que debemos tener claro es cómo queremos que se ajuste el gasto para garantizar dicha sostenibilidad.

Un primer camino es el que acabamos de ver, y que se trata de convertir nuestro sistema de pensiones de contributivo a asistencial, en el que todos los trabajadores cobren una misma pensión subsistencia. En este caso, como ya hemos dicho, debería hacerse de un modo explícito. El primer paso para hacerlo de forma explícita es reformar la Constitución española, ya que en su artículo 50 defiende la naturaleza contributiva del sistema de pensiones.

Personalmente, yo creo en la naturaleza contributiva de nuestro sistema de pensiones, y no deberíamos renunciar a ella para garantizar la sostenibilidad del mismo. En mi opinión, la contributividad es un activo muy importante: el hecho de que la pensión dependa del esfuerzo contributivo no solo es justo sino que también genera incentivos para cotizar. En cambio, si la pensión acaba siendo la misma para todo el mundo, independientemente de lo que se cotice, existe un mayor incentivo a no cotizar o a trabajar en la economía sumergida. Esto es así porque, en cierto modo, bajo un sistema contributivo los trabajadores no ven las cotizaciones solo como un impuesto más, sino también como una vía para ahorrar para el futuro. Más cotizas ahora, mayor es tu pensión mañana.

En el caso de que se acabe optando por el mantenimiento de la contributividad, está claro que debemos encontrar una forma adecuada para bajar la pensión media con respecto al salario medio, e intentar, al mismo tiempo, resolver las injusticias que presentan las actuales reglas del sistema de pensiones, injusticias que hemos visto en un capítulo anterior con varios ejemplos que nos han mostrado que no todas las cotizaciones cuentan lo mismo a la hora de calcular la pensión.

Por un lado, la pensión de jubilación tiene que ser proporcional a las cotizaciones realizadas a lo largo de toda la vida laboral; es decir, todas las cotizaciones deben contar igual a la hora de determinar la pensión a la que tiene derecho un trabajador y, para ello, hay que considerar toda la vida laboral del trabajador. En este sentido, la reforma de 2011 ya elevó los años para calcular la base reguladora de los 15 últimos años a los 25 últimos años. Una medida de esta naturaleza haría compatibles los objetivos de sostenibilidad y de equidad, ya que haría que las pensiones fueran menos sensibles a la posible mala suerte del trabajador en el mercado laboral durante los últimos años de su carrera profesional, eliminando así situaciones poco equitativas que, por desgracia, se han convertido en algo muy frecuente en estos últimos años. Si se considerara toda la vida laboral y todas las cotizaciones contaran del mismo modo, el impacto sobre la contención del gasto sería muy grande.

Por otro lado, la edad de jubilación debería ser flexible y la pensión debería depender de la esperanza de vida en el momento de la jubilación. En este sentido, debería permitirse el acceso a la jubilación a diferentes edades, siempre y cuando se produzca el correspondiente ajuste de la pensión a percibir en función de las cotizaciones realizadas a lo largo de toda la vida laboral y de la esperanza de vida en el momento de la jubilación.

Por ello, hay que decir que el aumento de la edad legal de jubilación a los 67 años en la reforma de 2011 y el factor de sostenibilidad de la reforma de 2013 son un buen comienzo para acabar logrando ésto. Con todo, el retraso en la edad de jubilación debería implementarse de un modo flexible con el fin de no discriminar a aquellos trabajadores que se hayan incorporado al mercado laboral a edades muy tempranas o que ejerzan actividades que exigen un esfuerzo físico considerable. Para conseguirlo, será necesario establecer un factor de proporcionalidad entre la pensión y las cotizaciones realizadas a lo largo de toda la vida laboral y que dependa de la esperanza de vida en el momento de la jubilación.

Además, esta medida acabaría siendo útil ya que no es ni justo ni eficiente obligar a todos los trabajadores a retirarse a la misma edad. A pesar de que sabemos que la esperanza de vida a partir de los 65 años va a ir en aumento en las próximas décadas, sabemos que ésto es así en términos medios, pero a nivel individual hay personas que viven más años que la media y otras que viven menos. Por otro lado, estudios realizados en otros países muestran que la esperanza de vida disminuye cuanto menor es el nivel de renta.

En resumen, podemos afirmar que las reformas de los últimos años han ido en la dirección adecuada. Por este motivo, tengo la convicción de que el sistema de pensiones en España se encuentra en una situación idónea para dar el paso definitivo: transformarse en un sistema público de pensiones de reparto y con cuentas nocionales.

Un sistema de cuentas nocionales no tiene nada que ver con un sistema de capitalización. Este tipo de sistema se ha introducido recientemente en países como Suecia o Italia. Es un sistema de pensiones de reparto porque cuando un trabajador realiza una cotización, aunque dicha cotización quede registrada de forma virtual en lo que se denomina una cuenta nocional, en realidad esta cotización se utiliza, como en el resto de los sistemas de reparto, para pagar las pensiones de los jubilados actuales.

Este sistema calcula la pensión a la que tiene derecho el trabajador de una forma más sencilla y transparente, ya que básicamente, la pensión se calcula en función de un rendimiento hipotético que podrían haber tenido las aportaciones realizadas por el trabajador a lo largo de su vida. Esta sencilla fórmula sustituiría a la compleja e injusta fórmula del sistema actual, que utiliza los años trabajados, las bases de cotización de los últimos 25 años, la edad de jubilación y los múltiples umbrales (máximos y mínimos) sobre las pensiones y las bases de cotización.

Esta forma de calcular la pensión permite de un modo más simple mantener la contributividad y eliminar las injusticias del actual sistema de pensiones español, ya que en un sistema de cuentas nocionales todas las cotizaciones cuentan igual y permite establecer un sistema de retiro flexible.

En resumen, podemos ser optimistas en cuanto a que éste podrá acabar siendo el rumbo que tome nuestro sistema de pensiones, ya que las reformas de 2011 y 2013 ya han dado sus pasos para avanzar hacia un sistema de cuentas nocionales. Y el hecho de haber comenzado a dar estos pasos también nos lleva a pensar que la oposición política a transformar nuestro sistema en uno de cuentas nocionales no será muy grande.

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