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La marcha de dos asociadas abre una profunda crisis en la patronal del textil

El pacto con los sindicatos para prorrogar el convenio sectorial explica la división

Dani Cordero
Pilas de telas en un almacén en China.
Pilas de telas en un almacén en China.REUTERS

Nunca antes la fama internacional del textil español había llegado tan alto y nunca antes, en sus 35 años de historia, la patronal textil había caído tan bajo. El futuro del Consejo Intertextil Español (CIE) es incierto después de que dos de sus patronales afiliadas, las representantes del género de punto (AEGP) y de la confección (Fedecon) hayan decidido abandonarlo. No son las primeras, en 2004 ya se marchó Profibra por la crisis, pero sí dejan muy tocado el peso del CIE, que ha perdido protagonismo frente al Confederación Moda España, más dirigida a la promoción, pero que casualmente fue fundada por las dos patronales que abandonan ahora la cúpula patronal.

“Moda España es un complemento, pero el sentido del CIE pasa por tener representación a nivel institucional, que no creemos que tenga mucha, y negociar el convenio”, señala Ángel Asensio, presidente de Fedecon. Otro de los disidentes, Joan Canals, presidente de AEGP, también da por hecho que la patronal ya no tiene el peso que mantuvo en su época fuerte, durante los años ochenta, cuando se convirtió en una plataforma de innovación y de internacionalización. “Ahora solo tiene sentido laboral”, dice.

Y ese, arguyen ambos, ha sido el desencadenante de la ruptura de la patronal. El CIE acordó recientemente con los sindicatos una prórroga de un año del convenio colectivo con una subida salarial del 0,4%. Las dos organizaciones que representan al producto acabado habían intentado antes negociar un convenio aparte, con mayor flexibilidad para adaptarse a sus necesidades de producción, con un uso más intensivo de mano de obra y mayor concentración en determinadas épocas del año.

Los sindicatos, que siempre han exigido un convenio único para el textil, se negaron. Entonces Asensio y Canals reclamaron más peso en la mesa de negociación argumentando que representan al 70% del empleo del sector y en cambio solo disponen de dos de los siete asientos de la parte empresarial. El CIE obvió esa petición y acabó firmando un acuerdo, que ahora está impugnado por las dos patronales que han decidido abandonar acusando al CIE de haber roto el consenso que debe regir según los estatutos de la entidad.

“Es triste y me parece un error histórico, con todos los vaivenes que hay que ahora se busque la excusa de la falta de consenso”, se lamenta Alejandro Laquidain, el presidente del CIE desde hace dos años, quien espera poder revertir la situación, aunque asume que no está asegurado que él se mantenga en el cargo: “Se decidirá en los próximos días o las próximas semanas”. Laquidaín, que procede de Texfor, la organización que aglutina a la industria textil de cabecera, cuestiona el peso que blanden AEGP y Fedecon: “Una cosa es a quién tienen afiliados y otra a quién representan”, en referencia a las grandes industrias textiles españolas, Inditex, Mango o Cortefiel, que “van por libre”.

“Es un tira y afloja de estas dos patronales, pero creo que el problema es que los dirigentes de esas dos asociaciones no se llevan bien con Alejandro (Laquidain)”, explica Paula Alves, del sindicato FITAG-UGT, quien admite que siempre han querido negociar un convenio en paralelo pero que nunca les han dicho qué intereses tienen sobre la negociación colectiva. Carlos Chicano, de Fiteq-CC OO, lamenta lo ocurrido y recuerda que el convenio unitario tiene capacidad para dar entrada a todos los subsectores del textil, ya que dispone de once anexos diferentes que da especificidad a cada unas de las realidades de un sector que el año pasado dio empleo a 129.000 trabajadores, un 21% menos que hace cinco años, y en el que dominan las empresas con menos de cinco trabajadores: 5.679 de las 8.471 que tenía en 2013. El número no ha dejado de caer en los últimos años y acumula una destrucción del 28% desde 2009.

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Sobre la firma

Dani Cordero
Es integrante de la redacción de EL PAÍS en Barcelona, donde ha desempeñado diferentes roles durante más de diez años. Licenciado en Periodismo por la Universidad Ramon Llull, ha cursado el programa de desarrollo directivo del IESE y ha pasado por las redacciones de 'Ara', 'Público', 'El Mundo' y 'Expansión'. 

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