William Clay Ford, dinasta del automóvil
Fue vicepresidente de la compañía que fundó su abuelo, Henry Ford, y creó alguno de sus diseños emblemáticos
William Clay Ford (Detroit, 1925) aprendió a conducir cuando solo tenía 10 años de edad. Le enseñó su abuelo, Henry Ford. Era el único nieto que quedaba aún con vida del fundador de la segunda compañía automovilística de Estados Unidos. El también propietario de los Lions de Detroit falleció el pasado 9 de marzo a los 88 años por las complicaciones de una neumonía.
Arrimó el hombro al de su abuelo para llevar adelante el negocio familiar. Así estuvo al servicio de la compañía durante cerca de medio siglo. Llegó a ocupar un asiento en su directorio, como vicepresidente de Ford Motor. Su hijo es ahora presidente ejecutivo en la automovilística que dirige Alan Mulally, al que cedió el cargo de consejero en 2006 tras ser fichado desde Boeing.
William Clay Ford era el más joven de los cuatro hijos que tuvo Edsel Ford, uno de los herederos del imperio de la automoción. Entró en el consejo de administración un año antes de acabar sus estudios en Yale. Eso fue en 1948, un año después de morir el patriarca. Nunca tuvo un puesto ejecutivo pero se le asocia con el diseño del impecable Continental Mark II.
El modelo tiene cierto parecido en el frontal con el Thunderbird y se inspira en el Lincoln Continental. Ford pretendía competir con los Cadillac de General Motors y la marca Imperial de Chrysler explotando el lujo y la elegancia. Se vendía por unos 10.000 dólares, un precio equivalente al del Rolls Royce de la época. Se fabricó a pérdidas y logró vender unas 3.000 unidades.
William Clay Ford llegó a la vicepresidencia de la compañía que fundó su abuelo en 1980, cargó que mantuvo hasta que se jubiló en 1989. Conservó su asiento en el directorio hasta 2005. Pero en Detroit se le conoce sobre todo por los Lions, y no precisamente porque el equipo brillara sobre el terrero de juego. Ford se hizo con la franquicia de fútbol americano en 1964.
Lo compró por cuatro millones de dólares. Ahora se calcula que vale unos 900. Siempre estuvo en un segundo plano respecto a las decisiones del equipo directivo, aunque se mostró muy activo y presente en todo momento ante los jugadores y los seguidores de los Lions. Con su fortuna financió el mejor estadio que el equipo podía tener en el centro de Detroit. La viuda de William Clay Ford, Martha, hija del magnate de los neumáticos Harvey Firestone, hereda la franquicia.
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