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A la sombra del cliente

Grupo Antolín abrirá cinco plantas en 2014 para servir a los fabricantes de coches

Cristina Galindo
Fabricación de techos para automóviles en una de las plantas del grupo.
Fabricación de techos para automóviles en una de las plantas del grupo.Miguel Jelliss

Una empresa con sede en Burgos ha conseguido llevar el 86% de sus ventas fuera de España con una estrategia basada en ir allá donde vaya el cliente. El Grupo Antolín, uno de los principales productores de componentes para el automóvil españoles, ha fijado como prioridad en los últimos años abrir plantas en el extranjero para servir lo más cerca posible a los principales fabricantes. Tras anunciar dos nuevas instalaciones para este año, una en Valencia y otra en Estados Unidos, la empresa prepara también para este ejercicio la apertura de otras tres plantas en India, Rumanía y China.

Con una estrategia basada en la internacionalización, el grupo, especializado en techos, puertas, asientos e iluminación, ha intentado capear una crisis que se ha traducido en una caída en picado de la venta de turismos en Europa, y especialmente en España. “El buen comportamiento en ventas en el área de Norteamérica y Asia ha compensado la caída del mercado europeo”, explican fuentes de la compañía, que no suele prodigarse en los medios de comunicación. El beneficio operativo neto (ebit) fue de 136,1 millones de euros en 2013, un 17,5% más, mientras las ventas consolidadas crecieron un 2%, hasta 2.128 millones. Como el Grupo Antolín no cotiza en Bolsa, no está obligado a publicar el resultado neto.

El objetivo de la empresa es seguir creciendo cerca del cliente. “Viajamos allá donde viaje el cliente”, destaca. En la industria del automóvil es clave que los proveedores estén cerca del fabricante, principalmente porque la proximidad abarata los costes de transporte. Los clientes más importantes son los grandes productores de automóviles del mundo: Volkswagen representa el 25% de la facturación del grupo; Ford, un 15%; Renault, un 14%, y Chrysler y Peugeot-Citroën, un 11% cada uno. Sus componentes, aseguran, están presentes en uno de cada cuatro vehículos que se fabrican en el mundo.

La compañía planea una emisión de deuda de 400 millones de euros

Este año la compañía burgalesa va a tener que abrir plantas en cinco países para cumplir su promesa. La empresa ha anunciado la apertura de dos nuevas fábricas, una de puertas en Valencia, que dará trabajo a 150 personas, y otra de techos en EE UU, con 180 empleados. Además, el grupo tiene en previsión otras tres inauguraciones: una planta de techos y puertas en Gujarat (India), con 138 empleados; una de iluminación en Sibiu (Rumanía), con 70 empleados, y una tercera de techos y puertas en Wuhan (China). Para cubrir estas aperturas, Antolín ha aprobado unas inversiones de 138 millones de euros, sobre todo para las plantas de Valencia y EE UU.

No habrá, sin embargo, una salida a Bolsa para financiar los planes de expansión de la empresa, como se había especulado. Al menos de momento. “Entre otros motivos, porque no queremos ser los primeros en dar este paso en el mercado de las ofertas públicas de venta, que está parado”, explican las mismas fuentes.

Los responsables de Grupo Antolín encuentran mucho más atractivo el mercado de bonos, y por ello están planeando una emisión de deuda por un importe cercano a los 400 millones de euros para refinanciar parte de un crédito sindicato que se firmó en diciembre y, de esta forma, diversificar las fuentes de financiación.

De un taller mecánico de Burgos a 25 países

La historia del Grupo Antolín es similar a la de muchas empresas familiares que han empezado de la nada y han logrado convertirse en multinacionales. Avelino Antolín y sus dos hijos abrieron en la década de los cincuenta un taller mecánico en Burgos. Del taller se pasó a una empresa especializada en componentes de interior para la industria del automóvil, sobre todo techos, puertas, asientos e iluminación. Hoy la empresa tiene un centenar de centros repartidos por 25 países y cuenta con una plantilla de cerca de 14.300 empleados. En la actualidad, el presidente es José Antolín, uno de los hijos fundadores, y el vicepresidente es Ernesto Antolín, su sobrino. El origen de todo está en una pieza del automóvil: una rótula de dirección de caucho-metal, inventada por los hermanos Antolín en 1950, cuya vida era mucho más larga y mejoraba la seguridad de los coches.

La familia Antolín volvió a convertirse en accionista único del grupo en 2013. La empresa compró a finales del año pasado el 22,8% de las acciones en poder de varias cajas de ahorros, entre otras, Caja Burgos, Caja Ávila y Caja Navarra, con lo que se convirtió en accionista único. La compañía burgalesa había dado entrada a esas entidades en 2004 después de un desembolso de 80 millones. Tras el proceso de reestructuración financiera, una buena parte de la participación quedó en manos de CaixaBank, que recibió de Banca Cívica (las cajas de Burgos y Navarra), y Bankia, dueña del 20% a través de Caja de Ávila. No ha trascendido el importe de la operación de recompra.

La diversificación geográfica ha sido una de las apuestas del grupo desde la década de los noventa. “Empezamos a abrir oficinas en los países en los que los grandes fabricantes tomaban las decisiones; si el cliente nos pedía que fuéramos, íbamos”, explican las mismas fuentes. “Hacer los elevalunas en España no siempre tenía sentido”, añaden. El viaje al exterior comenzó en Francia, Alemania, Portugal y Reino Unido. Pero el gran salto se produjo con la llegada de la empresa a Estados Unidos. El área de América del Norte supone ya un 28% de las ventas de la empresa.

Por unidades de negocio, el principal son los techos, que representan la mitad (51%) de las ventas, seguido por las puertas (un 34%), los asientos (8,7%) y la iluminación (6,1%), según los datos proporcionados por el grupo. Por territorio, Europa sigue siendo el principal mercado, con un 56% de la cifra de negocio, mientras la zona de Norteamérica supone un 26,4%; Asia, un 10,5%, y América del Sur, un 6,1%. La diversificación geográfica ha tenido su efecto negativo: la volatilidad del tipo de cambio. “Los resultados del ejercicio pasado habrían sido mejores si no hubiera sido por las divisas emergentes”, aseguran las mismas fuentes.

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Sobre la firma

Cristina Galindo
Es periodista de la sección de Economía. Ha trabajado anteriormente en Internacional y los suplementos Domingo e Ideas.

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