“Todos unidos por el Canal”: consigna de nacionalidad y panameñismo
Convertida en la religión que une a los panameños, la vía es un elemento de orgullo para Panamá y aglutina al país ante cualquier desafío a su funcionamiento
El boxeo, el fútbol, el béisbol, la música salsa y los carnavales unen y desbordan las pasiones de los panameños. Cada vez que un boxeador panameño sube a un cuadrilátero a disputar un cetro mundial o las selecciones nacionales de béisbol y de fútbol compiten en un torneo o en una eliminatoria regional, la población de Panamá se mueve a un mismo ritmo, como cuando acude jubilosa a los carnavales previos a la cuaresma cristiana o, durante todo el año, y sin cansancio, disfruta de la salsa en cualquier rincón o esquina de su delgada geografía.
Pero si hay algo que los une, más allá de banderías y pasiones políticas, partidistas, ideológicas, deportivas o culturales o de divisiones económicas y sociales, es el Canal de Panamá. Y la consigna para enfrentar al Grupo Unidos por el Canal (GUPC), el consorcio comandado por la española Sacyr Vallehermoso y la italiana Impregilo que construye la parte principal de la ampliación de la vía y que el 5 de este mes paralizó labores por profundas y prolongadas diferencias financieras con la estatal Autoridad del Canal de Panamá (ACP), parece ser la de… “todos unidos por el Canal”.
“El control del Canal ha sido el punto neurálgico del fortalecimiento de la nacionalidad panameña. Ha sido una lucha histórica”, dijo Carlos González de la Lastra, vicepresidente del opositor Partido Popular (PP) de Panamá.
Entrevistado telefónicamente por El País, González explicó que “el Canal dividió al territorio panameño y fue parte de la política militar de Estados Unidos (en el siglo XX). Los panameños nunca pudimos disfrutar de la ruta marítima, porque hasta los puertos los perdimos cuando los estadounidenses se encargaron del Canal, que siempre estuvo bajo la Secretaría de Defensa de Estados Unidos. Y el Canal aglutina a los panameños, completamente”.
Estados Unidos construyó el Canal de 1904 a 1914 y asumió a perpetuidad el control de la vía interoceánica y de una franja paralela entre el Pacífico y el Atlántico que fue transformada en un enclave militar y en una escuela de dictadores latinoamericanos y caribeños. La pelea panameña por restituir esos territorios a su soberanía provocó muertos y heridos en el siglo pasado, por lo que ahora resurgen los recuerdos nacionalistas.
“¡Con nuestro Canal no se juega!”, proclamó el pasado jueves La llorona, una columna política del periódico La Estrella, uno de los principales de Panamá. El anuncio de que las obras de la ampliación quedaron suspendidas al agravarse el conflicto entre las dos partes hizo “viral en las redes sociales el apoyo a la administración panameña del Canal”, agregó.
El texto aseguró que existe una "unidad nacional” donde “todos los candidatos a la Presidencia" han apoyado a la ACP, que rechazó un cobro de GUPC de 1.600 millones de gastos adicionales en las obras, con la amenaza ya cumplida de parar los trabajos si no se le cubre su reclamo.
“Hay una frase muy famosa en Panamá que la dijo Torrijos y que es que ‘el Canal es la religión que une a los panameños’. Es así. Estamos muy orgullosos de nuestro Canal, de la forma como lo hemos administrado, mejor que Estados Unidos, con más tránsitos de barco, mucho más ingresos y menos accidentes”, afirmó Milton Henríquez, presidente del PP, en otra entrevista con este diario. “Respaldamos 100% a la Autoridad del Canal en su exigencia de que se cumpla el contrato” con la constructora, puntualizó.
Omar Torrijos fue una figura militar y política de Panamá vital en la historia canalera, primero como sargento de silbato y cachiporra, luego como golpista y al final como general de brigada y con poder estatal. Fallecío en 1981 en un misterioso accidente aéreo. Torrijos encabezó un golpe de Estado en 1968 y se lanzó a la escena internacional con una consigna para modificar los tratados con Estados Unidos: “No quiero entrar a la historia, quiero entrar al Canal”.
Tras una extenuante negociación, Torrijos y el entonces presidente de Estados Unidos, James Carter, firmaron en 1977 los tratados, que fueron ratificados un año después y están en vigencia desde 1979. Al establecer un cronograma para la paulatina entrega de los terrenos adyacentes a Panamá, los panameños asumieron al mediodía del 31 de diciembre de 1999 la soberanía plena y la administración del Canal y de las áreas aledañas.
La paralización de las obras por el pleito con GUPC es el más importante desafío enfrentado desde 1999 por el Canal, cuyas viejas y centenarias esclusas siguen operando con normalidad, lejos de las zonas donde amplía la ruta. “La razón está de parte nuestra y yo creo que la Autoridad del Canal ya no debe negociar... ni con los españoles ni italianos... ellos tienen que pagar un costo no sé si penal o civil” por suspender los trabajos, advirtió Sergio Gálvez, presidente de la Asamblea Nacional (Congreso unicameral) y del oficialista partido Cambio Democrático.
Consolidado como punto estratégico del comercio internacional—por la ruta pasa cada año el 5% del transporte marítimo mundial—que se modernizará con la ampliación, el Canal, según La llorona, “es la muchacha bonita que tiene varios pretendientes”, más allá de españoles e italianos. Y los panameños se unen en torno al Canal, en un país en el que uno de sus principales activos es su posición geográfica.
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