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Canadá: grandes expectativas y mucha letra pequeña

Canadá, meca de la construcción, ofrece 320.000 empleos hasta 2020 El país norteamericano ha otorgado 1.000 visas temporales de trabajo y residencia para jóvenes Los emigrantes utilzan el permiso de un año para intentar quedarse

Carolina García
Ernesto Lapiedra, un topógrafo español que lleva cuatro años en Canadá.
Ernesto Lapiedra, un topógrafo español que lleva cuatro años en Canadá.

Canadá busca soldadores y electricistas extranjeros. Muchos, hasta 3.000 en un año. Y el país también quiere abrirse a los jóvenes, ofreciéndoles trabajar durante un año. Ambas noticias, con las abultadísimas cifras españolas de paro, han generado muchísima expectación, teniendo en cuenta, además, que el país norteamericano necesitará 320.000 obreros hasta 2020. Pero, ¿cómo es la vida de quienes han viajado hasta allí?

Es fácil entrar para los jóvenes pero difícil quedarse más de un año. El programa Experiencia Internacional Canadá, un proyecto que tiene tres años de vida, otorgó este 2013 la oportunidad de entrar en el país con permiso de residencia y de trabajo a 1.000 españoles. La mayor parte de estos visados (750), que se denominan Working Holiday Visa (WHV), se activa cuando entras al país. Fuentes diplomáticas canadienses aseguran que este visado "no favorece la inmigración, sino el intercambio de jóvenes, ya que sí se trabaja, pero sólo de manera provisional", aunque muchos de los españoles que deciden dar el salto no van con esta idea: quieren quedarse.

 "Cuando salen las WHV en España, se acaban a los cuatro días. La gente se quiere ir pero hay que mirar la letra pequeña", dice Melodie Pozo, de 25 años, en la cafetería de un hotel de Toronto. Llega abrigada en un día poco veraniego, junto a Patricia Molina, otra española con la que vive. Tienen muchas ganas de contar su experiencia en la ciudad, denominada la Nueva York de Canadá por sus grandes edificios de viviendas y oficinas, avenidas, y un skyline a la orilla del Lago Ontario. .

 "Tienes que venir con 2.500 euros, un seguro médico de un año y no te garantizan el trabajo, simplemente te dejan entrar y tú te buscas la vida", aclara esta joven que emigró "para lograr un buen currículo y aprender inglés”. "Llegué sin trabajo pero conseguí uno muy pronto en una aerolínea –Porter Airlines-, pero con lo que gano es difícil llegar a fin de mes. El sueldo mínimo en Canadá es de 10,25 dólares la hora, y yo la cobro a 12,25 dólares", continúa Pozo, diplomada en Turismo. “Todo es carísimo, tomarte un café, la casa. Es la gran traba”, recalca. “Con esta visa se supone que solo puedes trabajar seis meses 20 horas a la semana, aunque muchos no lo cumplen, y usan la WHV como trampolín”. Fuentes de la Embajada de Canadá en España rectifican esta información: el visado es de un año y no hay límite de horas. Se puede trabajar a tiempo completo".

Canadá en corto

  • Tasa de desempleo: 7,3%.
  • Tasa de desempleo juvenil: 14%
  • Crecimiento del PIB 2013: 1,4%.
  • Número de españoles: 11.323 (censo, julio 2013).
  • Entre 2008 y 2013, el número de españoles censados aumentó un 31,99%.
  • Para poder trabajar se necesita tener un contrato de trabajo o una oferta firme de empleo. Uno de los primeros trámites que un recién llegado debe realizar es solicitar un número de la Seguridad Social (SIN). Teniendo residencia permanente o residencia temporal se tiene derecho a conseguir ese número. Para más información visita la web de la Consejería de Empleo en Canadá

Toronto es anglófona, “aunque es muy importante saber francés por la proximidad con Quebec –que es bilingüe- y Montreal”, apunta. “El inglés es totalmente necesario aunque no te piden ninguna prueba de nivel, o por lo menos a mí no me la pidieron. Y en cuanto a la homologación del título no fue necesaria, mi trabajo no está dentro de los cualificados”, prosigue Pozo. “Yo creo que si eres ingeniero o arquitecto, que es la profesión de moda aquí, puedes vivir muy bien, pero con un trabajo cobrando dos dólares más del mínimo establecido, puedes tan sólo sobrevivir”. “Si vienes con una carrera más inferior, o con una como la mía que no se demanda tanto, va a ser más difícil”, explica. “El que quiera viajar, que se informe, que ahorre. Hay trabajo, pero tienen que mirar bien. Donde hay más ahora mismo es en Alberta, un lugar situado en el centro del país y cuya industria petrolífera es muy importante”, termina.

La provincia de Alberta es un punto neurálgico del crecimiento económico canadiense. Sus yacimientos de arenas bituminosas guardan, según estimaciones, las terceras mayores reservas de crudo del mundo. La industria extractiva, que no está exenta de polémica por sus implicaciones medioambientales, necesitará en los próximos años 115.000 trabajadores. Las oportunidades para trabajadores no universitarios en el país es algo que recalcan todos los entrevistados. “Últimamente está llegando gente sin estudios, familias enteras, a la aventura y, aunque es verdad que aquí existen una serie de profesiones para las que es fácil conseguir la residencia permanente, como soldador, en la construcción, tienes que ser el mejor para tenerla”, recalca la arquitecta Miren Etxezarreta.

Melodie llegó a Canadá junto a  Patricia Molina. Ella estudió Turismo y un máster en Comunicación. "También vine con la WHV. La pedí hace un año, después de hacer 10 entrevistas en Barcelona, donde me ofrecían trabajos de 400 euros al mes, finalmente elegí uno de comunicadora en Bruselas. Debido a esto esperé a terminar el contrato para viajar a Canadá –la WHV tiene fecha de caducidad y si te pasas de tiempo, la pierdes-”, prosigue. “Ahora están endureciendo las medidas para conseguir la visa. El Gobierno de Canadá se ha dado cuenta de que la gente viene a quedarse. Son muchos los que llegan, por ejemplo, como turistas y cuando encuentran trabajo se van a Búfalo (Nueva York) y activan la WHV. Es como si entraran por primera vez, pero no sé cuán fiable es”, explica Molina. La Embajada de Canadá replica que no se está produciendo ningún endurecimiento en la tramitación de la visa. "Los requisitos son los mismos", explica una portavoz.

“Hay más oportunidades para los trabajadores no cualificados que para los cualificados, para estos tardas más y los procesos de selección son muy largos. Tras meses de pasar por empleos no acordes con mis estudios, ahora he encontrado uno en lo mío. Estoy en pleno proceso de selección”, continúa. Mientras espera el resultado, trabaja en una tienda de donuts a tiempo completo. “El gran hándicap es el tiempo. Con la WHV dispongo de nueve meses y medio para conseguir quedarme. Si encuentro en este tiempo trabajo en lo mío me quedo, si no, me iré. Aquí sientes que eres un inmigrante. Nadie te ayuda, si no te espabilas, te vas”, concluye tajante Molina.

Carlos Sánchez, en Toronto
Carlos Sánchez, en TorontoCAROLINA GARCÍA

Canadá ofrece otros 200 visados a jóvenes profesionales que cuentan con una oferta de trabajo o un contrato en vigor. Se llama Young Professional Visa y el trabajo ha de estar relacionado con el itinerario educativo que haya cursado el solicitante o con su experiencia profesional. Carlos Sánchez, que tiene 28 años y es de Málaga, vino a Toronto hace seis meses con este tipo de visado. “Vi una oferta interesante, me apunté y me lo dieron tras varias conversaciones por Skype y una entrevista in situ. En España estaba trabajando, pero mis condiciones eran muy malas. Trabajo en una start up -empresa de nueva creación- y aquí las condiciones laborales son mejores. La diferencia fundamental es el trato al trabajador: confían en ti, fomentan la iniciativa propia y el salario es mejor”, termina Sánchez.

También se puede conseguir la Young Professional Visa cuando estás trabajando en Canadá. “Es el salto lógico tras la WHV, si te quieres quedar”, explica Miren Etxezarreta de 32 años, una arquitecta que vive en Toronto y cuya pareja es canadiense. “Mi estrategia fue conseguir primero la WHV en abril de 2012 y sabía que tenía un año para conseguir la Young Professional, con la que puedes cambiar de empresa, pero siempre en tu profesión. Ya la he tramitado y ahora solo estoy esperando a que llegue el papelillo”, sostiene esta joven que se encuentra en pleno proceso de conseguir la residencia permanente gracias a registrarse como pareja de hecho –es el único país de América que permite hacer esto y que con tan solo un año de convivencia obtienes el permiso permanente- .

El principal problema con el que me encontré fue que siempre me pedían tener experiencia laboral en Canadá, lo que si acabas de llegar, es imposible

“Tras meses de búsqueda, he conseguido un trabajo de arquitecta. El principal problema con el que me encontré fue que siempre me pedían, y piden, tener experiencia laboral en Canadá, lo que si acabas de llegar, es imposible. Muchos hacen un periodo previo de voluntariado para conseguirlo, aunque para eso necesitas tener ahorros. Otra buena opción es tener contactos”, sostiene Etxezarreta. “Aquí la gente se vende muy bien, quién esté pensando en venir que pierda la vergüenza, los contactos -el networking- son fundamentales en este país. He ido a conferencias, a todos los sitios que he podido, he buscado gente y, finalmente, lo conseguí”, continúa.

“La gran diferencia con España es que el ambiente laboral en Canadá es muy bueno, se te respeta. Además, si la compañía es grande consigues tras tres meses de trabajo masajes, servicios dentales y oftalmológicos, entre otros, y puedes solicitar la Seguridad Social –que es pública-. Lo más importante es que tu puesto está bien definido, si eres diseñador trabajas como diseñador. No recomiendo que nadie se venga a lo loco”, dice la joven.

Melodie Pozo y Patricia Molina.
Melodie Pozo y Patricia Molina.CAROLINA GARCÍA

Ernesto Lapiedra es ingeniero técnico de topografía en Montreal y su sector ha sido uno de los más azotados por la crisis en España. “Llegué en septiembre de 2009 y tras un centenar de currículos enviados, la primera empresa que se interesó por mí fue una situada en St Georges, en Beauce (Québec). Es una zona agrícola, en la que no están acostumbrados a ver extranjeros y las temperaturas llegan a los -40 grados en el invierno”, explica este joven vía correo electrónico. Durante los más de dos años que estuvo allí, su principal dificultad fue el "dialecto quebeco-francés" con el que tuvo que lidiar todos los días en la obra. “Pasados los seis primeros meses, me cansé de la vida campestre y decidí irme a Montreal”, explica La Piedra.

Para conseguir un visado de larga duración para un oficio técnico en Canadá, se necesitan tres meses de burocracia: “La empresa debe demostrar ante el Ministerio de Inmigración que no encuentra a ningún canadiense interesado en la oferta. Y ésta fue la suerte que tuve, todo mi proceso de residente permanente se aceleró, ya que nadie quería vivir en St Georges”.

“La vida en Montreal mola, mis nuevas condiciones laborales son realmente buenas, pero si me comparo con canadienses, sigo por debajo. Por esto estoy empezando los trámites de homologación de título”. “En Québec, para homolgar mi título es necesario aprenderse la ley civil y catastral de esta provincia. Aún estoy a la espera de saber qué asignaturas debo cursar. Una vez lo supere, debo hacer dos exámenes escritos y uno oral en la Orden de Topógrafos de Québec (colegio oficial). Las pruebas son una vez al año y si no las superas, te puedes presentar al siguiente. Es necesario pasarlas para poder ejercer. Por último, debes hacer un periodo de prácticas en una empresa que, en mi caso, ya está hecho, porque llevo tres años trabajando”.

“Mi consejo para las personas que quieren venir es que no lo hagan a la aventura. Puedes ganar muchísimo tiempo desde tu casa analizando y estudiando el mercado laboral de Canadá. Recuerdo que seis meses antes de venirme tenía un listado con más de cien empresas de topografía, aunque, es verdad que cuando envías más de 75 cartas de presentación a diferentes compañías demostrando interés, alguna tiene que picar, y este fue mi caso. La vida no es fácil aquí pero te aseguro que prefiero mil veces lo que he pasado que trabajar fregando platos en España”, concluye.

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Carolina García
La coordinadora y redactora de Mamas & Papas está especializada en temas de crianza, salud y psicología, y ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Es autora de 'Más amor y menos química' (Aguilar) y 'Sesenta y tantos' (Ediciones CEAC). Es licenciada en Psicología, Máster en Psicooncología y Máster en Periodismo de EL PAÍS.

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